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4 de mayo de 2019 | Nacionales

Manotazo de ahogado

Plan P: Ante la debacle, Cambiemos busca peronizarse

Presionado por una realidad adversa, Mauricio Macri apretó el botón rojo. De ahora en más, funcionarios de primera línea deberán negociar con el peronismo un acuerdo que le asegure la reelección.

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por:
Santiago Albizzatti

La gestión de Mauricio Macri ha ido en franco detrimento en los últimos 3 años y medio. En enero del 2016, por ejemplo, tenía una aprobación del 71 por ciento y una desaprobación del 25. Fueron las semanas de luna de miel, en las que Cristina Fernández le enviaba felicitaciones y anticipaba que iba a asegurar la “gobernabilidad democrática”. También en estos días, Macri se sentía con la espalda suficiente como para anunciar que pediría la renuncia de funcionarios cuyos mandatos aun no estaban cumplidos, como las autoridades del AFSCA, el Banco Central y el ministerio Público. Fue entonces, por ejemplo, cuando un grupo de poderosos empresarios publicó un texto en el diario Clarín anunciando su “acompañamiento sin condicionamientos” al nuevo gobierno.

Este panorama fue desmejorando de forma progresiva e indetenible. A pesar de contar con “el mejor equipo de los últimos 50 años”, en febrero mismo del 2016 la aprobación descendió al 64 por ciento marcando el comienzo de la debacle. La luna de miel duró menos de un mes. En esos 30 días, los medios periodísticos pasaron de elogiar las prestigiosas universidades privadas de las que provenían los miembros del gabinete a afirmar que la mayoría de los funcionarios venían de ser CEO’s de empresas cuestionadas en importantes causas judiciales como Telecom, Grupo Clarín, Farmacity, Axion, JP Morgan, Citibank, LAN, Deutsche Bank y HSBC, entre otras.

Ya en abril, se organizaron marchas y manifestaciones en todo el país en contra de los tarifazos, los ajustes y las imputaciones del presidente en los Panamá Papers.

Para septiembre del 2016, se supo que la reactivación del soterramiento del Ferrocarril Sarmiento, anunciada por el gobierno como “un logro sin precedentes”, en realidad buscaba beneficiar a la empresa Lecsa, del primo de Macri, Ángelo Calcaterra. En ese mes, su aprobación descendió abruptamente de los 71puntos porcentuales a los 51. Veinte puntos en 30 días. Fue en este mismo año que se reveló el escándalo de los aportantes truchos para la campaña presidencial 2015, entre lo que se supo que dos jubiladas, Stella Maris Sandoval y María Armanda Inza, fueron designadas por Cambiemos como las máximas responsables de manejar los 36 millones de pesos que se utilizaron en las PASO, aunque las dos aseguraron no haber estado nunca enteradas de ello.

Ya para marzo de 2017, por ejemplo, la popularidad de su gestión había perdido 24 puntos y se situaba en el 47 por ciento, fluctuando entre el 45 y el 62 a lo largo de todo el año. Los puntos más bajos fueron en agosto, cuando durante una represión de Gendarmería nacional en la localidad chubutense de Cushamen desapareció Santiago Maldonado y en noviembre, cuando los efectivos del Grupo Albatros de la Prefectura Naval Argentina reprimieron una ocupación cerca del lago Mascardi, asesinando de un tiro en la espalda al joven mapuche Rafael Nahuel.

El 2018 fue el año de la perdición para la gestión Cambiemos a nivel nacional. No pudo superar el 50 por ciento de aprobación en ningún momento, logrando pisos realmente preocupantes especialmente en los últimos seis meses, en los que fluctuó entre el 39 y el 32 por ciento de consentimiento. Durante el 2019 continuó en una caída libre que ya lo acerca al 30 por ciento y pareciera no haber aun tocado el piso.

El 2018 fue el año que marcó el fin del apoyo de los Estados Unidos. Lejos de los acuerdos firmados en el 2016, ya durante el 2017 el país del norte había provocado un conflicto con la importación de limones y más tarde anunció la aplicación de un costoso arancel del 57 por ciento para la importación del biodiesel argentino. En 2018 esto no hizo más que empeorar, con nuevos aranceles al biodiesel, el acero y al aluminio, cortando de cuajo miles de millones de dólares en ganancias al país.

Lo mismo ocurrió con la capacidad del gobierno de resolver los problemas de Argentina. Mientras en enero del 2016 el 6 por ciento de la población creía que el gobierno los estaba resolviendo y el 68 por ciento consideraba que Mauricio Macri “sabía cómo resolverlos pero necesitaba un poco más de tiempo”, en marzo del 2018 el 62 por ciento aseguró creer que “este gobierno no sabe cómo resolverlos” y sólo el 2 por ciento cree que se esté solucionando alguno de los inconvenientes que aquejan al país.

Rodeado de problemas e incertidumbre electoral, atacado por los mismos medios de comunicación que lo llevaron al triunfo, al gobierno de Cambiemos no le queda otra que aplicar el “Plan P”: Negociar con el peronismo. De esto ya se está ocupando el propio Rogelio Frigerio, quien ya habría citado a Miguel Pichetto y Juan Manuel Urtubey, entre otros dirigentes opositores, a concertar un acuerdo programático.

Admitido por el propio Pichetto, quien aseguró que el pacto será positivo a la hora de “cuidar a la Argentina”, el nuevo pacto de caballeros se alza como una verdadera pesadilla para Mauricio Macri  y Marcos Peña, quienes jamás habían querido sentarse a negociar con dirigentes peronistas. Jaqueados por una Cristina Fernández superándolos en las encuestas sin siquiera haberse lanzado a la campaña y con un Fondo Monetario Internacional cada vez menos convencido del rumbo económico argentino, al gobierno no le quedó otra que tragar el amargo remedio de la forma más rápida posible. Ahora, deberá sentarse a esperar la respuesta al “Plan P”, el que nunca hubiese querido activar. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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