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7 de noviembre de 2018 | Nacionales

¿Ultimátum?

Cansada de las críticas, Awada busca convencer a Macri para que no vaya por la reelección

Acorralada por una nueva ola de críticas, Awada le habría dado su ultimátum al presidente de la Nación: “Si te presentás, vas a tener que explicarle a la gente por qué lo hacés solo, sin tu mujer ni tus hijos”.

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La prestigiosa revista española Vanity Fair, en un artículo titulado “Cómo los Macri cayeron en desgracia”, aseguró que “los momentos de tranquilidad, de paz, de reflexiones nocturnas, de satisfactoria responsabilidad, hace meses que quedaron atrás. Actualmente, no corren buenos tiempos para Mauricio”.

En los pasillos alfombrados de la Quinta de Olivos un asesor se acerca al despacho presidencial, golpea dos veces la puerta y abre, asomándose con timidez. Está nervioso, tiene la boca seca y le transpiran las palmas de las manos. Sabe que lo que tiene que comunicarle al presidente de la nación no es nada agradable: la primera dama eligió quedarse en el departamento de Libertador. Otra vez.

Juliana Awada lo dejó bien claro hace varias semanas, incluso meses atrás. No quiere que su marido se lance a una reelección. ¿Cuál sería la motivación? Sus asesores aseguran haberla escuchado meditar en varias oportunidades. ¿Dinero? Ya lo tienen. ¿Fama? Ya la tienen. ¿Poder? Su marido, que fue presidente del club de fútbol más convocante del país, jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y presidente de la nación, ya se ha embebido en él hasta el hartazgo. ¿Qué queda entonces para ganar?

Empresaria multimillonaria acostumbrada a sopesar fríamente los pro y los contra, el debe y el haber de cada decisión como si de su empresa de indumentaria se tratase, no encuentra razón alguna para mantener a su familia en la polvorienta y húmeda arena de la política argentina. Es hora de mirarlo de afuera, desde la comodidad de la mullida platea.

Lo cierto es que su rol de primera dama le valió el distanciamiento de Alejandro, su querido hermano, quien aun pareciera encontrar humillante que su hermana se haya casado con un Macri. También sacó a la luz el escándalo de las denuncias en su contra por explotación infantil en los talleres de Awada, su marca de ropa.

Los periodistas y la sociedad no le pierden pisada, lo que suele crear un juego peligroso para una mujer acostumbrada al tiempo de ocio y los viajes de placer. Hace tan sólo unas semanas, un improvisado espectador fotografió al helicóptero presidencial en el predio del estadio Islas Malvinas del Club Atlético All Boys. Aquel día, en ese mismo lugar, la cantante colombiana Shakira despuntaba el vicio ante miles de espectadores. Pocos minutos después, y con el antecedente del presidente Mauricio Macri, quien había utilizado el mismo vehículo con la irrisoria idea de ir a buscar a su hija a la escuela, los usuarios de las redes sociales comenzaron una cadena de mensajes que aseguraba haber visto a Awada en el recital. De poco sirvió la aclaración de la Casa Rosada negando su presencia, la foto ya se había viralizado.

En junio, mientras María Eugenia Vidal recibía un vendaval de críticas por asegurar que era poco necesaria la presencia de tantas universidades en el conurbano porque “los pobres no acceden a ellas” y Mauricio Macri hacía trabajar horas extras a su equipo para salvar las papas, Juliana se fue a París a andar en bicicleta y, posiblemente, a Mónaco a visitar a Bruno Barbier, su ex pareja y el papá de Valentina, su hija mayor. Las críticas más furibundas no tardaron en llegar.

A la vuelta, en lo que algunos consideraron su “último gesto de buena voluntad” hacia su marido, se tomó una foto junto a la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, quien se hizo conocida mundialmente por darle de mamar a su pequeña en plena Asamblea General de la ONU. Al publicarla, decidió enviar un mensaje a las mujeres argentinas, asegurándoles que “el marido de la primera ministra se queda en casa cuidando a la pequeña y nos da un mensaje a todas las mujeres: no hay límites que nos impidan cumplir con nuestros sueños”. Inmediatamente, fue ridiculizada por sus propios seguidores, quienes con ironía y delicadeza le explicaron a la primera dama que eso puede ocurrir en países ordenados y con economías estables, y no en la Argentina, donde las parejas por línea general necesitan de sus dos salarios para llegar a fin de mes.

En julio de este año comenzó a rebalsar el vaso. Por recomendación de sus asesores, fotografió a su hija Antonia “recibiendo” a un grupo de chicos de Villa Itatí, reconocida por ser el lugar donde se descubrieron un centenar de aportantes truchos de Cambiemos, utilizados para blanquear dinero ilegal. La imagen de su hija se sumó a otras tantas en las que la primera dama trató de valerse de la inocente niña. Antonia cosechando quinotos con su abuela, Antonia pintando en la residencia oficial, Antonia recorriendo Tecnópolis. La hija se volvió una militante involuntaria de su padre. Mezcla de orgullo materno y explotación infantil, la inocente Antonia se paró frente a un grupo de niños igualmente inocentes, que desconocen la trama de lavado de dinero y corrupción que se coció a sus espaldas en Villa Itatí.

Acorralada por una nueva ola de críticas, Awada habría dado entonces su ultimátum: “Si te presentás a la reelección, vas a tener que explicarle a la gente por qué lo hacés solo, sin tu mujer ni tus hijos”. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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