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21 de abril de 2019 | Campo

Ausencia del estado

En posición monopólica, La Serenísima aumenta su voracidad por mayores ganancias

En la previa de los precios congelados anunciados por el gobierno, la empresa líder en comercialización de productos lácteos prioriza sus ganancias y genera desabastecimiento en su segunda marca. 

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La falta de presencia del estado nacional en materia de control de precios es cada vez más evidente. Un paseo por los pasillos de cualquier supermercado puede convertirse en una rutina que crispa los nervios de los consumidores a niveles insospechados. 

En este contexto de auténtico descontrol, las grandes empresas incrementan sus ganancias de manera escandalosa, recurriendo a prácticas desleales como el caso de La Serenísima. Desde hace varias semanas, ya es habitual que las góndolas destinadas a la venta de leche fluida exhiban solos sachets de esta marca. 

Para los clientes no hay variantes al momento de elegir, salvo entre las opciones de diferente tenor graso de esta marca. Hace algún tiempo, la opción económica era La Armonía, que –oh casualidad- es la segunda marca del grupo Mastellone Hermanos. 

¿Cómo se llegó a esta situación de cuasi monopolio? Solo existen contadas opciones de otras marcas y en el caso de grandes cadenas de hipermercados como Carrefour o Walmart quitaron de las góndolas sus sachets de leche de etiqueta propia. 

Por el lado de la empresa, argumentan razones climáticas y sostienen que las lluvias afectaron a las principales cuencas lecheras argentinas, razón por la cual el suministro normal se ve afectado. En paralelo y sin ruborizarse señalan que siguen fabricando su segunda marca La Armonía, pero que se agota con rapidez en los puntos de venta. 

Es innegable que la producción de leche a nivel nacional ha registrado un marcado descenso. A este panorama, se debe sumar la nula rentabilidad para los tamberos, que reciben un precio de su materia prima por debajo de sus costos de producción. En los últimos días parece insinuarse una recuperación, que puede licuarse velozmente de la mano de una macroeconomía que cruje por todos lados.

Un dato a tener en cuenta es que La Serenísima no tiene competencia. En 2017 su principal adversario, Sancor, quedó fuera de juego y dejó la cancha libre a la marca líder. Así, los consumidores deben pagar precios cercanos a los 50 pesos por un litro de leche. 

La cruda realidad es que sin competencia y controles oficiales, esta empresa se maneja a su antojo. La cuenta es muy sencilla: ¿Para qué van a comercializar un sachet de leche a 30 pesos –La Armonía, que estaba incluida en el programa Precios Cuidados- cuando pueden vender el litro a casi 50 pesos? Los comerciantes también hacen su movida y remarcan a piacere.

En este contexto, una solución posible sería que el gobierno impulse la rebaja en el porcentaje de IVA de este producto. ¿Los comerciantes trasladarían esta baja al precio de venta? En un escenario de remarcación de precios desbocada y falta de controles, todo indicaría que no. 

La imagen es por demás esclarecedora: por un lado, La Serenísima aumenta su rentabilidad de modo imparable, mientras los consumidores son los principales afectados. Esta situación es un claro reflejo del modelo Cambiemos, en donde la empresa gana y el ciudadano a pie es el claro perdedor. Queda ver cómo será el comportamiento de esta empresa en el marco de las medidas anunciadas para congelar precios de alimentos por los próximos seis meses. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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