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8 de abril de 2018 | Cultura

Documento Histórico REALPOLITIK

Cecilia Grierson, la medicina tiene cara de mujer

Pasó su infancia entre Buenos Aires y Entre Ríos. Robertson Grierson, su padre, era amigo de Justo José de Urquiza, y por eso conservaba gratos recuerdos del palacio San José, su segunda casa. Durante sus primeros años, su madre le enseñaba a leer en inglés y su padre las tareas rurales.

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por:
Paola Rodríguez

Pasó su infancia entre Buenos Aires y Entre Ríos. Robertson Grierson, su padre,  era amigo de Justo José de Urquiza, y por eso conservaba  gratos recuerdos del palacio San José, su segunda casa. Durante sus primeros años, su madre le enseñaba a leer en inglés y su padre las tareas rurales.

En 1870, Urquiza es asesinado, los Grierson quedan en la ruina, su padre enferma y fallece al poco tiempo. Con solo trece años se encarga de mantener a su familia.

Viaja a Buenos  Aires, comienza a estudiar magisterio y trabaja de niñera. Cuando logró juntar un poco de dinero volvió a Entre Ríos para ayudar a su mamá.

En la estancia que antes era de su padre, el gobierno de la provincia de Entre Ríos puso una escuela, y Cecilia Grierson se afincó allí hasta ser la docente a cargo.

Ella formó parte de la primera promoción de la escuela normal  “para señoritas”, y su título se lo había entregado Domingo Faustino Sarmiento en mano. En esa época ser maestra significaba trabajar casi 12 horas, incluyendo los sábados. La joven maestra siempre había pensado que su vida profesional estaría atada a la docencia hasta que sufrió la pérdida de una amiga a causa de una larga enfermedad. Decidió entonces estudiar medicina.

El 2 de julio de 1889, a los veintitrés años de edad, se graduó en la facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires convirtiéndose en la primera médica cirujana de Sudamérica. Su tesis de graduación sobre la histeria en mujeres operadas de ovario fue un gran avance para la ginecología.

Sin embargo, extrañaba la docencia. Se postuló a un cargo de profesor en la Cátedra de Obstetricia, y a pesar de ser la única en presentarse el concurso se declaró nulo, dejando el cargo vacante antes de escoger  a una mujer.

En el campo de la medicina, fue precursora en temas de ginecología, puericultura y enfermería. En 1889 viajó a Francia, donde es muy bien recibida e importó medidas sanitarias para Argentina, entre las que se destaca  la Sociedad Argentina de Primeros Auxilios, la Asociación Obstétrica Nacional, la Escuela de Enfermeras del Círculo Médico Argentino  y la Revista Obstétrica para ayudar en la formación y el conocimiento de las parteras.

Como su vocación de servicio y justicia no se acotaba a la medicina, Grierson se unió al Partido Socialista Argentino, donde encontró un lugar de lucha más amplio. Desde este  espacio trabajó para mejorar la situación civil, social y política de la mujer argentina.

Una vida de esfuerzo y entrega que no la convirtieron en una mujer rica, pero que le valió la declaración de una sociedad que tuvo que plegarse a la certeza de que las mujeres también forjan ciencia.

Después de 25 años de ejercer como  médica, pidió la jubilación, la cual nunca se la dieron porque siempre trabajó ad-honoren.

Al final de sus días, Grierson se fue a vivir a Los Cocos,  Córdoba, con una pensión que poco tenía que ver con su aporte a la comunidad. Aun así, concedió su casa para que fuera colonia de vacaciones  y albergar a los niños y niñas de las docentes. El ministerio de Educación nunca aceptó esta donación. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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