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13 de mayo de 2019 | Internacionales

Sospechosos

El asesinato del periodista mexicano Javier Valdez, en la gran mentira de la guerra contra las drogas

Este 15 de mayo se van a cumplir dos años del salvaje asesinato de Javier Arturo Valdez Cárdenas, quien había nacido en Culiacán, Sinaloa, México, el 14 de abril de 1967.

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por:
Jorge O. Rodríguez

El Javo había estudiado sociología en la Universidad Autónoma de Sinaloa. Fue reportero de noticieros televisivos a principios de los años 1990 en Culiacán, luego ingresó al periódico Noroeste y desde 1998 fue corresponsal del periódico La Jornada en Sinaloa. Fue además reportero fundador del semanario Ríodoce, seguramente el medio que acaba de cubrir de la mejor forma el circo del juicio a Joaquín Chapo Guzmán Loera en New York. Publicó una serie de libros verdaderamente maravillosos, y seguramente se destacan mucho más sus últimos textos: “Con una granada en la boca: heridas de la guerra del narcotráfico en México”, 2014; “Huérfanos del narco: los olvidados de la guerra del narcotráfico”, 2015; “Narcoperiodismo: la prensa en medio del crimen y la denuncia”, 2016; y “Periodismo escrito con sangre”, del 2017. Recibió una infinidad de premios nacionales y otros internacionales por su gran labor.

En marzo 2017, fue asesinada delante de su hijo, en el estado de Chihuahua, la periodista Miroslava Breach, también corresponsal de La Jornada. Es decir, en territorio del Cártel de Juárez y no del de Sinaloa del Chapo. “La Jornada le propuso a Javier irse a Perú o Argentina, pero Javier no quiso irse, le costaba mucho trabajo despegarse de su familia, de sus hijos”, cuenta Ismael Bojórquez, actual director de Ríodoce. En Sinaloa se estaba librando una “guerra” por la sucesión del Chapo detenido hacía ya tiempo, por sus dos hijos (Joaquín Guzmán López, Güero Moreno y Ovidio Guzmán López, el Ratón Nuevo) contra Dámaso López Núñez, alias El Licenciado, y su hijo Dámaso López Serrano, El Mini Licenciado Javier le había realizado una entrevista al Licenciado y también había publicado la nota “La fiesta de los Chapitos”, luego de la detención de aquel, cuestiones que habrían profundizado la locura tóxica de los dos hijos de Guzmán. Las fuentes de Javier habían caracterizado al Mini Licenciado, “como un joven al que le gustaban las fiestas y las drogas pero que no tenía capacidad para dirigir el cártel”, y había publicado también esta cuestión en Ríodoce.

Los odios de ambos bandos internos del Cártel de Sinaloa, podrían haber originado el asesinato: al menos eso es lo que nos quieren hace creer las fuentes oficiales y la prensa del régimen mexicanas. En medio de este circo, una supuesta fuente de identidad reservada, habría confesado los nombres de tres de los sicarios de Valdez, uno de los cuales se encuentra detenido, y habría declarado que la ejecución no fue ordenada por los hijos del Chapo, sino por el Licenciado y el Mini Licenciado. Para seguir con el caldo de las confusiones, en el circo del juicio al Chapo, se pretendió adjudicar dicho crimen a los hijos de Guzmán.

Valdez fue asesinado en la colonia Jorge Almada de Culiacán, casi llegando a Ríodoce. Su cuerpo quedó tendido a pocos metros de las oficinas, en medio de la calle Riva Palacio. Aparentemente le impactaron doce disparos casi a la hora 12.00, con esos mensajes tan claros que utilizan los narcos y los narco políticos.​ Ni bien ocurrido el asesinato de Javo, el entonces presidente Enrique Peña Nieto, con su mejor cara de piedra, manifestó: “Reitero nuestro compromiso con la libertad de expresión y prensa, fundamentales para nuestra democracia”. En la gestión de este cara de piedra, fueron asesinados buena parte del total de los 120 periodistas masacrados en México y se registraron más de 40 mil desapariciones forzadas de personas, a lo largo de todo el territorio mexicano, incluidos todos sus puntos turísticos (Cancún, Playa del Carmen, Acapulco, la Riviera Maya, entre otros).

En la mañana de ese 15 de mayo de hace dos años, la periodista Fernanda Tapia entrevistó a Javier en su programa El Almohazo vía Skype. El Javo como siempre sonriente y genial, hizo los siguientes comentarios: “Aquí también hay crimen organizado, y es imposible sin la participación de alguna autoridad”, “hay mucha confusión, el gobierno no está, no pone orden”, “no solo está el narcotráfico sino también la corrupción del ejército y la marina”, “nosotros tenemos narcos como el Chapo y otros, pero en Estados Unidos no se los conoce, sí lo conocen las autoridades”, “el gobierno de Estados Unidos está metido en el negocio de la administración de las drogas”. Y siguió el Javo, como siempre con sus clases magistrales: “El muro no va a evitar ni el tráfico de drogas, ni el de personas u otra actividad ilegal”, “veo a la DEA como una corporación corrupta metida en ese negocio”, “muy pocos de los narcos extraditados a Estados Unidos realmente están en la cárcel”, “ya no es tan complicado para un narcotraficante ser extraditado, se convierte en testigo protegido”, “creo que podemos avanzar mucho en cuanto a legalizar las drogas y con políticas económicas y sociales, también con políticas educativas ya que la pobreza es el caldo de cultivo para la mano de obra del narco”, “ya no son los políticos que buscan a los narcos para financiamiento, ahora son los narcos que inventan a los políticos, por eso podemos hablar de una narco política”.

La periodista Fernanda cerró la entrevista casi con una premonición, diciendo: “Muchas gracias Javier, tu claridad para hablar del tema, sabemos que es muy peligroso ser periodista y tocar estos temas en este país”. Javier Valdez cerró su notebook, se tomó unos minutos y luego se dirigió a su periódico Ríodoce. Esos fueron los últimos minutos de su maravillosa vida, la de una de las personas más lúcidas y honestas de este mundo. Por eso sería mucho más efectivo, buscar a quienes pusieron los dedos de los sicarios en los gatillos, mirando además de los narcos, para el lado de los dos partidos más grandes de México, las jefaturas corruptas de las fuerzas armadas y de seguridad mexicanas, el poder judicial y la procuraduría que parecieran solo encubrir todos los crímenes, y por supuesto a unidad de negocios de la DEA y el gobierno de USA, tan bien desenmascarados en la retórica y los conceptos escritos por Javier.

El día 1 de diciembre de 2018 asumió la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador, también conocido como AMLO, con sus aires de renovación respecto de los dos partidos políticos y sus mega negocios. Aparentemente a poco de asumir, dio instrucciones a la procuraduría General de la República (PGR) para avanzar en la investigación del asesinato de Javier. También le hizo similares promesas a su viuda y familiares, y a sus compañeros de trabajo en Ríodoce y La Jornada. Ya hace más de cinco meses que AMLO trata de gobernar México, siempre muy creyente de sus propias promesas. Por supuesto, no hubo ningún avance en la investigación del salvaje asesinato.

Debe ser casi imposible gobernar un país narco y mafioso de este calibre, en el cual cerca de un 30 por ciento adicional al PBI, lo constituye la riqueza que genera el narcotráfico, dando ocupación a varios millones de personas y de alguna forma gobernando territorios -como ocurre en Colombia y Perú- en el cual el estado mexicano y los distintos estados que forman el país, han sido eternos ausentes. Y con el agregado del poder perverso, que se desarrolla al enviar más del 80 por ciento de las sustancias estupefacientes consumidas por los 120 millones de adictos norteamericanos.

Pero el circo, sigue igual tal como nos contaba Javo. La mentira de la guerra contra las drogas, continúa con su inmensa gama de negocios y financiamientos: aún con el Chapo preso y las supuestas peleas por su herencia narco, el Cártel de Sinaloa sigue abasteciendo a unas 150 ciudades norteamericanas, es decir a buena parte de esos 120 millones adictos (esto es ni más ni menos, una tercera parte de la población de USA).

Cómo nos hubiera gustado poder reenviarle a Javier la fotografía que recibimos de Alaska hace unos días, de un sobre conteniendo una dosis de heroína fabricada por los sinaolenses, con el sello del escorpión que hizo célebre el Chapo. Es decir, la heroína resultante de los miles de hectáreas de amapolas cultivadas por toda Sinaloa, que hemos visto desde los aviones, pero que ni los satélites de la CIA ni los drones de la DEA jamás ven. Y la heroína del Chapo, cruza las fronteras de Trump, atraviesa alegremente el país y luego todo Canadá, para terminar siendo vendida en calles y campos de Alaska. Esa también es parte de la gran mentira de la guerra contra las drogas.

“Las despedidas son esos dolores dulces”, cantaba Carlos “Indio” Solari con Los Redonditos de Ricota. A muchos, nos resulta casi imposible creer que no veremos más a Javo venir caminando con su forma tan mexicana, su eterno sombrero y su sonrisa encantadora y decirnos: “Orale guey, vamos por unos tacos y unas chelas, pero sin tequila nomás, hoy tengo mucha chamba, carnal”. Y ya a casi dos años, no sabemos cómo llenar ese inmenso hueco que nos dejó, quien seguramente marcó más a fuego los negocios de la prohibición, el narco estado, la corrupción de la clase política, jueces, fiscales, jefaturas de fuerzas de seguridad y armadas, y la inefable DEA con los asesinos de la CIA y todos sus negocios.

No podemos dejar de dedicar esta nota a la memoria de Javier Valdez y los más de cien periodistas asesinados y sus familias, al doctor Mireles -tres años preso por Peña Nieto- por organizar las autodefensas contra los narcos en Michoacán, a los miles de periodistas y activistas de ONG que se juegan la vida cotidianamente, enfrentando la narco política, y a los familiares de los miles de desaparecidos mexicanos, quienes seguirán reclamando verdad y justicia, hasta el último aliento. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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