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9 de octubre de 2018 | Provincia

La vida de la beba se complica día a día

Desesperante pedido de la mamá de Mía, ante el rechazo de Vidal y Lorenzino

Mía necesita atención urgente. Su pequeño cuerpito no conoce de trámites, firmas y listas de espera. Acorde a los últimos estudios que le realizaron, su cardiopatía va en aumento, su corazón bombea demasiada sangre a los pulmones y necesita una intervención inmediata.

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Mía necesita atención urgente. Su pequeño cuerpito no conoce de trámites, firmas y listas de espera. Acorde a los últimos estudios que le realizaron, su cardiopatía va en aumento, su corazón bombea demasiada sangre a los pulmones y necesita una intervención urgente. Si el sistema funcionara, Cintia Alvarado, su madre, sólo debiera ocuparse de cuidarla y brindarle todo lo que necesite, de compartir con ella tiempo de calidad, ser la persona que la distrae con juegos e historias fantásticas. Sin embargo, Cintia es la involuntaria presa de una interminable lucha contra la burocracia cruel e inútil del Instituto de Obra Médico Asistencial (IOMA), bajo cuyas montañas de papeles repetidos y expedientes que nadie lee se han perdido innumerables y valiosas vidas.

La vida de la pequeña Mía no es sencilla. Además de su afección cardíaca, tiene una disfasia pulmonar, trastorno deglutorio y solamente se alimenta con leche. El viernes 21 de septiembre tenía turno para ver a la neumonóloga del hospital Posadas. El estudio era vital, y había sido pedido por el cardiólogo de la Fundación Favaloro, quien debe hacerle una operación a corazón abierto, dado que descartó el cateterismo debido al crecimiento de su cardiopatía.

A pesar de que la orden de la tomografía computada y la resonancia fue pedida en carácter de urgencia, IOMA decidió no autorizarla.

A las 9 de la mañana del 5 de octubre, Mía estaba lista para salir de paseo al hospital a hacerse más estudios, pero el Instituto no envió el traslado. A las 12 del mediodía, después de 3 horas de espera, la médica se retiró del consultorio sin verla. Otra vez, se suspenden los tan necesitados estudios. Más trámites y más reclamos para Cintia, cuya batalla diaria e injusta contra el sistema la deja sin fuerzas para nada más.

IOMA tampoco les terminó de aprobar la enfermera. Mía toma medicamentos cada 6 y 12 horas, necesita que le coloquen sondas, que se las cambien varias veces al día, aspiraciones por la mañana y por la noche y un cuidado constante. Para el organismo provincial, nada de eso importa. Primero hay que llenar los expedientes, aunque se demoren semanas y meses, los papeles se pierdan en el camino y el papeleo signifique una merma en el estado general de la beba. Sus padres entregaron la historia clínica, pero ahora el Instituto quiere otra.

Lejos de ayudar, las autoridades bonaerenses parecieran empeñarse en trabar aun más el progreso de Mía. Resulta impensado que un ser humano, sea un empleado administrativo o un funcionario, cobre animosidad contra una beba indefensa, por lo que la actitud del estado se vuelve inentendible. Ni siquiera el titular de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires, Hernán Lorenzino, aceptó ayudar. Luego de un sinfín de promesas vacías y llamados oportunos, todo quedó en la nada.

A pesar de los reclamos, pedidos por nota, recolección de firmas y llamados telefónicos, tampoco hubo respuesta de la gobernadora María Eugenia Vidal, quien se mantiene ocupada en timbreos y campaña electoral. Cuando un voto cobra más importancia que una vida inocente, entonces algo funciona realmente mal en la sociedad.

Peor aún fue la actitud del actual presidente de San Lorenzo de Almagro y futuro candidato político Matías Lammens. Luego de una descompensación grave de su beba, Carlos Mallia, el papá de Mía, recibió un insólito pedido de la empresa en la que trabaja, la distribuidora de vinos Ñuke Mapu, en el que le exigían horas extras.

Carlos explicó que, con los inconvenientes del cuidado de Mía y el tiempo que debe dedicar a cuidar a su otro hijo mientras Cintia acompaña a la beba, no podía pasar más horas en el trabajo. En consecuencia, Lammens, como dueño de la distribuidora, decidió pedirle la renuncia.

Nada importa. La sociedad pareciera desenvolverse en un continuo individualismo en el que solo importan los trámites, el dinero y el poder político. Un mundo de expedientes, dinero y carpetas de cartón amarillo despojadas de humanidad, en el que la pequeña Mía se erige ya no solo como un reclamo justo sino como una pequeña luz de esperanza que no piensa apagarse, a pesar de Vidal, de Lorenzino y de todos aquellos que eligieron mirar para otro lado. (www.REALPOLITIK.com.ar)


ETIQUETAS DE ESTA NOTA

IOMA, Guido Lorenzino, Mía Mallia

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