Martes 23.04.2024 | Whatsapp: (221) 5710138
8 de junio de 2019 | Historia

¿Patriota o agente inglés?

Día del Periodista: Las diferentes caras del polémico Mariano Moreno

Contradictorio y paradójico, fue apuntado como espía del Imperio Británico por unos y alabado como el "adalid de la Revolución" por otros. Su legado aún despierta posturas encontradas entre historiadores y políticos.

facebook sharing buttonCompartir
twitter sharing button Twittear
whatsapp sharing buttonCompartir
telegram sharing buttonCompartir
print sharing buttonImpresión
gmail sharing buttonCorreo electrónico

por:
Alberto Lettieri

El 7 de junio se celebra en la Argentina el día del periodista. Una profesión que ha internalizado las virtudes y los vicios de la naturaleza humana. Esa diversidad incluye en sus extremos a actores tan diferentes como Rodolfo Walsh y Luis Majul, por ejemplo. Pero hoy corresponde recordar al fundador del primer periódico surgido tras la Revolución de Mayo, La Gazeta de Buenos Aires, en 1810 y dio origen a las efemérides: Mariano Moreno
La historia oficial de Bartolomé Mitre lo proclamó como “númen de la Revolución“. Vicente Fidel López lo reconoció como su “adalid“. Para el revisionismo histórico nacionalista, en cambio, Mariano Moreno habría sido un “agente inglés“, definición que propone Pacho O’Donnell, quien lo señala como fundador de un “proto-unitarismo” que luego sería desplegado en todo su potencial por Rivadavia y Manuel García, o bien una especie de cagatintas dispuesto a acomodarse al soplido de los vientos, en la visión de José María Rosa. Finalmente, las lecturas de izquierda –a menudo coincidentes con las posiciones del liberalismo colonial- e incluso el revisionismo de izquierda, a través de autores como Puiggrós o Galasso, lo presentan como un arquetipo del revolucionario jacobino que llega a sacrificar su vida por defender sus ideas. 
La historia oficial en encargó de convertirlo en mártir. El 4 de marzo de 1811, luego de haberle sido suministrada una dosis de tartrato de amonio o de arsénico, estimada en cuarenta veces mayor que la necesaria para provocar la muerte, fallecía Moreno en alta mar. La medicación provocaba una especie de “fuego en las entrañas“, lo que explicaría el eufemismo de Saavedra: “hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego“. 
Llamativamente Mitre sólo se interesa en un tramo de la vida de Moreno, entre la Revolución de Mayo y su deceso, y le asigna el centro de la escena a un documento excepcional que le atribuye: el “Plan de Operaciones”. Una creación que permaneció en secreto durante casi dos décadas y hubiera hecho aparecer como reaccionario al propio Robespierre. Sin embargo, su autenticidad y su autoría han sido puestas en duda a partir de los cuestionamientos formulados por Paul Groussac en 1896. 
¿Bastan un documento excepcional o un final heroico para definir la vida y la obra de un personaje público? ¿Cuál fue el desempeño público de Moreno antes de la Revolución? ¿Sus escritos y posicionamientos anteriores guardaban sintonía con el Plan de Operaciones? ¿De dónde surge la afirmación de que se trataba de un agente inglés, y que grado de credibilidad reviste?
La participación de Mariano Moreno en la vida pública del Río de la Plata fue muy acotada. Recién aparece durante el fallido motín de Alzaga, a principios de 1809, como uno de los dos criollos que formarían parte de la Junta de Gobierno -compuesta además por nueve españoles-, en caso de que los peninsulares consiguieran remover al “francés“ héroe de la Reconquista y la Defensa de Buenos Aires, Santiago de Liniers. La pronta reacción del Comandante de Patricios, Cornelio Saavedra, impidió el éxito de la iniciativa. A fines de ese mismo año, Mariano Moreno reaparecía con un nuevo documento, “La representación de los hacendados”  -que Duhalde y Ortega Peña han adjudicado al diplomático inglés Alexander Mackinnon-, fuertemente crítico del sistema económico vigente. Allí se exigía al nuevo Virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros, la legalización de las importaciones de los productos ingleses, que hasta entonces se introducían a través del contrabando y la promoción de la exportación de los frutos de la tierra, anticipando los fundamentos del modelo agro-exportador. 
Al cabo de unos pocos meses, Moreno no aparecía ya asociado a la elite de comerciantes españoles, sino que se había desplazado al extremo opuesto, oficiando como apoderado de hacendados y labradores y promotor de los intereses ingleses. Carlos Roberts ha demostrado que Moreno era “el primero de una larga lista de grandes abogados que han representado intereses comerciales ingleses”, y hasta Mitre, López y Groussac han reconocido su autoría del decreto del 6 de noviembre de 1809, que autorizaba sólo a los comerciantes ingleses a comerciar con el Virreinato a través del Puerto.
Sobre el desempeño de Moreno durante las jornadas revolucionarias de 1810, Diego Molinari y Carlos Pueyrredón resaltaron su incertidumbre frente a los sucesos del 22 de mayo, y hasta el propio Vicente Fidel López ha llamado la atención sobre los temores -que no se cuidaba de expresar- sobre la posibilidad de ser degollado por los godos una vez que el movimiento, en el que tenía muy poca fe, fuera desactivado. Sin embargo, a partir del 25 de mayo, desde su cargo de Secretario de Gobierno y de Guerra, con amplio respaldo de los intereses británicos, Moreno intentó aplicar a rajatabla los enunciados de ese Plan de Operaciones secreto. Por entonces, el propio Makinon informaba al Foreing Office: “la voz corriente es independencia, bajo una estrecha alianza con Gran Bretaña.” Recientemente, José P. Feinmann ha subrayado que el Plan se proponía ”entregar la isla de Martín García a Inglaterra para que nos proteja ”.
En opinión de Rodolfo Puiggrós, en cambio, Moreno expresaba las contradicciones existentes dentro de una dirigencia sobre la “actitud a adoptar frente a la potencia generadora de la primera revolución industrial, dueña de los mares y eje del expansivo mercado capitalista. ¿Podríamos oponerle nuestros atrasados modos de producción o encerrarnos en la paraguaya autarquía económica?” 
José María Rosa sostiene que: “Moreno, a quien no le preocupa demasiado el pueblo, despliega el terror en la política y se asocia con Inglaterra en lo económico. Moreno tenía su séquito. En lo intelectual, Castelli. Igualmente Vieytes y Nicolás Rodríguez Peña, de fluidos contactos con los ingleses. En lo militar French, cuyo regimiento Estrella se parecía más a un grupo comando a su servicio, y el escuadrón Fernando VII de Juan Florencio Terrada. Y luego los “chisperos” con Pancho Planes y su grupo, Dupuy, Beruti, Donado y otros.”
Del otro lado y con Saavedra –continúa Rosa, estaba ese pueblo que “No estaba en la plaza porque estaba en los cuarteles, con las armas en la mano... porque no eran tropas de línea: era la población masculina de la ciudad en su totalidad”
Polémico, contradictorio, ambiguo, Moreno legó sus propias características a un amplio segmento del periodismo argentino. En un nuevo día del periodista, vale la pena recordarlo. (www.REALPOLITIK.com.ar)


¿Qué te parece esta nota?

COMENTÁ / VER COMENTARIOS

¡Escuchá Radio Realpolitik FM en vivo!