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Tecnología y cultura
Instagram: la ansiedad del siglo XXI
Entrar en los 25 y mirar las redes sociales como una regla que mide el éxito o fracaso de unos con otros.
Alejandra León
Esta es una conversación que he mantenido de manera sostenida con varias personas, y creo que probablemente quien lea este, no sé cómo llamarlo (artículo de opinión o de apoyo social), de una u otra manera espero terminarlo sin antes lanzarme del puente de la desesperación a los brazos de soluciones momentáneas.
Hoy me levanté y abrí Instagram, como de costumbre, empecé a pasar por las historias diarias de las personas. ¿Qué encontré? Lo mismo que probablemente todos ven a diario, y lo enlisto: relaciones de amor exitosas; gente esforzándose por estudiar pero buscando un descanso al publicar que, ¡están estudiando!; fiestas, alcohol y amigos; resumen: éxito en su mayor esplendor.
Y sin darme cuenta, mi cabeza empezaba a hervir por la lluvia de ideas que llegaba acompañada de (imaginen qué) ansiedad. Momento siguiente mi cabeza empezada a correr un programa de programación capaz de poner de un lado de la balanza mis acciones y por otro las acciones de cada story. De repente, y sin habérselo pedido, mi cerebro empezaba compararlas a detalle, qué haces, qué no hiciste, por qué no, fue una buena decisión, y la lista de preguntas sigue.
Es sorprendente como tu mente se tupía cuando el profesor de matemáticas te hablaba de algoritmos y de repente hace todo esto en un lapsus de 30 segundos hasta que llega la siguiente historia y el proceso empieza de nuevo. Estos análisis rápidos me habrían permitido terminar mi tesis en una semana, pero no culparé a mi cerebro por sus decisiones irracionales.
Al final de dicho análisis, siempre aparecía la pregunta del millón: am I doingright? Pues en este caminar diario (ver Instagram y entrar en agonía) me di cuenta, sí, y que en verdad todos estamos bien en nuestro propio camino. Noté que el tiempo de cada persona es distinto, y si hoy no estoy de fiesta es porque mi paz es el estar en casa. Que mi “concepto de felicidad” no puede ser medido con el de otros, porque lo que me hace sonreír es lo que estoy haciendo en ese momento, no lo que hacen los demás.
Finalmente, la felicidad y el éxito es algo superfluo, un invento de alguien que pretendía ser mejor que el otro colocando un título a lo que sentía sin notar que el otro lo sentía igual.
Esto es para aquellos ansiosos que probablemente ya descifraron esto, o están en camino. Sientan que no están solos y que esta sensación es el precio que pagamos por la era moderna, por tener toda la información en nuestras manos, y esta sensación viene en combo -AGRANDADO-. Respiren hondo, miren su vida y díganle a su cerebro: porque no pudiste con los algoritmos y pretendes atormentarme con esto. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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