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30 de agosto de 2018 | Campo

Incertidumbre en el país

Después del “miércoles negro”, la corrida del dólar acorrala cada vez más al sector agropecuario

En medio del descontrol generalizado que vive la economía argentina, las variables negativas se acumulan: Suba desbocada del dólar, inflación galopante, incremento en las tarifas de los servicios y subas en el precio del combustible constituyen un auténtico escollo que impiden al sector agroindustrial expresar su potencial.

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En medio del descontrol generalizado que vive la economía argentina, las variables negativas se acumulan: Suba desbocada del dólar, inflación galopante, incremento en las tarifas de los servicios y subas en el precio del combustible constituyen un auténtico escollo que impiden al sector agroindustrial expresar su potencial y sobre todo, generar divisas.

Este caos se refleja en la cadena agropecuaria, que se encuentra ahogada por este panorama de incertidumbre. El gobierno nacional, a través del ministerio de Agroindustria, construye un relato en donde el sector agroindustrial argentino es pujante, gana espacios en los mercados externos y es el “supermercado del mundo”.

Nada más alejado de esta realidad. Los únicos ganadores con este modelo económico son las grandes exportadoras de granos de la zona del puerto de Rosario, claras beneficiadas con la devaluación del peso frente a la divisa norteamericana. El oficialismo está enceguecido en su postura, y con una terquedad asombrosa, apela a las fórmulas que fracasan una y otra vez.

Tras la brutal corrida cambiaria de las últimas horas, en donde el dólar trepó a los 41 pesos, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne definió en una sola frase cuál será la política de la Casa Rosada: "El único camino para salir de estas turbulencias es resolver el desequilibrio fiscal".

En esta afirmación reside la principal estrategia de Cambiemos para enderezar el rumbo, el tan mentado ajuste fiscal. En el caso del sector agropecuario, se traduce en una oleada de despidos, que suman 700 solo en la cartera agropecuaria encabezada por Luis Miguel Etchevehere.

En ese organismo se viven días agitados. Delegados gremiales del ministerio de Agroindustria vienen alertando sobre una nueva tanda de cesanteados, que ascendería a unos 600 empleados en todo el país. Los telegramas están al caer, y esta situación genera un clima de trabajo en donde predomina la incertidumbre y la angustia.

A nivel macroeconómico, la estrategia para el sector agroindustrial también pasa por el recorte. Hace algunos días, el ministerio de Hacienda anunció que congelará por espacio de seis meses  la rebaja gradual a los derechos de exportación a productos derivados de soja (aceite y harina). También adelantaron que eliminarán el Fondo Federal Solidario (FFS) y que reducirán al reintegro a las exportaciones en un 66 por ciento, de acuerdo a un esquema diferenciado por producto.

Con estas medidas, el oficialismo apunta a generar un ahorro fiscal de 15 mil millones de pesos durante el presente año y de 67.500 millones para 2019, en total unos 82.500 millones de pesos hasta diciembre 2019. En esta decisión puede verse la mano del Fondo Monetario Internacional (FMI), que apela una vez más a sus recetas tradicionales.

Para Cambiemos, la decisión de anular el FFS será un nuevo frente de conflicto que se abrirá en el ámbito bonaerense, cuando se discuta el Presupuesto 2019. A través del denominado “Fondo Sojero”, los municipios tenían asegurado un ingreso que perderán el próximo año; sólo en la provincia de Buenos durante 2017 se percibieron 2.000 millones de pesos en ese concepto.

Un repaso a algunas de las principales producciones agropecuarias permite elaborar un crudo diagnóstico. Si bien el macrismo presenta como un éxito de gestión el repunte exportador de la cadena bovina, a nivel interno existen eslabones con serios problemas, como el caso de los feedlots.

Los establecimientos de engorde a corral están acorralados por la suba del dólar. En un reciente informe elaborado por la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), la entidad enumeró las dificultades que atraviesan en el actual escenario económico. Pero hay un detalle: El documento toma como base un dólar a 27,5 pesos, para el período agosto 2018, y en unos pocos días la divisa norteamericana aumentó trece pesos. Una auténtica locura, que tira por la borda cualquier intento serio de planificación en el mediano plazo.

La producción láctea constituye otro caso emblemático que grafica el descalabro que viven distintas cadenas productivas, más allá del relato oficial. El título de un comunicado emitido por Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) sintetiza el momento de este sector: “El tambo en terapia intensiva”.  Previo a la última escalada del dólar, los tamberos estimaban que el costo del litro de leche producido ascendía a unos 9 pesos, mientras que la industria paga –en el mejor de los casos- 7 pesos.

Esta brecha ya significa una enorme pérdida. En el contexto de una actividad que tiene el 80% de sus costos dolarizados, la nueva cotización de 41 pesos configura un escenario por demás espinoso para estos productores.

De esta manera, mientras el gobierno nacional está empecinado en ocultar la realidad, el sector agroindustrial argentino ya no sabe qué hacer frente a la escalada imparable del dólar, que por el momento no parece tener techo. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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