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11 de junio de 2019 | Nacionales

Inseguridad

Macri y Larreta lo hicieron: Incremento explosivo del narcotráfico

La administración de Macri, al igual que todas las gobernaciones de Cambiemos, tienen sendos denominadores en común: gestiones desastrosas, enormes publicidades falsas, funcionarios que no tienen la menor idea de nada y manejos de fondos totalmente oscuros, que en unos meses más darán lugar, seguramente, a una catarata de procesamientos penales.

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por:
Jorge O. Rodríguez

Comparten, además, algo absolutamente perverso: poner como jefes de las fuerzas policiales a ex anti narcos, todos de un nivel bochornoso y muchos altamente sospechados de haber realizado sus fortunas cobrándoles a los narcos. Si no estuviera claro que estamos en presencia de depredadores gobernando, podríamos pensar que están aquejados por un pensamiento mágico, creyendo que alguien que fue un inútil para enfrentar a los narcos, está capacitado para manejar una fuerza en forma eficiente y democrática,

Desde la asunción de este gobierno, se designó ministra de Seguridad a Patricia Bullrich Pueyrredón, quien hace más de 25 años ocupa todo tipo de cargos públicos, como si fuera experta en todo, a pesar de todas sus lamentables gestiones. Habría obtenido un título de una carrerita de unos años, a sus 46 años y por supuesto en una universidad privada. Es cuñada del ex montonero especializado en “negocios”, el ya fallecido Rodolfo Galimberti, y tía segunda del senador macrista Esteban Bullrich. En un excelente ejemplo de nepotismo, al menos el hijo de la ministra, su sobrino, su cuñado, su ahijado y la mujer de éste, ostentan cargos en el gobierno. El marido o concubino ministerial es Guillemo Yanco, presidente del sello partidario de la ministra, Unión por la Libertad, y vice del Museo del Holocausto. Se dedica a negocios de armamentos y todo tipo de proyectos de supuestas seguridades, en algunos de los cuales tuvo como asociado a su amigo, el secretario de derechos humanos Claudio Avruj (ex operador de Rubén Beraja, procesado por encubrir el atentado de la AMIA).

La gestión de Bullrich en estos tres años y medio ha sido prácticamente psicodélica, llena de disparates y horrores, que en cualquier país serio la hubieran eyectado de su cargo. Al comienzo le cayó encima la fuga de los “tres chiflados de la efedrina” –los Lanatta y Pérez Corradi-, con las mentiras de que los encarcelaban pero no tanto y la ministra con sus papelones y dislates. Su gestión se volvió más siniestra, con el asesinato de Santiago Maldonado, los desastres de los gendarmes y su jefe de gabinete, Pablo Noceti –letrado defensor de genocidas- a orillas del Río Chubut, tratando de embarrar las investigaciones. Luego fue el turno de los prefectos, con el asesinato de Rafael Nahuel en Bariloche, y matando también por la espalda a un joven, que habría esquivado un control de tránsito en Parque Patricios. También la ministra nos regaló su espectáculo, manifestando aparentemente embriagada: “Este es un país libre, el que quiera andar armado, que ande armado” (vale aclarar que, al menos en el 2009, le habrían realizado una infracción de tránsito en un test de alcoholemia, cuestión por la que hace años es llamada “Pato Botella”). Le siguieron distintas represiones de las fuerzas federales, en distintos conflictos laborales y sociales.

La ministra también nos ha obsequiado sus notas de color, apareciendo con sus disfraces militares y chalecos antibalas, en una serie de lapsus freudianos que tendrán que ver con su supuesta militancia montonera, previa a su arrepentimiento. Pero más allá de la total ignorancia de la ministra -no solo en seguridad-, su gestión está sospechada de un sinnúmero de “negocios”, que favorecerían a su cónyuge y a sus amigos: se compraron cuatro lanchas de guerra israelíes para prefectura que no está en guerra, a un precio disparatado de 50 millones de dólares (la Federación de Industria Naval explicó que con ese dinero se podrían haber comprado veinte lanchas, en tanto Brasil le compró lanchas a Colombia por 2 millones de dólares). En otro “proyecto”, se habilitó la instalación de una base norteamericana en cercanías de Vaca Muerta, como también licitaciones para prefectura, redactadas a la medida de una empresa de un amigo de Yanco. Trajo a los grupos de tareas y negocios de la DEA a operar en el norte argentino, sin aclarar cuántos efectivos son, qué objetivos criminales tienen y mucho menos cuánto le cuestan al país estos “especialistas”, con productividad cero en más de un año. Especialistas que son copartícipes de que en USA, haya al menos 100 millones de adictos y que aumenten año a año gracias a las exportaciones mexicanas de drogas. También Bullrich compró chalecos antibalas a precios siderales, que no aprueban las normas IRAM, y además las modernas picanas eléctricas, las pistolas tasser, todos hechos aberrantes, que beneficiarían al señor Yanco de Bullrich.

Los logros de Bullrich son innumerables, basta recordar el protocolo para la represión de las protestas sociales y sus estadísticas de rescate de víctimas de tráfico de personas son nefastas: en 2015 fueron rescatadas 2.110, bajó a 666 en 2016, 516 en 2017, y se supone una nueva caída en 2018. Y por supuesto el affaire del espía y falso abogado Marcelo D’Alessio, que muy probablemente terminará con el procesamiento penal de la ministra, al tener que demostrar por qué concepto le pagaba y con qué tipo de fondos (si además no termina procesada y con prisión preventiva, por integrar una asociación ilícita). Pero hasta el final de su gestión, continuará con sus aportes culturales: con su firma, se autorizó a que el hijo del gobernador jujeño Gerardo Morales, pueda plantar miles de hectáreas de cannabis, para luego realizar sus ventas con supuestos “fines medicinales”. 

En varias notas de REALPOLITIK, nos ocupamos de la nefasta gestión de seguridad de Horacio Rodríguez Larreta: “La ciudad de las drogas” del 23.4, “La policía de Larreta con jefes ineptos, pícaros y maltratadores del 16.4”, entre otras. También analizamos en detalle, el cuadro de narcotráfico y demás delitos, de las villas 31-31 Bis de Retiro y de Zavaleta 21-24, con la opinión de vecinos honestos de los asentamientos, sobre que todo ese aquelarre se había duplicado en estos más de tres años. Las publicidades por e-mail de los funcionarios de Larreta resultan cómicas narrando que detienen a un par de ladrones, o que dan un golpe al narcotráfico deteniendo algún indigente con cuatro o cinco dosis. Pero resulta que de la nada y en medio de la campaña, este viernes 7 nos quisieron hacer creer que incautaron 1.400 kilos de cannabis, mostrando una graciosa foto en la cual a Larreta lo acompañan, la ministra ex montonera y el fiscal Guillermo Marijuán, quien excavó media Patagonia buscando lo que se había robado CFK sin encontrar ni una moneda.

La Policía Metropolitana que fundara Macri y se convirtiera en Policía de la Ciudad con Larreta, desde su inicio mostró el ADN de algo impresentable. Una retahíla de jefes con prontuarios y patrimonios que no podían justificar, duraron muy poco tiempo y cayeron por sendos procesamientos penales, comenzando por el Fino Palacios (envuelto en espionaje y otros delitos), recomendado por el Mossad y la CIA vía el funcionario Claudio Avruj. Lo sucedió Osvaldo Chamorro, quien debió renunciar unas semanas más tarde, envuelto también en un escándalo de espionaje. Durante unos meses estuvo a cargo Eugenio Burzaco –con su hermano y padre socios detenidos por el affaire FIFA-, y luego asumió José Potocar, alias Peluquín, detenido y procesado por coimas, en el marco de una supuesta asociación ilícita. Carlos Kevorkian duró 178 días en su cargo y había sido impugnado por el ser el jefe de un operativo en 2005, en el cual murió un hincha de fútbol. El jefe nombrado hace unos días, Gabriel Berard, dirigió la salvaje represión en el Congreso en diciembre del 2017, cuando se debatió el ajuste previsional. Todo esto coherente, con comisarios y comisionados que provienen de la Federal, muchos de los cuales fueron exonerados u obligados en su momento a solicitar su retiro, a cambio de encubrirse sus delitos. Y con funcionarios políticos a cargo de la policía, como Ocampo y D’Alesandro, que no tienen la menor idea de la seguridad y pasan continuos papelones en los encuentros con vecinos (en algunos de las cuales Larreta huyó prestamente, al no poder responder las preguntas que se le hacían).

Quienes transitamos las calles, podemos ver por las noches, que la 3 / 4 parte la ciudad pareciera ser una inmensa zona liberada, y barrios que hasta hace unos cuatro años eran mínimamente tranquilos, son azotados todo el día por ladrones y traficantes. Sigue habiendo y cada vez más, policías apostados cuidando cuevas de drogas, de trata de personas o de supermercados e inmobiliarias, a los cuales luego de ser robados, se les vende protección policial, siguiendo la vieja escuela de los comisarios de la Federal. Y seguimos viendo policías destinados en soledad en lugares de mucho peligro, como si sus jefes quisieran que los mataran.

Tenemos un gobierno nacional que se caracteriza por las fronteras liberadas, con radares que no funcionan o solo andan unas horas, mientras en todos los ámbitos del país se ha duplicado o al menos crecido en un 70 por ciento el narcotráfico. Y funcionarios publicitando unas supuestas grandes capturas de estupefacientes, no auditadas ni fiscalizadas por nadie, de manera que resulta imposible saber si se trata, por ejemplo, de cannabis o de lechuga y de cocaína o harina.

Se ponen al descubierto, encontrando casi exclusivamente supuesto cannabis: el kilo de marihuana tiene un valor de unos 10 mil pesos, en tanto el de cocaína es de unos 15 mil dólares. Los discursos cuasi fascistas de mano dura del presidente Macri y su ministra Bullrich, se complementan premiando públicamente a integrantes de las fuerzas de seguridad, que asesinan por la espalda a gente desarmada. Y resultan coherentes, con todas sus estadísticas: un informe de Correpi, reveló que en 1110 días de gobierno el aparato estatal mató 1.206 personas, el mayor incremento desde 1983, con un promedio de más de 400 asesinatos estatales al año (gatillo fácil, muertes en lugares de detención, desapariciones forzadas, represión a la protesta social).

Todo es un espanto. El 90 por ciento de la población no tiene derechos, y si protestan meta bala o cárcel. El macrismo parecería haber sido descripto premonitoriamente hace treinta años por Carlos “El Indio” Solari: “Nuestro amo juega al esclavo, de esta tierra que es una herida, que se abre todos los días, a pura muerte, a todo gramo. Violencia es mentir”. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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