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9 de abril de 2019 | Historia

Enemigos en Medio Oriente, socios comerciales en Argentina

Israel y Libia, los principales proveedores de armamentos durante la guerra de Malvinas

A 37 años del final del conflicto que enfrentó al país con Gran Bretaña, datos de la colaboración de dos países rivales salieron a la luz. Viajes clandestinos y toneladas de armamento, las claves de un lucrativo negocio.

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por:
Alberto Lettieri

Pasaron ya 37 años de la guerra de Malvinas y recién ahora comenzamos a conocer algunos vericuetos insospechados, celosamente guardados por sus protagonistas. Y es que esa guerra no sólo tuvo repercusión en la opinión pública de las naciones enfrentadas, sino también en el tablero internacional. Sobre todo habida cuenta de que, pese a su larguísima declinación, Gran Bretaña era un jugador protagónico tanto a nivel militar, como en un rubro que genera ingresos excepcionales, pero que a menudo pasa desapercibido en la agenda mediática: la venta de armas.

Hasta ahora era sabida la colaboración tácita brindada por Francia a nuestro país al negarse a entregar a los británicos el software de aviones y misiles de ese origen, lo que hubiese permitido a los ingleses anular su capacidad operativa. También del explícito aporte diplomático, y la contribución en aviones y pilotos que realizó la nación hermana del Perú. Y últimamente se conoció el respaldo moral del estado italiano.

Pero lo que era menos conocido, más allá de algunos rumores nunca confirmados, eran las abultadas operaciones de venta de material bélico que realizó el Estado de Israel, a pesar de su formal alineamiento con los EEUU y Gran Bretaña. 

En su libro “Operación Israel: El rearme argentino durante la dictadura (1976-1983)” -publicado en 2011-, el periodista Hernán Dobry desentraña ese significativo vínculo comercial que se extendió a lo largo de todo el período de gobierno de la dictadura cívico-militar, y que no cesó durante la Guerra de Malvinas, a pesar del bloqueo a que había sido sometido nuestro país por parte de Gran Bretaña, la Comunidad Económica Europea, el Commonwealth y los EE.UU.

La compra de armamentos alcanzó un monto cercano a los 173 millones de dólares de la época, e incluyó aviones Mirage IIIC y A-4E Skyhawk, sistemas de alerta de radar, camperas de abrigo, municiones, misiles Shafrir y equipos de comunicación. Incluso el Estado israelí envió dos técnicos para instalar equipos en las Islas Malvinas luego de su recuperación.

Si bien la decisión de Israel de continuar con la venta de armas le ponía en difícil situación frente a sus aliados, trató de justificar el envío de materiales bélicos adquiridos con antelación en la necesidad de cumplir con los contratos acordados, a fin de no afectar su prestigio como proveedor en el mercado internacional.

Los envíos se realizaban por medio de aviones Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas, comandados por pilotos argentinos, a los que se les quitó los asientos para convertirlos en gigantescas bóvedas de traslados.

Sin embargo, a medida que iba concluyendo el mes de abril, la presión de los EEUU y de Gran Bretaña obligó prácticamente a cesar los envíos. De todos modos, la relación entre Israel y la Dictadura se mantuvo prácticamente intacta hasta la asunción del Gobierno de Raúl Alfonsín.

Ante la necesidad de aprovisionamiento de armamentos, la Dictadura comandada por el General Leopoldo Galtieri decidió buscar proveedores alternativos, como la URSS y Libia. El 14 de mayo la Junta Militar aceptó el ofrecimiento de colaboración del líder libio Muamar El Gadafi. Diez días después, Galtieri y el Comandante de las Fuerzas Armadas de Libia sellaban un acuerdo que calificaba como “bárbara” la “odiosa agresión imperialista británica”.

En este documento se anunciaba el envío a la Argentina de 15 misiles aire-aire 530 de calorías, 5 misiles aire-aire 530 radares, 20 misiles aire-aire 550, 20 motores de misiles aire-aire 550, 20 misiles Istrella lanzador Kasef, 60 misiles Istrella proyectiles Maksuf 10 morteros de 60 milímetros con accesorios, 10 morteros de 81 milímetros con accesorios, 492 proyectiles de mortero de 60 milímetros, 498 proyectiles de 81 milímetros súper explosivo, 198 proyectiles iluminantes de morteros de 81 milímetros, 1000 bombas iluminantes de 26,5 milímetros, 50 ametralladoras calibre 50 milímetros, 49.500 proyectiles calibre 50 milímetros, 4000 minas antitanque y 5000 minas antipersonales.

Los vuelos se iniciaron 27 de mayo de 1982, conducidos por pilotos argentinos que recibieron la orden de guardar silencio de por vida sobre la misión que se les había encomendado, y se extendieron hasta pocos días antes de la rendición. Traían, en general, una media de 40 toneladas de materiales bélicos, lo cual les exigía volar con sobrepeso y riesgo cierto de desplomarse durante la travesía.

A la finalización del conflicto, los pilotos fueron condecorados y reconocidos como veteranos de guerra. La mayoría mantuvo su silencio hasta su muerte.

Por el lado israelí, recién hace poco más de una década que su Estado reconoció la venta de armamentos a la Argentina, con la justificación de que la venta de esos productos resultaba indispensable para el sostenimiento de su industria. También se esgrimió una razón política: los ingleses abastecían a sus enemigos en Medio Oriente.  Se trataba, simplemente, de una lucrativa devolución de favores. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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