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4 de febrero de 2019 | Judiciales

El juez Juan Pablo Masi, en la mira

Increíble: Una familia acomodada de Avellaneda usurpó un cementerio en Brandsen

En el año en que se recuperó la democracia, un italiano compró unas 15 hectáreas en la localidad de Brandsen, donde tenía pensado montar un country. Tras varios años de tener posesión del mismo, el entonces intendente Gastón Árias le solicitó el armado de un cementerio, que se vio truncado ante la toma que desde el 2006 se mantiene de las tierras.

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Se trata de la historia de un inmigrante llamado Benito Gigi, quien compró en 1983 un terreno que por ese entonces no prometía mucho, pero para el cual el italiano tenía grandes expectativas, pensando en reunir un grupo de inversores para llevar en el futuro un megaproyecto. Sin embargo, tras varios años en los que trabajó sus ideas, las mismas se vieron truncadas y la política se inmiscuyó enredando todo.


El inversor italiano, Benito Gigi.

Desde la municipalidad de Brandsen incentivaron al hombre a colaborar con la comuna y, en lugar de armar un country, idea original del propietario, se decidió la creación de un cementerio privado en esas 15 hectáreas. La idea que surgió desde la cabeza del estado local, cayó bien en Gigi y fue recogida, cobrando vida en el año 1997, cuando surgió la sociedad “Parque de La Paz”, que comenzó a armar el terreno para dar marcha al proyecto.

Llegó el año 2004 y todo se encontraba en perfectas condiciones como para comenzar a trabajar, sólo faltaba introducir alguna persona fallecida en el lugar para que las tierras oficialmente se transformen en un cementerio. Pero el italiano se enfermó, debiendo llevar a cabo su tratamiento en el país que lo vio nacer, donde finalmente se radicó. El resto de la sociedad inversora, dejó de interesarse por el proyecto sin siquiera imaginarse lo que sucedería.

A su vuelta, Gigi se encontró con la sorpresa de que su cementerio había sido usurpado durante el mismo año que se despidió de la Argentina. Una familia acomodada de Avellaneda y con vínculos con el poder, sobretodo judicial, había desarrollado en las 15 hectáreas un espacio en donde se encontraba una espléndida cancha de polo, entre otras cosas, que fue inaugurada incluso con la presencia de Mirta Sargiotti, quien fuera intendenta interina ante la renuncia de Rubén Piazza.

Ante esto, las acciones judiciales se fueron realizando una tras otra, según lo asesorado por sus representantes legales, pero la Justicia, siempre perezosa en nuestro país, durmió la causa. Hoy, el conflicto caratulado como “usurpación de inmueble”, cursa en el Juzgado de Garantías Nro. 4 a cargo de Juan Pablo Masi, de quien, trascendió, existirían cámaras ocultas que pondrían en tela de juicio su imparcial desempeño.

Así, Miguel Ángel Torres Adrado hoy se encuentra en posesión de un terreno del cual no tiene escritura, pero se ampara en el pago de los servicios durante los últimos ocho años para dar cuenta de su titularidad.

A pesar de esto, Gigi insiste y ha presentado pruebas de facturas realizadas a la sociedad, más allá de su escritura, en donde figura la titularidad del espacio ubicado en ruta Nro. 54.

Ante esto, la Justicia se basa en cuadros en las paredes y cuestiones vanas para dar cuenta que el real dueño es el usurpador, cuestión que el italiano sigue reclamando a pesar que diferentes fiscales y jueces embarran una causa que debería finalizar ante las innumerables pruebas que el reclamante ha presentado. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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