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28 de diciembre de 2018 | Pelota dividida

Exclusivo PELOTA DIVIDIDA

Cecilia Mangano denunció penalmente a su padre por abuso sexual, psicológico y económico

El día 22 de diciembre, la nieta de Mariano Mangano, el ex presidente de Estudiantes entre los años 1960 y 1970, presentó una denuncia penal ante el Gabinete de Delitos contra la Integridad Sexual, dependiente de la DDI de La Plata, contra su padre José Luis Panetta.

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Según contó Cecilia Mangano ante la Justicia, la denuncia por abuso sexual es una consecuencia no solo de la coyuntura actual sino también de sus años de terapia, que le permitieron darse cuenta que existía un bloqueo mental de su niñez y su adolescencia.

“Tenía muchos problemas con mi papá José Luis Panetta, de 83 años de edad, porque me decía que estaba loca y me maltrataba psicológicamente. Estuve en terapia psicológica y psiquiátrica hasta el año pasado con el doctor MR”, comienza indicando la denunciante.

“Con años de terapia me di cuenta que los rechazos que yo tenía por los delitos de abuso sexual era porque yo había sido víctima de un hecho de abuso sexual”, añade. 

Ante la Justicia, la nieta de Mariano Mangano autorizó a su psiquiátra a que revele el secreto profesional. Además, mencionó: “Con mis hermanos (Mario Luis y José Luis Panetta) no me hablo, tengo una muy mala relación con ellos, me golpearon en una oportunidad y me hicieron causas inventadas por delitos económicos. Mi mamá (Delia Esther Mangano) sabe que voy a hacer la denuncia, pero no está de acuerdo, ella no quiere involucrarse”.

Para concluir, Cecilia Mangano escribió unas líneas sobre lo sucedido a las que PELOTA DIVIDIDA tuvo acceso y que transcribe a continuación en forma exacta. Allí relata el proceso interno que la llevó a hacer pública la denuncia y de los maltratos a los que fue sometida por su condición de mujer.

Hace años que no puedo destrabar mi pasado, por bloquearlo, por temor, por saber que me trauma tanto en mi vida. ¿Qué fue lo que me ha hecho? Digo “me ha hecho”, porque solo con una persona me pasa esto, coincidentemente con quien recuerdo el trabajo personal de la baja autoestima que generó en mí, la discriminación por ser mujer, las exigencias que tenía conmigo a diferencia con mis hermanos porque eran varones, supuestamente porque yo era la hija mujer e ilógicamente con otras mujeres no lo hacía.

Cada vez que yo veía algo raro u opinaba, mis palabras eran descalificadas y me trataba de local, de que yo no servía, que hasta físicamente siempre encontraba algo para tramarme, para menospreciarme, hacerme inferior ante él y los demás, porque supuestamente de esa manera él tenía autoridad, poder, el que abusó constantemente psicológicamente y sin lugar a dudas físicamente. 

Porque yo escuchaba cosas que sucedían y cuando yo se las contaba a mi madre, él me decía que yo estaba loca. Hasta que un día mi madre se divorció y los servicios domésticos comenzaron a hablar, amigas del colegio, de la facultad, la hija de mi modista y hasta su propia madre, gente conocida de la familia que también lo sabían, porteros del edificio que sabían que lo hacían con mujeres paraguayas, bolivianas y con chicas que venían a trabajar a mi casa del sur de nuestro país, ya que teníamos campo en Río Negro, y a las chicas las traíamos de allá. También trató de abusar de gente de la familia, pero nadie tira la primera piedra, y yo siempre estaba loca, siempre veía -según él- cualquier cosa y escuchaba cualquier cosa. 

Años de terapia me llevaron y un día mi psiquiatra cuando le conté un hecho que me había sucedido con un médico que vino por emergencia médica a mi domicilio me tocó, mi psiquiatra me dijo que él en realidad abusó de mí y que yo lo tenía naturalizado, por lo cual no distinguí. Fui también a hacer hipnosis, cursos para poder llegar a ver mi pasado bloqueado, y solo cuando veo cosas tremendas que alguien tiene el coraje de decirlas, me hace tanto daño, me siento tan culpable de no haber dicho lo que me pasaba para poder salvar a que no repita lo mismo que conmigo.

Mis únicos dos hermanos varones siempre fueron igual a él en su postura machista y tratarme de loca y menospreciarme, y también fueron sus cómplices de tapar los abusos que él hacía, ellos lo sabían y saben. Uno de mis hermanos cuando le conté lo que había visto y en el auto que él iba, que era de alta gama y uno de los pocos que había en la ciudad, solo me contestó: “Cómo no agarró el Fiat Siena para hacerlo”. Yo ya no lo podía creer. Solo le importaba no ser reconocido. Los abogados me pidieron que tenga mucho cuidado con lo que decía, porque sabían que él me iba a volver a descalificar, si bien el tiene sexto grado, su propio complejo de inferioridad y tener poder económico por casarse con mi madre, eso sintió que le dio poder para todo, hasta para sobornar. 

Pertenece al Rotary Club y también tuve miedo porque cuando hacía tarea de supuesta ayuda en lugares carenciados, yo estaba segura que ahí iba a abusar, como también cuando quiso ser presidente del Rotary Club y le dijo a sus miembros que si no lo votaban a él, él mismo iba a decir con qué otra mujeres salían los miembros del Rotary Club, por lo cual algunos renunciaron y otros se quedaron, aún siendo mujeres que sabían las historias de sus maridos. Realmente un asco.

El padre de él fue tan patético como él, lo vi desde mi infancia, han aparecido tías por diferentes lugares, vi cosas avergonzantes de mi abuelo paterno y mi padre haciéndose pasar por alguien diferente a su progenitor, yendo a misa con sus nietos, para tratar de ser el abuelo querido, pareciendo una persona bondadosa, cuando toda su vida fue lo contrario, típico de un psicópata.

Me daba un tremendo estado de angustia, asco, culpa, vergüenza y un dolor que no se lo deseo a nadie, y tampoco saber a quién poder contárselo, solo en terapia y aún así me costaba hacerlo.

Ahora me encuentro que con lo que está sucediendo, ya que si hice la denuncia penal hace años, presenté testigos que me pidieron en la UF 11, y la Justicia es injusta con sus tiempos y con la gente que atiende al que es víctima de la violencia.

Siempre dije que es ahí donde se demuestra dos veces la violencia, por el que la ejerció y cuando uno va por sus derechos a defenderse, pero ahora creo que esto cambió y es lo que me hace contar la verdad, a no callar más. Me di cuenta que a determinado nivel socio cultural económico, el silencio es mayor. Yo no quiero callarme más, no quiero sentir culpa, miedo de represalias, de que me descalifiquen porque ahora me atreví a contarlo.

Antes lo contaba a algunas personas, y no lo podía hacer público, tenía miedo, vergüenza y mucha culpa y mucho asco. Por todo lo que estoy escuchando, me atreví a decir que ya no tengo miedo, no tengo culpa, quiero la verdad, fue mi padre José Luis Panetta, es por eso que también omito mi apellido y me digo Cecilia Mangano. Legalmente me lo agregué cuando mi madre se divorció y me enteré aún más cosas, yo no me puedo identificar y sentirme su hija, es muy duro para mí cargar con un pasado y con su apellido, por eso uso el de mi abuelo, que es mi ejemplo y figura paterna. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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