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28 de septiembre de 2018 | Pelota dividida

La insensibilidad al servicio del poder

Matías Lammens, presidente de San Lorenzo, dejó sin trabajo al papá de Mía por pedir ayuda de IOMA

Mía se descompensa con frecuencia, tuvo varios paros cardiorespiratorios, tiene problemas de saturación, de deglución y dificultades respiratorias. Su mamá hace rato que abandonó su vida privada por la de ella, y la atiende las 24 horas del día, los 365 días del año. Si se salva, todo habrá valido de la pena.

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El poeta, dramaturgo y novelista español Antonio Gala aseguró que “el poder es como el nogal, no deja crecer nada bajo su sombra”. Algo de esta sombra tenebrosa alcanzó hace apenas unas horas a Carlos Mallia, el papá de la ya reconocida Mía, una beba con un caso de cardiopatía tan grave que no puede intervenirse con un catéter, sino que necesita una operación a corazón abierto para poder salvarse.

Su caso no es único, pero sí el amor que ha recibido desde su nacimiento por parte de la sociedad argentina. En las redes sociales se juntan firmas, apoyo, se forman foros y nunca falta quien intenta ayudar con lo que sea. El calvario que viven sus padres, no obstante, pareciera no apagarse nunca. Mía se descompensa con frecuencia, tuvo varios paros cardiorespiratorios, tiene problemas de saturación, de deglución y dificultades respiratorias. Su mamá hace rato que abandonó su vida privada por la de ella, y la atiende las 24 horas del día, los 365 días del año. Si se salva, todo habrá valido de la pena.

Su papá, mientras tanto, trabajaba gran parte del día para paliar las cada vez más escalofriantes cuentas y, a su retorno, cuidaba de Mía y de su hermano. La vida familiar ha sido absorbida por la burocracia de IOMA, un organismo provincial que ha sido denunciado en infinidad de veces por la misma cuestión. Ajeno a las emergencias médicas de sus afiliados, los obliga a sumergirse una y otra vez en una marea interminable de trámites burocráticos. Nada importa, no hay urgencias ni necesidades inmediatas. A la cola, a sacar fotocopias y esperar meses, aunque en ello se vaya lo único que queda de vida.

Carlos trabajaba en la bodega y distribuidora de vinos Ñuke Mapu, perteneciente al presidente de San Lorenzo de Almagro, Matías Lammens. Según allegados, la aparición del papá de Mía en los medios de comunicación reclamando una solución inmediata de IOMA sacudió intereses en las esferas de poder. De un momento al otro, indiferentes al complicado trajín de su vida diaria, las autoridades de la empresa le exigieron hacer horas extras bajo amenaza de perder el trabajo. Lo sabían de antemano: con el apretado horario de Mía y su hermano, para Carlos sería imposible tomar más horas.

Apenas tuvieron la certeza de que no podría cumplir con mayores horarios, lo obligaron a firmar la renuncia a cambio de no recibir el último pago de sueldo. Desesperado, Carlos firmó los cheques de Lammens.

Con Mía siendo derivada de un médico a otro, con la obligación de tomar medicamentos cada 8, 12 y 24 horas, su papá se acaba de quedar en la calle, víctima de la insensibilidad de los hilos del poder. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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