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24 de mayo de 2019 | Nacionales

Se achica la pata peronista

Primero se fueron Monzó y Massot: ¿Llega el turno de Rogelio Frigerio?

Cuando asumió la presidencia Mauricio Macri en 2015, resultaba común leer y escuchar que la economía no sería un problema, ya que era el área de competencia de Macri y sus socios. Las dudas recaían en la capacidad de negociación y de articulación política.

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por:
Alberto Lettieri

La realidad se encargó de desmentir, y hasta de invertir, esa premisa. La micro economía se desplomó y sólo los sectores financieros, los grandes productores y exportadores de productos primarios y las grandes empresas prestadoras de energía y servicios se beneficiaron de manera inédita. Las campañas electorales y la negociación política, en cambio, resultaron las únicas materias aprobadas de la gestión Macri. Las campañas, a cargo de Jaime Durán Barba. La negociación política, bajo las manos expertas de Emilio Monzó y Rogelio Frigerio.

Paradójicamente, los éxitos de la gestión Macri deben acreditarse a actores que no son Pro “puros” o de paladar negro, que no sólo debieron operar en escenarios con mayoría opositora -tanto en la Cámara de Diputados como en el concierto de las provincias argentinas-, sino también esquivando las objeciones, sospechas y hasta agravios formulados por miembros de la alianza gobernante que les recordaban reiteradamente su origen peronista.

Sin Monzó Cambiemos ni siquiera hubiese nacido. Él fue el encargado de diseñar la alianza cordobesa inicial en Marcos Juárez, con la invalorable colaboración de su delfín, Nicolás Massot, y luego de impulsar los acuerdos indispensables para llegar a la victoria de 2015. Luego debió transitar en terreno minado para conseguir sacar a flote multiplicidad de leyes en la Cámara de Diputados, muchas veces teniendo que soportar absurdas críticas del espacio Cambiemos. ¿Qué hubiera sido del gobierno de Mauricio Macri sin el aporte decisivo de Emilio Monzó? ¿Hubiera conseguido mantener la línea de flotación?

Para Rogelio Frigerio puede realizarse una consideración semejante. Responsable del tejido paciente de la relación con los gobernadores, sobre todo con los peronistas y provincialistas, en lugar del apoyo recibió despiadadas críticas y desplantes. Desde los inicios de la gestión Cambiemos, los Pro de paladar negro lo calificaban como el “embajador del peronismo dentro del gobierno”. Le objetaban los acuerdos con los gobernadores, hasta excluirlo de la mesa chica. Cuando se produjo la grave crisis de 2018 que terminó en la entrega del manejo de la economía argentina al FMI y circularon rumores que pusieron en duda la continuidad del presidente Macri y de buena parte de su gabinete, Frigerio fue el primer despedido por Marcos Peña.

El despido duró apenas un par de horas. Inmediatamente se lo tuvo que recuperar a desgano. Sin Frigerio, el equilibrio interestatal del gobierno se venía a pique. Consecuencia: debió ser reincorporado a la mesa chica del gobierno nacional, cada vez con mayor peso e injerencia estratégica.

En estos días el gobierno nacional parece haberle encargado resolver un galimatías sin solución: conseguir el acercamiento, o directamente la inclusión, del espacio de Alternativa Federal a Cambiemos. Frigerio tomó la tarea con su habitual probidad. Pero la tarea es muy complicada y lo pone al borde del abismo en caso de que los resultados no resulten los esperados.

Monzó se cansó hace rato y pegó el portazo, aunque formalmente continúe como presidente de la Cámara de Diputados de la Nación hasta fin de año. Massot ya anunció que se irá a cursar un posgrado a los EEUU. ¿Consecuencias? Nueve derrotas en otras tantas elecciones provinciales. La ausencia de la mano negociadora de Monzó quedó en evidencia. Hoy se lo disputan la línea Horacio Rodríguez Larreta María Eugenia Vidal, Sergio Massa y hasta Alberto Fernández. Sólo el macrismo lo hizo a un lado. Toda una definición.

Lo que queda por definir es el futuro de Rogelio Frigerio. Por lo pronto, sus expectativas -nunca confirmadas públicamente- de competir por la gobernación de Entre Ríos fueron archivadas con la crisis de 2018. En Cambiemos es visto como un intruso del que no puede prescindirse, aunque muchos desearían que tomara la misma decisión que Monzó y Massot.

Según ha trascendido desde su propio entorno, el propio Frigerio sabe que su momento de producir el quiebre ha llegado. Sólo que no desea dejar la negociación con Alternativa Federal a mitad camino. Una vez concluida, más allá de su resultado, tendría decidido su destino en el exterior. Aunque dónde y a qué se dedicará todavía sea un secreto guardado bajo siete llaves. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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