La curiosa historia de Martín Larraburu, el valijero de Abal Medina

Hace apenas unas horas, autoridades de la Cámara de Senadores de la Nación decidieron abrir un sumario y suspender a Hugo Martín Larraburu, sobrino del histórico dirigente peronista de Bahía Blanca Dámaso Larraburu y secretario privado de Juan Manuel Abal Medina. El procedimiento, además de obligatorio, fue inevitable. Para cuando lo iniciaron, las fuerzas de la Policía Federal ya lo habían detenido por la causa de los cuadernos de las coimas, luego de haber encontrado en su domicilio pendrives en código con datos precisos de los sobornos.

Larraburu nació en un humilde hogar de la calle Salta, en la periferia de Bahía Blanca. Egresó en el fragor del aciago 2001 de la escuela normal superior de la Universidad del Sur y, con apenas un bolso en los hombros, se dirigió a Capital Federal para estudiar ciencias políticas. En el año 2007, con su título en la mano, ingresó a la administración pública, donde por primera vez pudo disfrutar de las mieles del estado. En su pequeño despacho de la subsecretaría de Gestión Pública de la Nación conoció a Abal Medina, quien inmediatamente olfateó que el joven Martín podía ser su hombre de confianza. Pocas semanas después, se convirtió oficialmente en su secretario privado.

Siendo aun muy joven, y por recomendación del propio Abal Medina, fue designado coordinador de la secretaría de Coordinación Pública en el año 2011, y desde entonces los kirchneristas de paladar negro, conocedores del mecanismo interno de la organización, comenzaron a reconocerlo como uno de los diseñadores del llamado “Relato K”.

El paso en falso, no obstante, lo daría un año después, cuando fue obsequiado con el manejo de la custodia de la Unidad Ministerial. Fue entonces cuando habría comenzado a encargarse de recolectar y repartir los bolsos de dinero provenientes, mayoritariamente, de empresarios de la construcción.

En los cuadernos de Oscar Centeno casi pasa desapercibido, de no ser por aquel fatídico 5 de septiembre de 2013, cuando el chofer escribió en sus registros que le entregó dinero pagado por el ejecutivo de Isolux, Juan Carlos de Goycochea. “Lazarte y Hugo Martín Larraburu retiran dinero en una oficina de Puerto Madero para luego llevárselo a Juan Manuel Abal Medina por indicación de Cristina Elisabet Fernández", detalló Centeno.

Nuevamente el 3 de octubre de 2013, el chofer asegura: “Cuando Lazarte se encontró con Martín, recibieron 200 mil dólares, que sumaron a otros 200 mil, que el secretario de Baratta traía del ministerio de Planificación, y le entregó todo a Martín para que lo lleve a presidencia".

Cuando la Policía Federal ingresó a su domicilio, Larraburu era empleado de la Cámara de Senadores de la Nación con la máxima categoría, traído de la mano de su eterno mecenas y, según todos los allegados al juez Bonadío, próximo detenido, Abal Medina. En el interior encontraron documentos digitales y pendrives que describen al detalle los recorridos de las coimas. Documentos, nombres, lugares, fechas y montos.

En la investigación ha resultado clave, hasta ahora, la figura del arrepentido. Cobijándose en ella, empresarios y funcionarios por igual han confesado delitos de toda índole, dando nombres, apellidos, fechas y cifras, acelerando notablemente el proceso judicial. Incluso intermediarios, como Héctor Alani, un piloto de avión que asegura haber llevado a Panamá 50 millones de dólares de Lázaro Báez, resultaron claves para el esclarecimiento de la intrincada red de coimas y sobreprecios que vició al movimiento peronista durante el 2003 y el 2015. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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