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2 de enero de 2019 | Interior

Mejor candidatura en mano…

El socialista Miguel Lifschitz se queda en el pago

Termina el año pero la política, con la predecible excepción del presidente Mauricio Macri, no se toma vacaciones. El gobernador Lifschitz decidió quedarse en sus pagos y dejar sus aspiraciones nacionales para otro momento más propicio.

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Mientras el peronismo imagina distintas alternativas para reorganizarse y los radicales analizan la posibilidad de abrirse de Cambiemos para ir por su cuenta, o eventualmente sumarse a una tercera vía con Alternativa Federal y el socialismo, justamente el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, decidió deponer sus ambiciones de integrar una fórmula presidencial -ya fuese en el espacio de centroizquierda que tratan de articular Ricardito Alfonsín, Margarita Stolbizer y Martín Lousteau, o bien como eventual acompañante de Sergio Massa-, para dedicarse a asegurar el control provincial para su partido. 

De este modo, el gobernador encabezaría la lista de diputados provinciales del Frente Progresista, para así tratar de obtener la presidencia de esa Cámara e intentar el retorno a la gobernación en 2023.

La decisión del gobernador replica una estrategia que ya utilizó su antecesor, Antonio Bonfatti, en 2015, y que ahora lo coloca en situación expectante para retornar a la Casa Gris a fines del año próximo. Pero Lifschitz pretende superar esa jugada, colocando en el primer término de la lista de senadores provinciales por Rosario a su aliada y discípula, la intendente Mónica Fein. De este modo, la jugada del gobernador apunta así a tener el comando de ambas cámaras, sobre todo en la de Senadores, donde el peronismo es más fuerte y tiene excelente vinculación con Bonfatti

Sin embargo, la adopción de esta estrategia no fue el plan original, sino una adecuación a los tiempos políticos. En principio, Lifschitz intentó, sin éxito, impulsar una reforma constitucional que incluía la reelección del gobernador, pero la misma fue vetada en la Legislatura. El gobernador actual sabe que el principal responsable de ese fracaso fue su camarada Bonfatti, que hubiese visto trabado su retorno a la gobernación el año próximo, en caso de que la iniciativa se concretara. Hoy, Lifschitz y Bonfatti hacen campaña juntos… Alta política.

Al naufragar su intento de reforma constitucional, Bonfatti incrementó sus contactos con el peronismo federal, a sabiendas de que si bien su camino a la presidencia de la Cámara de Diputados provincial no parece complicado, sí en cambio los tendría para hacer pié y tratar de colocar en la presidencia a la intendente rosarina, habida cuenta de la estrecha relación entre el peronismo provincial y Bonfatti. Por esa razón coqueteó con Juan Manuel Urtubey y con Sergio Massa, hasta el momento en que debió tomar una decisión, y allí acaba de privilegiar la conservación de los espacios provinciales que maneja, antes que una eventual proyección nacional que, en las condiciones actuales, implicaría una especie de salto al vacío. 

Pese a este renunciamiento, Lifschitz continuará jugando un papel muy significativo en las construcciones de Alternativa Federal y del radicalismo de centroizquierda. Ya confirmado el paso al costado, el gobernador santafesino parece haber adoptado la tesis de Eduardo Duhalde respecto de la necesidad de que el próximo gobierno sea “corto”, sin expectativas reeleccionarias y de unidad nacional. Y hasta aceptó el nombre propuesto por el ex presidente: para Lifschitz, el mejor candidato es Lavagna, y así lo ha expresado públicamente días pasados: “Sería trágico terminar entre Macri y Cristina. Creo que Lavagna es una de las pocas figuras que puede ser síntesis de distintas expresiones políticas. Cuando fue funcionario siempre tomó decisiones en favor de un modelo de desarrollo que nosotros compartimos, estamos pensando en un gobierno de unidad nacional, un gobierno de transición para sacar al país de este laberinto”.

El juego está abierto. Los gobernadores juegan a garantizar la elección provincial, adelantándola a las nacionales, al no crecer significativamente ninguna de las candidaturas propuestas como alternativa a la polarización entre Macri y Cristina. La mayoría de ellos considera que de esa radicalización no cabría esperar nada bueno para el país, y aspiran, una vez reelectos, a meter baza en la definición de una tercera opción Pero los tiempos son muy acotados, y ante la alternativa de perder todo jugando a ganador, prefieren mantener el terruño. Pragmatismo en estado puro. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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