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20 de mayo de 2019 | CABA

En un mar de personas honestas

Las villas 31 y 31 Bis de Retiro, inundadas de drogas y delincuentes

Los orígenes de la villa 31 se remontan a unos años antes de la década del 30, con un incremento poblacional notable resultante de la crisis del 29. En los años 70 vivían unas 7016 familias en el lugar, luego la villa fue erradicada en la dictadura militar y volvió a surgir con la llegada de la democracia.

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por:
Jorge O. Rodríguez

En el año 2006 surge la villa 31 Bis, asentada en terrenos administrados por UGOFE y ONABE. En la actualidad suman ambas un conjunto de diez barrios: Güemes, Inmigrantes, YPF, Comunicaciones, Cristo Obrero, Barrio Chino, Playón Oeste, Ferroviario, Playón Este y San Martín, con unas 50 mil personas, contradiciendo las cifras oficiales de algo más de 30 mil. Hace unos años realizamos un estudio, que determinaba que en la villa 31, más de un 70 por ciento de sus pobladores serían argentinos y que en la 31 Bis habría cerca de un 80 por ciento extranjeros, de los cuales un 40 por ciento serían paraguayos, un 30 peruanos y otro 30 bolivianos. Las calles entrantes a ambos complejos habitacionales, tienen los números 8, 5 -ingreso y egreso de micros a la terminal de Retiro-, 6, 4 y 12 y en su lateral derecho, la villa limita con las avenidas Perete y Ramón Castillo.

La “guerra” en CABA entre narcotraficantes peruanos, se inició en la villa 1-11-14 del Bajo Flores, y quedó clara con la masacre de la procesión del señor de los milagros. El 29 de octubre de 2005 en avenida Bonorino casi esquina Riestra, los hermanos Alionzo Rutilio Ramos Mariños, alias Ruti, y Esidio Teobaldo, alias Meteoro, intentaron asesinar a Marco Antonio “Marcos” Estrada Gonzáles. Como resultado de los disparos de armas de puño y fusiles, fallecieron cuatro adultos y un bebé (estos ex tres socios, habían trabajado para su compatriota Julio Chamorro Revollar, asesinado el 12 de febrero de 1999 en un triple homicidio). El 6 de abril de 2006, Meteoro fue asesinado en la villa 31, aparentemente por sicarios de Marcos. Se había sentido muy seguro en la villa de Retiro, haciendo oídos sordos a lo que decían los vecinos: “Oye, no seas cojudo, vendrán por ti a sacarte toda tu mierda pues” (sic).

La guerra entre los narcos ex integrantes del grupo criminal Sendero Luminoso, determinó que Marcos pasara a ser el “dueño” de la 1.11.14, y Ruti y los suyos quedaran con gran parte de la 31.31 bis. Ruti fue condenado a 18 años de cárcel, por el Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 15, solo por uno de los cinco crímenes de la procesión, una muestra más de las deplorables actuaciones de jueces y fiscales que padecemos. También fue condenado su “especialista” Roger Reyes Subieta, sargento segundo exonerado del ejército peruano, quien recibió una pena ridícula de cinco años (los narcos peruanos emplean ex militares y policías de su país). A pesar de las condenas, el enfrentamiento entre ambos bandos peruanos continúa hasta el presente con un tendal de más de cincuenta muertos en ambas villas, en los barrios Illia, Rivadavia y Charrúa del Bajo Flores, en los barrios del Abasto, Retiro, Villa Urquiza, Palermo y hasta en la avenida Chiclana y Castro Barros, con un taxi arrasado con un fusil AK 47 y un ciudadano peruano fallecido (intervino la fiscalía de Parque Patricios y Pompeya -llamada Todo por 2 Pesos-, que en más de cuarenta crímenes jamás “pudo” esclarecer ninguno).

Ruti fue liberado tras unos años, desembarcó en el barrio Ferroviario de la villa 31 bis, y rearmó su banda con su sobrino Richard Ramos Noa, alias Choclito, detenido en abril del 2009 en la manzana siete. Choclito había sido asistido por su hermano Rusben, luego asesinado en el barrio Charrúa, a 200 metros de la villa 1-11-14. Otros familiares de Ruti que conformaban su banda, e incluso varios de sus hijos fueron detenidos en la 31.31 Bis. Uno de sus sobrinos vendedores, fue asesinado en el barrio Illia, a cien metros de la 1.11.14. Actualmente la banda de Ruti, sigue activa en Retiro -por el Ferroviario y el barrio Chino-, aunque según distintas fuentes con un menor poder. Ruti fanfarroneó dando entrevistas en el barrio de Lurigancho en Lima, diciendo que fabricaba zapatos, entrando y saliendo de nuestro país con otras identidades, hasta que policía nacional, PNP, lo detuvo y lo extraditó a Argentina, por varias causas penales, en las cuales terminará teniendo seguramente tres o cuatro años de condenas.

Otra banda tal vez la más sanguinaria, ubicada en las villas 31.31 Bis, es la del también ciudadano peruano César “El Loco” Morán de la Cruz, detenido en el 2012 en La Reja de Moreno y purgando una condena de quince años de prisión (condenado por un asesinato y absuelto en otros cuatro, por la inefable y “pesetera” Justicia argentina). Este criminal se jactaba de haber asesinado treinta personas en la 31.31 Bis, muchos de los mismos ciudadanos peruanos y bolivianos: les avisaba por Facebook “estás en la lista” y si no se iban los mataba. Su banda además de vender todo tipo de estupefacientes, cometía todo tipo de robos, además de la apropiación de viviendas. Producía las ventas de las mismas o instalaba “quioscos” de drogas. Conforme vecinos y personal policial, aún está activa -más que nada en los barrios Ferroviario y Playón Este-, aunque también con menor poder de fuego, sus hombres se siguen enfrentando a tiros, con los traficantes paraguayos de la villa.

Yendo al detalle del mapa de las villas 31.31 Bis, los puntos 44, 48 y 50 precisan destacamentos policiales, ubicados bajo la autopista por el barrio Ferroviario –destacamento central de Policía Barrial-, en el barrio Güemes y en los fondos por el barrio Comunicaciones. Pudimos observar en nuestras recientes recorridas, otros tres lugares donde había dos o tres policías, refugiados en lo que ellos denominan “Latas”, es decir pequeños habitáculos de una chapa muy finita, muy fácil de ser atravesada por casi todos los calibres de armas, con un baño químico en su exterior (en verano deben permanecer afuera, bajo la sombra de la lata, ya que el interior es un horno). Según las autoridades del gobierno de la Ciudad, prestarían servicios un total de 223 efectivos (seguramente como ocurre en las comisarías, entre un 15 y un 20 por ciento acomodados sin salir a las calles). Pudimos ver policías abandonados sin ninguna cobertura real, que obviamente solo quieren cumplir su horario y volver vivos a sus casas (muchos incluso desobedecen las órdenes aberrantes de sus superiores, tales como llevar el chaleco refractario). Se los puede ver realizando pequeñas recorridas dispuestas por sus jefes, que solo significan una “venta de humo” y no tienen ningún sentido efectivo, respecto de la prevención del delito y mucho menos de la venta de estupefacientes. Pueden observarse patrulleros estacionados por la calle Nro. 5, por la que ingresan los micros a la terminal, por las avenidas Perete y también en menor medida por Ramón Castillo. Además, observamos caminando binomios o trinomios de gendarmes, por el contorno de la villa. De manera que no puedo dejar de recordar la maravillosa frase que escuché en Lima Perú en el 2012, de uno de los jefes de PNP respecto de los narcos de la 1.11.14: “Tu jefa la ministra, les armó el corralito verde de los gendarmes, para así cuidar la producción y venta de estupefacientes de nuestros paisanos”.

Muchos vecinos están convencidos que, en los últimos tres años, se duplicó la venta de drogas en ambas villas. Otras fuentes incluso policiales, plantean un incremento narco del orden del 70 por ciento, más acorde con lo sucedido en casi todo el país. Pudimos observar en distintas recorridas, a cientos de traficantes en operaciones. En el playón continuo al destacamento central ingresando a la 31 Bis, se pueden ver en horas diurnas a más de veinte traficantes vendiendo en proximidad de los negocios, igual situación que en las canchitas ubicadas a unos metros ya en el barrio Ferroviario. El barrio Chino tiene muy fuerte presencia de traficantes peruanos, y la máxima peligrosidad se centra en las manzanas 4 y 9, en tanto los traficantes paraguayos pululan por todos los barrios, en especial por “el triángulo de los paraguayos”, ubicado en las manzanas 12, 102 y 104, y por las manzanas 101, 103 y 106.

Se venden sustancias descaradamente, también a metros del destacamento central, por toda la “calle comercial” de ingreso al mismo desde la calle Nro. 5 (de noche y madrugada hay decenas de ladrones y rateros robando en esos lugares, a metros de los policías, comprensiblemente refugiados en su destacamento). Incluso como nos comentan los vecinos, desde hace siete años, se siguen arrojando bultos con sustancias, desde la autopista hacia fincas o ranchos cercanos, a pesar de las rejas que se instalaron. En un informe al ministerio nacional de Seguridad del año 2012 detallábamos: “Los habitantes de esos lugares –casi excluyentemente paraguayos- reciben dichos productos y luego se los entregan a varios transas paraguayos. Hasta donde sabemos llegan cocaína, paco y marihuana, enviadas por otros compatriotas residentes en la villa 1.11.14. Estas fincas se ubican en forma contigua a una panadería y fábrica de sándwiches”. También se realizan muchas ventas de éxtasis -es decir MDM- los viernes y sábados y para todas las fiestas rave, como también pequeñas ventas de LSD, es decir ácido lisérgico.

Todo sigue su curso al menos desde hace décadas, pero en la realidad cada vez peor. Si “solo” fueran delincuentes el 20 por ciento de los habitantes de ambos asentamientos, conforme ocurre en otras villas, tendríamos uno 10 mil malandras y si fueran 30 por ciento tendríamos 15 mil. Muchos de los delincuentes operan en los barrios aledaños, especialmente por Recoleta, todo el barrio de Retiro y hasta la facultad de Derecho, y sus primeras víctimas son los miles de habitantes honestos de las villas 31.31 Bis. A menos de 200 metros del destacamento central, existen varias bandas de piratas del asfalto, que tal como se describiera hace unos años, habitan la manzana 99 y sus alrededores. En el barrio Chino se localizan en las manzanas 4 a 9, una importante cantidad de delincuentes peruanos, básicamente ladrones, “mecheras, “descuidistas” y demás fauna que caracteriza a los delincuentes de esta procedencia.

Todo el accionar de este “mar de drogas y delincuentes”, se convierte en una verdadera mina de oro para los cohechos policiales. Asiduamente van a cobrar sus arreglos, distintas brigadas fantasmas de la ex comisaría 46, con alguna jurisdicción en la zona. Se le suman a su vez otros policías delincuentes, que revistarían en Investigaciones de Policía de la Ciudad, un gran nido de refugio de ex jefes federales exonerados u obligados a pedir la baja para no ser denunciados (en otra nota de REALPOLITIK del 23 de abril de 2019, se planteó que un ex comisario de la 16 cuyo apellido comienza con la letra A, sería propietario de varios prostíbulos y cuevas de drogas ubicados en la calle Pavón, en el barrio Constitución). También realizarían sus cohechos varios jefes de Policía Barrial, para lo cual envían sus cobradores, algunos de los mismos policías en actividad y otros retirados. Tampoco faltan los pícaros que no son jefes, que ven cómo ganarse unos pesos, cobrándole a ladrones o transas que tienen a unos metros. Los vecinos señalan que además van a coimear, supuestos integrantes de la inefable Superintendencia de Drogas de la Federal, quienes reafirmaron su fama hace unas semanas, fusilando por la espalda al comisario bonaerense Marín, en Avellaneda, tal como relató REALPOLITIK en varias notas. Algunos comerciantes por su parte, han denunciado coimas de personal de gendarmería y de supuestos inspectores del gobierno de la Ciudad, quienes podrían pertenecer a la Agencia Gubernamental de Control.

Hasta el momento han fracasado, distintos proyectos de los funcionarios nacionales, del gobierno de la Ciudad y también de la Legislatura, para el traslado de los vecinos de las villas 31.31 Bis, y organizar sus proyectos inmobiliarios con ganancias desorbitantes en un lugar estratégico, ubicado a quince cuadras de la Casa Rosada, sede de la presidencia de la nación.

Carlos El Indio Solari continúa cantando hace décadas “el infierno está encantador, esta noche…”. Esa es la sensación que nos dio al recorrer ambas villas en su totalidad, fotografiar a decenas de adictos tirados dentro de contenedores abandonados, esperando la muerte, viendo a tantos transas y delincuentes operando entre tanta gente honesta y con policías que como ellos comentan, verdaderamente “están regalados” en el lugar. Hace décadas que pasan los gobiernos y continúan los delitos, crímenes y el trabajo esclavo, con un continuo crecimiento sin fin de la venta de estupefacientes, sin que políticos, jueces, fiscales y jefes de fuerzas de seguridad, hagan nada serio con el tema, o, lo que es peor, se dediquen a encubrir, coimear y a seguir mintiéndonos, en este infierno del cual nos habla el Indio Solari. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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