
Interior
El gobierno de Mauricio Macri va perdiendo peso con el paso de los días. Desde el mes de octubre del año pasado ha debido entregar el control del ministerio de Economía y del Banco Central al FMI y, a partir de entonces, se han ido paralizando o degradando la mayoría de las áreas de acción que reclaman una generosa provisión de fondos públicos.
La obra pública está prácticamente paralizada, los salarios y la actividad económica están en terapia intensiva, y sólo mantienen su ritmo generoso de crecimiento las exacciones sobre el bolsillo de la mayoría, sea a través del aumento de las tarifas, los combustibles o los precios internos.
Como correlato de esta declinación, que todas las encuestas testimonian con fidelidad, más allá de que sean encargadas por el gobierno o por la oposición, el radicalismo se rebela por todas partes exigiendo más participación en las listas y mayor libertad para intentar la competencia electoral interna dentro de Cambiemos. Paradójicamente, su principal aliado para mantener la paz pública es la oposición, dispuesta a mantener la situación en stand by más allá de su gravedad, para mantener a la actual administración en funciones hasta el fin de su mandato. Es que el peronismo no quiere cargar con la condena de ser identificada por los medios como “desestabilizadora”, ya que esto terminaría por atribuirle la responsabilidad por los desaciertos del gobierno en funciones.
En el gobierno se felicitan por el éxito del lawfare y su sólida estrategia mediática, que ha conseguido devaluar la capacidad combativa de la oposición. Y hasta sueñan con una eventual reelección de Mauricio Macri, claro está que a condición de que la apuesta a la polarización consiga imponerse nuevamente y que la candidata a confrontar en la segunda vuelta electoral sea Cristina Fernández de Kirchner.
Sin embargo, el llamado de alerta de los economistas estrella con los que el gobierno mantiene un sólido vínculo –Carlos Melconián, Guillermo Calvo, Miguel Angel Broda, Domingo Cavallo, Javier Milei, etcétera-, en el sentido de que un buen desempeño de la ex presidente en las PASO provocaría una corrida financiera con resultados imposibles de evaluar –salto exponencial del dólar, hiperinflación, incluso tal vez un default-, alarmó al presidente, quien, luego de mantener conversaciones por separado con algunos de ellos, decidió encargar a Miguel Angel Broda la formación de un equipo a los fines de elaborar un “plan global” para sacar al país de la gravísima crisis económica que atraviesa. Bajo la batuta de Broda participan Ricardo López Murphy, ex ministro de Fernando De la Rúa; José María Dagnino Pastore, ministro de Economía de las dictaduras de Juan Carlos Onganía y Reynaldo Bignone; y Guillermo Calvo. Asimismo, el presidente continuará recibiendo contribuciones de Carlos Melconián y Domingo Cavallo.
Dentro de la mesa chica del presidente la novedad cayó bastante mal, y en los entornos de Marcos Peña Braun y Nicolás Dujovne dejaron trascender que “se trata de un combo de viejos que fracasaron cuando les tocó actuar”, por lo que le restaron importancia a la decisión, y argumentaron que en realidad las propuestas serían tomadas en cuenta para un próximo período presidencial de Mauricio Macri. Si consigue imponerse en las elecciones, naturalmente. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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