Viernes 26.04.2024 | Whatsapp: (221) 5710138
3 de octubre de 2018 | Municipales

Una herida que no cicatriza

2 de Abril: Urgencia, angustia y falsos certificados de defunción

En La Plata, al igual que en cualquier otra ciudad del mundo, decenas de seres humanos mueren todos los días. A pesar de ello, en la enorme mayoría de los casos sus familiares tienen la certeza de conocer cuál fue la causa de la muerte y saben qué ocurrió en sus últimos momentos...

facebook sharing buttonCompartir
twitter sharing button Twittear
whatsapp sharing buttonCompartir
telegram sharing buttonCompartir
print sharing buttonImpresión
gmail sharing buttonCorreo electrónico

En la ciudad de La Plata, al igual que en cualquier otra ciudad del mundo, decenas de seres humanos mueren todos los días. A pesar de ello, en la enorme mayoría de los casos sus familiares tienen la certeza de conocer cuál fue la causa de la muerte y saben qué ocurrió en sus últimos momentos. En el caso de las víctimas de la trágica inundación del 2 de abril de 2013, sorprende notar que algunas causas responden a “sumersión”, pero otras tantas –un número llamativamente grande- simplemente señalan “paro cardiorespiratorio”. 

A raíz de la investigación llevada adelante por REALPOLITIK, salió a la luz que en numerosos casos los efectivos policiales se encontraban colapsados de trabajo, por lo que muchos familiares se llevaron un acta de defunción “genérica”, sin que exista un estudio previo o autopsia. Algo similar ocurrió con las cremaciones. Acorde a un informe de la Secretaría de Inteligencia, muchas de ellas fueron llevadas a cabo sin autorización, dado que ya no había dónde depositar los cadáveres. 

Muchos de ellos, incluso fueron excluidos de la lista oficial de 67 muertos ofrecida por el gobierno bonaerense a la Justicia algunas horas después de la inundación. No fue hasta la resolución del juez Luis Federico Árias que fueron incluidos en el trágico listado. 

En medio de la catástrofe, en el vertiginoso correr de las horas, en momentos de soluciones rápidas y gritos, de desesperación y angustia, las historias mínimas de las víctimas se tejían en cada casa inundada, a la sombra del sensacionalismo y la política. 

Por caso, Cristina E. falleció a causa de la inundación en el hospital Rossi. Su hijo había logrado entrar en la casa con dificultad, y la encontró sentada en medio del agua, con el cuerpo muy frío. Luego de gritar por ayuda durante un buen rato, llegó un grupo de rescatistas que se la llevó inmediatamente sin aclarar a dónde iban. Probablemente, ni ellos sabían. 

Su familia la buscó en hospitales públicos, leyendo papelitos pegados en las paredes y preguntando por ella a cualquier persona que se detenía a escucharlos. Finalmente, les confirmaron que había fallecido en el hospital Rossi. 

Cuando se acercaron al hospital, el médico de guardia, sofocado de trabajo y muerte, les pidió que llamen a la policía para terminar los trámites mortuorios, dado que la muerte se dio con motivo de una tragedia natural y fue traumática. Ellos lo hicieron inmediatamente, pero el oficial que atendió el teléfono se sinceró: “No damos abasto con el trabajo. Pídanle un papel al médico y hagan lo que puedan”. En el Rossi, un profesional les extendió un certificado de defunción por paro cardiorespiratorio sin ningún tipo de estudio previo. Finalmente, Cristina E. fue velada en City Bell. 

Carlos M. vivía solo, con una señora que lo cuidaba. Transitaba en paz los últimos años de la vida en su casa de la calle 65. Cuando subió el agua, los vecinos comenzaron a escuchar los gritos de la señora que lo cuidaba, pidiendo ayuda, asegurando que Carlos se estaba ahogando. Cuando sus familiares llegaron, ya estaba muerto. No quisieron lidiar con los trámites y la autopsia que, con toda seguridad, le practicarían las autoridades, y decidieron conseguir un certificado de defunción privado que aseguraba que la causa de muerte era el paro cardiorespiratorio no traumático. Al fondo de la misma propiedad vivía otra vecina, que al día de hoy asegura que Carlos se murió ahogado ante sus ojos. Fue velado en Osacar pocas horas después. 

Por si citar un caso más de tantos, podemos hablar de Guillermo P., quien estaba internado en una sala de terapia intensiva en el hospital Español de La Plata. Cuando el agua arrasó con todo, se inundaron las salas que contenían el equipo electrógeno del hospital y los médicos comenzaron a trabajar a oscuras. Lamentablemente, los pacientes que necesitaban de una máquina para sobrevivir fueron los más comprometidos, especialmente en la sala en la que estaba Guillermo y en neonatología. Acompañado por su hija y su mujer, Guillermo se apagó lentamente. (www.REALPOLITIK.com.ar)


ETIQUETAS DE ESTA NOTA

La Plata, Luis Arias, 2 de Abril

¿Qué te parece esta nota?

COMENTÁ / VER COMENTARIOS

¡Escuchá Radio Realpolitik FM en vivo!