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7 de febrero de 2019 | Nacionales

Las insólitas internas de Cambiemos

Para controlar las paritarias en Educación, el macrismo le arrebata SOEME a María Eugenia Vidal

Una enseñanza irrecusable de la política a lo largo de los siglos, es que todo poder que se impone límites, termina desmoronándose. Desde Roma hasta la Unión Soviética, los ejemplos sobran.

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Sin embargo, los asesores de la gobernadora María Eugenia Vidal parecen haber ignorado esta verdad de perogrullo, pero verdad al fin. Y es así que, en cuestión de horas, quien fuera considerada como la más rutilante aparición en el universo de la política argentina en los últimos años, parece haberse convertido en una estrella titilante. Siempre es así la brutalidad del poder.

Pruebas a la vista, en cuestión de horas Vidal, quien hacía sombra al protagonismo político del presidente Mauricio Macri dentro de Cambiemos, y a quienes muchos postulaban como la candidata natural de la alianza en las elecciones presidenciales de este año, habida cuenta de la caída constante del primer mandatario en las encuestas y los pronósticos muy negativos de los economistas para el presente año -presumible corrida cambiaria preelectoral incluida-, pasó a convertirse, a los ojos de la mayoría, en una simple administradora del gobierno nacional en la provincia.

Su decisión de privilegiar la lealtad partidaria, cediendo ante las presiones y amenazas recibidas desde la Casa Rosada, le significan un costo político que aún resulta difícil evaluar, ya que parece incrementarse cada día.

Para la mayoría de los analistas, una vez conseguido el objetivo de mantener incólume la unificación de las elecciones nacionales y provinciales en territorio bonaerense, el poder central debería haberse llamado a un cauto silencio. Sin embargo, el gobierno no pudo dejar de tentarse al ver que la sangre corría por la herida abierta en La Plata, y duplicó la presión.

En este caso, no fue Marcos Peña Braun, sino el ministro de la Producción, Dante Sica, el encargado de remover el cuchillo. El escenario escogido fue el sindicato SOEME, que en su momento fuera intervenido por el entonces ministro de Trabajo Jorge Triaca, mientras que su anterior titular, Marcelo Balcedo, todavía afronta una causa en la Justicia.

Hace unos días, el interventor designado por Jorge Triaca, Conrado Reinke, fue desplazado por el ministro de Producción Dante Sica -de cuya cartera depende la actual secretaría de Trabajo-, quien decidió simultáneamente la continuidad de la intervención. La decisión, que algunos interpretaron como una decisión del gobierno de terminar con los últimos rezagos que quedaban de la gestión Triaca, en realidad se debió a que Sica tomó conocimiento de que Reinke había presentado al juez Ernesto Kreplak, que entiende en la causa, la supuesta documentación probatoria de que el gremio ya estaba reorganizado y en condiciones de poner fin a la intervención, mediante la convocatoria a elecciones.

Cuando se enteró de la novedad, Sica puso el grito en el cielo y, aprovechando las irregularidades, sacadas a la luz por REALPOLITIK, decidió echar a Reinke y decretar la continuidad de la intervención. No obstante, pasaron algunos días para que en la gobernación tomaran conocimiento de lo sucedido y sólo accedió a las novedades a través de la lectura del Boletín Oficial.

El sindicato SOEME agrupa a los auxiliares de la educación en la provincia de Buenos Aires, y constituye una pieza importante al momento de afrontar las paritarias de un sector que nunca le ha resultado propicio a los gobernadores, y este año parece continuar en la misma línea. Por esta razón, la intervención del gremio estaba a cargo de dos interventores, uno designado por la nación y otro por la provincia. En síntesis, el ministro Sica “puenteó” a Vidal al decretar unilateralmente la continuidad de la intervención, mientras en La Plata continuaban lamentándose por el adelantamiento de las elecciones que no fue.

Hay una segunda razón que voceros informales atribuyen a la decisión de Sica, y que apunta que el sindicalista Luis Barrionuevo tendría la intención de quedarse con el control del sindicato intervenido. No hace falta hurgar mucho para comprobar que las relaciones entre Barrionuevo y Sica trascienden ampliamente lo meramente institucional.

Así las cosas: ¿Se quedará callada la gobernadora, observando cómo se le escurre su antiguo poder como arena entre los dedos? ¿Ensayará algún tipo de respuesta?

Cabe recordar que aún le quedan más de diez meses de gestión y que no sólo en el gobierno nacional tienen olfato para oler la sangre que brota de su herida abierta. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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