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27 de mayo de 2019 | Opinión

Según la prensa amarilla

La villa Zavaleta 21 - 24, la más peligrosa

Uno no termina de sorprenderse con las historias que nos cuentan los operadores de la información, travestidos de periodistas, en tantos medios lamentables pero tan poderosos. 

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por:
Jorge O. Rodríguez

Hablan sin haber estado ni tener la menor idea de las realidades de las tres villas del Bajo Flores, de las otras tres de Soldati, de las de Retiro y de Ciudad Oculta. Todas son sumamente peligrosas, inundadas de drogas y narcos, muchos de los cuales operan con protección policial, judicial, de fiscales y, obviamente, del gobierno y la clase política, en su casi totalidad.

Las villas Zavaleta, 21 y 24 constituyen un territorio establecido por las calles Magaldi, Alvarado, vías del ferrocarril Belgrano Sur, calle Luna, Riachuelo, calle Iguazú, avenida Amancio Alcorta, Zavaleta y las vías. Las estadísticas oficiales indican unos 50 mil habitantes, pero las cifras reales indicarían un número cercano a los 70 mil.

Los primeros pobladores se afincaron en la década del 30 y el mayor crecimiento fue desde los años 70. En la dictadura militar del 76, se efectuaron desalojos violentos como en todas las villas más grandes, y quedaron apenas una centena de familias. Con el regreso de la democracia, comenzó un repoblamiento ininterrumpido hasta la actualidad. Llegan migrantes internos, pero muchos más de Paraguay, Bolivia y Perú. Algunas fuentes señalan que el 70 por ciento de sus habitantes son ciudadanos paraguayos, otras opinan que son un 50 por ciento y el resto en proporciones similares serían argentinos, bolivianos y peruanos.

Las cifras de criminalidad del ministerio de Justicia y del Instituto de Investigaciones del Consejo de la Magistratura, resultan muy poco creíbles. Por ejemplo, en el 2014, indican que hubo 34 homicidios, contra 29 de la villa 1.11.14 –se supone que incluyendo los barrios Illia y Rivadavia- y otros supuestos 14 crímenes de la 31.31 Bis. Nuestras fuentes policiales y vecinos del complejo Zavaleta 21.24, indican que no hay semanas en la que no se cometan asesinatos, y todos los días además se escuchan disparos de armas de fuego, varias veces por día: en una de nuestras recorridas, en algo más de dos horas, escuchamos disparos en tres oportunidades. Respecto de la venta de estupefacientes, pudimos ver en forma continua, traficantes por la esquina de Amancio Alcorta y Perito Moreno, por los 500 metros de Iriarte que cruzan la villa, por los 1100 metros de Luna, como también por los 600 metros de Iguazú.  En estos tres lugares hay vendedores ambulantes y se vende además en muchas de las casas. A pesar de la inmensa inseguridad de todo este complejo, los lugares menos peligrosos para los compradores, son la calle Luna y los alrededores de Perito Moreno esquina Iriarte, en los cuales hay algunas vías de escape.

En el interior de las tres villas, la situación del narcotráfico es un verdadero Aquelarre: “Los jóvenes son reclutados por los narcos, en el inicio del consumo, a veces a los doce años o menores aún”, comenta una de nuestras fuentes. Y continúa: “Estos adolescentes salen de sus casas, ven bandas de narcos por todas las calles y pasillos; en algunos de estos operan al menos dos bandas de narcos, a veces conviviendo y otras enfrentándose a los tiros, en medio de los vecinos”. Muchas veces los muertos tienen que ver con estas situaciones, a las que cualquier imbécil disfrazado de periodista, denominaría “daños colaterales”. Todo el territorio refleja la epidemia del paco, con adictos tirados o desfalleciendo por todos lados. También abunda la venta de cocaína -en dosis que en general no superan el 30 por ciento-, que proviene de las villas 1.11.14 o directamente desde Bolivia (los ladrillos de un kilo o los panes de medio kilo, son cortados y estirados en los mismos “quioscos” de venta). La mayor parte del cannabis que se vende, proviene casi exclusivamente de Paraguay, ingresado por ciudadanos paraguayos, en forma de contrabando hormiga o medios de transporte.

En el mes de marzo se realizó el velatorio de un supuesto delincuente llamado Yoel. La prensa amarilla y pacata se escandalizó porque en el cortejo se efectuaron decenas de tiros al aire, pero casi ninguno de estos tilingos escribió que las balas al caer también matan. Aparentemente la banda a la que pertenecería Yoel, se ubica en la manzana 21, a metros de Osvaldo Cruz y la calle Zavaleta. Existen cientos de bandas como “la del Mástil”,  "la de las Vías", "la de San Blas" y "la de Alvarado". Todas roban automóviles, viviendas y transeúntes y, conforme nuestras fuentes policiales, operan más que nada en Parque Patricios, Nueva Pompeya, Parque Chacabuco, Caballito e incluso en Avellaneda, además del interior de la villa y sus alrededores (las más grandes pueden tener hasta veinte integrantes). 

Continuamente muchos de estos ladrones, terminan siendo asesinados en la villa, a veces por sus propios cómplices y en muchas ocasiones por otros vecinos, que fueron robados o sus familiares recibieron golpes o vejaciones. En el 2012 pudimos constatar e informamos por escrito a la ministra de Seguridad algo que parecía una leyenda urbana, pero que terminó siendo real: un grupo de ciudadanos paraguayos que vivían en la villa, se vestían de negro y en una suerte de justicieros, mataban a los que encontraban robando. Toda la violencia y la venta de drogas, se replica en igual forma en los bloques de nuevas viviendas, las tiras del NHT Zabaleta (Núcleo Habitacional Territorio) o las que en el mapa son denominadas Nueva Pompeya.

La ONG La Garganta Poderosa hace años viene describiendo la violencia policial que opera en el lugar y en menor medida los delitos que ocurren en la villa y el accionar narco. A través de su publicación, se hizo conocer el asesinato de Kevin Molina, un niño de nueve años alcanzado por las balas de un tiroteo entre narcos (en el juicio se solicitó condenar a un prefecto por no interrumpir el enfrentamiento, en tanto su defensa acusó de esta cuestión a varios gendarmes). También publicaron en detalle el tiroteo que afectó a un niño de dos años, Brian, y otro adulto: unas horas antes se habían enfrentado en el mismo lugar las mismas bandas de narcos. Uno de los vecinos nos confesó algo totalmente entendible: “Los chicos de La Garganta son buena gente, conocen a narcos y ladrones, pero no los van a identificar, tu escribes y te vas de la villa, ellos no, ellos viven aquí y los matarían en minutos”.

Existe en el asentamiento, una Casa de la Cultura del gobierno de la Ciudad, que realiza distintas “ventas de humo”. Opera un centro de formación profesional en el Polo Educativo Barracas (compuesto además por una escuela secundaria, una escuela primaria, la escuela inicial Nro. 12 y un jardín de infantes). Se destaca también la labor cultural de la Casa Cambalache. Pudimos detectar, unas trece parroquias y capillas católicas, la mayoría de “curas de compromiso con los pobres”, con distintos comedores y dando una lucha muy valiente pero realmente muy poco efectiva –a pesar de sus inmensos esfuerzos- contra el paco y las demás adicciones.

Desde 1991 Carlos “El Indio” Solari nos canta en el tema Queso Ruso: “Y hay muchos marines de los mandarines, que cuidan por vos las puertas del nuevo cielo”. En el desmadre de Zavaleta 21.24 se ven una vez más las ineptitudes y/o encubrimientos de las autoridades del gobierno de la Ciudad: en la villa tienen en parte jurisdicción tres comisarías de Policía de la Ciudad y actúan además los policías barriales de dicha fuerza, se pueden ver caminando en binomios o trinomios a personal de prefectura –en especial por el sector cercano a Amancio Alcorta- y a veces también aparecen los gendarmes, en proximidades de Iguazú. Por Iriarte suelen verse algunos policías, no obstante en esta avenida y la vía roban a autos y camiones las 24 horas. En el sector lindante al Riachuelo, manzanas 51, 23 a 29 y sector San Blas, cuentan los vecinos que casi nunca se ve uniformados (los habitantes de estas manzanas, además, padecen contaminaciones fatales, conforme fuentes del hospital Pena, que no dan abasto con sus patologías pulmonares, alérgicas y oncológicas). 

Por las noches en otra gran “venta de humo”, pueden observarse patrulleros estacionados por Amancio Alcorta, Iguazú, Iriarte y Luna, con narcos vendiendo alegremente a unos 50 metros de los mismos y con compradores en vehículos deteniéndose a comprar, sabiendo que no les va a pasar nada. 

Los políticos incapaces que padecemos, ignoran una verdad básica y por demás simple: todo operativo va a fracasar en cualquier territorio, si intervienen efectivos policiales o militares, que responden a distintos mandos jerárquicos. Y en estas cuestiones, también tienen sus responsabilidades la ministra Patricia Bullrich  Pueyrredón y todos sus funcionarios ignorantes e inútiles -con las jefaturas patéticas de sus fuerzas de seguridad federales-, quienes no tienen la menor idea del tema seguridad y solo logran con sus actos, que los delitos y las drogas sigan creciendo en forma continua, tomándonos a todos por idiotas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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