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19 de junio de 2019 | Opinión

Radiografía de un país sin timón

México narco: Cómo abastecer a 100 millones de adictos de USA

México tiene unos 130 millones de habitantes, de los cuales al menos 54 millones son pobres, es decir un 41 por ciento de la población (y 10 por ciento viven en la pobreza extrema). La disparidad entre ricos y pobres es realmente escandalosa. 

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por:
Jorge O. Rodríguez

Están formados por 32 estados. Los más  extensos son Chihuahua, Sonora, Coahuila y Durango, los tres primeros limitando con USA, como también Baja California, Nuevo León y Tamaulipas.

Las raíces narcos se remontan a algunos cientos de años, con hongos alucinógenos manejados por los jamanes y marihuana. Imperan los sobornos a políticos, policías y la justicia, en niveles municipales, estaduales y nacionales. Se produce cannabis y amapola -adormidera- en Sinaloa, Durango y Chihuahua (el “triángulo dorado”), como también en Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Chiapas, Oaxaca y  Veracruz. En el 2016 las autoridades reconocieron que había 25 mil hectáreas de amapolas, pero otras fuentes las estiman en más de 60 mil, existiendo también en otros estados. Como ya escribiéramos el 3 de junio, Estados Unidos le robó a México la mitad de su territorio y, como bien dicen los mexicanos, “me vale madres guey, ahorita nos vengamos llenándolos de drogas a los pinche gringos”. 

El Partido Revolucionario Institucional gobernó México 71 años. En la presidencia de Carlos Salinas de Gortari –con sus escándalos y los de su hermano-, empezó su declive y se profundizó en la de Ernesto Zedillo. Vicente Fox, del Partido de Acción Nacional, y su correligionario Felipe Calderón (“inventor” para México de la guerra contra el narcotráfico) gobernaron con similares modelos corruptos, profundizando la dependencia de USA. Luego el PRI volvió al gobierno con Enrique Peña Nieto, con financiamientos narcos. A fines del año pasado, llega a la presidencia Andrés Manuel López Obrador (AMLO), con un espacio de centro izquierda reformista.

Los contrabandistas mexicanos abastecieron a USA de alcohol en su prohibición. Desde siempre, sus adictos recibieron drogas mexicanas, pero todo comenzó a explosionar en las décadas del 60 y 70, con sus epidemias de heroína y crack, más los enormes consumos de cannabis. 

Como mencionáramos el 3 de junio en REALPOLITIK, la CIA participaba en las exportaciones mexicanas de drogas, pero a partir del asesinato de Enrique Kiky Camarena, la DEA comienza a reemplazarla. El asesinato del agente de la DEA Kiky , fue una operación de miembros de la CIA, junto a Rafael Caro QuinterosMiguel Angel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo, jefes del cartel Guadalajara. Avalada además, por funcionarios y policías corruptos, de la presidencia de Miguel de la Madrid. En 1987 Félix Gallardo, “El Padrino”, ex policía de Sinaloa, convoca en Acapulco a una cumbre de la federación de cárteles, el Guadalajara, tratando de reponerse de la caída de su primo Rafael Caro Quintero (detenido hasta el 2013). Redistribuye el juego narco: la ruta de Tijuana iría a los hermanos Arellano Félix (Francisco, Benjamín y Ramón), y la de ciudad Juárez en Chihuahua iría a Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”, y su tío Ernesto Fonseca Carrillo. Por su parte Miguel Caro Quintero, tendría el corredor de Sonora. El control de Matamoros, que más tarde se convertiría en el cártel del Golfo, quedaba en manos de Juan García Ábrego (ciudadano norteamericano, luego “detenido” en Colorado, USA).  Joaquín” el Chapo” Guzmán Loera e Ismael “El Mayo” Zambada García, se hacían cargo de las operaciones de la costa del Pacífico, configurando el cártel de Sinaloa. 

Félix Gallardo, protegido por autoridades estaduales y nacionales, mantuvo el equilibrio narco hasta donde pudo. Se asoció con Pablo Emilio Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha en Colombia, gracias al hondureño Ramón Matta Ballesteros, para trasladar la cocaína a Estados Unidos. Las presiones de USA a México se incrementaron y Félix Gallardo fue detenido el 8 de abril de 1989. 

En esta parte de la historia, y estando en ciudad Juárez, mirando el muro que luego sería el muro de Donald Trump, recordaba la canción del Indio Solari, que comienza con una voz en off diciendo: “Se está acabando el tequila, se está acabando el tequila…”, y luego nos canta: “Narcocorridos de ciudad Juárez, tonto de mí que allí silbe La Cucaracha… Leen el evangelio según Hitler a la hora de almorzar”. Seguramente el almuerzo, está referido a los narcos y sus socios: se cae el modelo de equilibrio inestable narco, y recrudecen los enfrentamientos entre Sinaloa, Juárez, Tijuana y el Golfo. Surgen nuevas bandas, y comienzan a matarse entre todos salvajemente, disputando el mercado de USA. Se dedican también a trata de personas, robo de combustibles (llamados huachicoleros), ventas de armas, secuestros, extorsiones y todo tipo de delitos. Los bancos de USA muy felices, con los lavados de dineros narcos: HSBC, Wachovia, Of América, JP Morgan, Deutsche Bank y City, entre otros.

Martin Barrón, del Instituto de Ciencias Penales, a principios de 2018, estimaba que en México operaban unos 130 grupos criminales (cárteles y células más pequeñas). Actualmente se habla de unos 150 grupos, muchos de estructuras muy ligeras, que operan en zonas específicas y que reemplazan fácilmente a sus jefes cuando son abatidos (y a los pocos que caen presos).

El cártel de Sinaloa tuvo durante varios años un crecimiento fenomenal. Con la segunda caída del “Chapo” Guzmán, al soltarle la mano USA, muchos ingenuos o intencionados empezaron a plantear que el Sinaloa desaparecía. Actualmente, siguen abasteciendo no menos de 150 ciudades norteamericanas. Inundan USA con cocaína colombiana y en menor grado con peruana y boliviana, con sus producciones de heroína y cannabis, con sus drogas sintéticas como anfetaminas y metanfetaminas, fentanilo, cristal, con MDMA (éxtasis o molly), LSD (ácido lisérgico) y otros venenos no tipificados como estupefacientes, demandados por sectores marginales de USA. Abastecen a casi todos los heroinómanos de USA, a pesar que la heroína mexicana es muy menor, en relación a la asiática. Gran parte de los precursores químicos utilizados les llegan de Asia pero otros provienen de USA (como buena parte de los cientos de miles de armas). Los hijos del “Chapo” que quedan vivos y “El Mayo” Zambada, siguen sueltos y dirigiendo el Sinaloa, a pesar de las suculentas recompensas. Y exportan sus productos a más de cincuenta países, en muchos casos con un joint venture con la 'Ndrangheta, la mafia calabresa, como lo narra el genial escritor Roberto Saviano. En la foto, se puede ver cómo el cártel patrulla el estado. Tienen un infernal aparato de inteligencia, “la KGB de Culiacán”: doy fe que cuando llega un extraño a su estado, durante varios días es seguido y escuchado las 24 horas. Limpia vidrios, vendedores ambulantes, choferes, mozos, empleados de hoteles, son verdaderos espías. Es casi una copia de lo que fuera la KGB de Cali, del cártel de los Rodríguez Orejuela

También supo tener su importancia el cártel de los Beltran Leiva, de los hermanos Marcos, Alfredo, Carlos y Héctor, alias “El H”. Ocuparon buena parte de Morelos y del estado de México. Edgar Valdez Villarreal, “La Barbie", nacido en USA y también “en prisión”, fue uno de sus operadores más sanguinarios. En la zona central del país, se destacaron los cárteles el Milenio, La Familia Michoacana y Los Templarios, combatidos por las Autodefensas, creadas por el inconmensurable doctor José Mireles, preso tres años por Peña Nieto.

En la costa del Atlántico, todavía se disputa una sangrienta guerra entre el cártel del Golfo y los Z (su antiguo aparato de seguridad y sicarios, conducido por ex policías). Han teñido de rojo y dejado cabezas cortadas por Cancún, playa del Carmen y toda la Riviera Maya hasta Veracruz. Hace unos años apareció en escena el cártel de Noreste, también por toda esa costa.

El cártel Jalisco, llamado Nueva Generación en homenaje al de Guadalajara, viene realizando un crecimiento feroz. Tal como se puede ver en la fotografía, acostumbran a grandes muestras teatrales, colgando “mantas” (enormes carteles) con sus amenazas, y con sus conferencias de prensa. Muchos dicen que la DEA cambió de novio, por eso su notable crecimiento. Como nos cuenta el “Chaparrito” de Culiacán: “Me vale madres, la chingada de la DEA, aquí no deja ni que crezca la hierba, sino quiere”. El día 1 de mayo de 2015 fue detenido su líder Nemesio Oseguera Cervantes, “El Mencho”, por la marina mexicana. En esta comedia de la guerra contra las drogas, su detención duró unas dos horas. Cuentan los amigos mexicanos que uno de sus distinguidos operadores es Enrique Santos Carrió, hijo de la diputada nacional argentina “Lilita” Carrió. Aparentemente “El Chamaco” está procesado en cinco causas penales, algunas por narcotráfico y otras por lavados de dinero, tal como ya publicamos en REALPOLITIK. Hasta el momento no pudieron comprobarse transferencias de sus dineros a la benemérita diputada. Hasta el momento. El niñito es “yo me manejo bien con todo el mundo”: es amigo de los hermanos Beltrán Leiva

Según la revista Rolling Stone, el Jalisco tiene presencia en 22 estados mexicanos, contra 13 de Sinaloa, aunque ese análisis puede estar algo contaminado, teniendo en cuenta que presentaron a “Mencho”, casi como si fuera un rock star. El Jalisco libró por varios años una demencial guerra contra el Sinaloa, en su territorio y sin poder desalojarlos, quedando cabezas cortadas y cuerpos mutilados por todos lados. Jalisco también inició una campaña de ataques, en contra de las autodefensas de Michoacán, e intentaron desalojar a otros grupos en la zona sur por ambas costas.

Luego de doce años de la farsa de la guerra contra las drogas, y con mucho más de 200 mil asesinatos, con muchas desapariciones forzadas no denunciadas, con la aparición continua de fosas comunes, todo ha sido un fracaso. En su momento se estimaron más de 220 mil los efectivos de las fuerzas armadas y 60.500 de la policía federal que participaban en la “guerra”, sumados a un número incalculable de policías municipales y estaduales, con lo cual podría duplicarse esa cifra. El presidente López Obrador determinó, en enero de este año, que se había terminado esa farsa perversa, intentando retirar a marina, ejército y policía federal, creando una guardia nacional (como freno a la inmensa corrupción, de todas las policías y de sus fuerzas armadas). Sus funcionarios están abocados a analizar la posible descriminalización de los cultivos de cannabis y amapolas.

Los niveles de drogadicción en México son bastante bajos: distintas ONG que también piden no ser mencionadas, lo estiman entre un 3 y 5 por ciento de la población. Hace un par de años, se calculaba que la exportación de drogas a USA, era de unos 33 mil millones de dólares anuales. Algunas fuentes que también solicitan no ser mencionadas, hablan del doble de esa cifra, en tanto otras afirman que es mucho mayor. Teniendo en cuenta que las exportaciones mexicanas superan los 420 mil millones de dólares, las drogas representarían entre un 15 o 25 por ciento adicional a las mismas, un verdadero infierno, que no quiere ser obviamente reconocido por nadie. Hace unos años, varios medios mencionaban que el negocio narco ocupa 4 millones de personas. Distintas ONG plantean que esa cifra debe multiplicarse por cinco o más, sumando empleos directos e indirectos: entre 20 y 24 millones, sobre un total de 130 millones de habitantes. Lo cual resulta entendible, considerando las zonas de cultivos y elaboración socialmente marginales, en las cuales el estado es un eterno ausente y el narco genera empleos, da educación y aporta un mínimo de salud a esos territorios, tal como ocurre en casi toda Latinoamérica. “La pobreza es el caldo de cultivo para la mano de obra del narco”, escribía el gran periodista asesinado Javier Valdez. ¿Qué pasaría si se cayeran las decenas de miles de millones de dólares anuales de venta de drogas? ¿De qué vivirían los millones de pobres que emplean los narcos? ¿Qué haría USA con sus más de 100 millones de adictos? ¿Podrá López Obrador, inserto en medio de un narco estado, aplicar otro tipo de políticas? Son todas preguntas sin respuestas, pero en unos meses más, tal vez veamos una nueva farsa.

Los zapatistas se rebelaron en enero 1994 en Chiapas, y continúan con su organización social y comunitaria en los territorios de Los Altos y la Selva Lacandona. Mantienen sus formas de gobierno, con sus autodefensas de grupos narcos y paramilitares vinculados a terratenientes. A 25 años del levantamiento, dejaron en claro que “el presidente es un mañoso, un mentiroso, no permitiremos que por nuestro territorio pasen sus proyectos de destrucción”.  Las etnias tzotziles, tzeltales, tojolabales, choles, zoques y mames, siempre aclararon que no les interesaba la toma del poder, que querían vivir en paz en sus tierras, con salud, educación y vivienda. Con su ejemplo, alumbraron en buena medida a “guardianes indígenas” en Guerrero, Sonora, Michoacán, Jalisco, Oaxaca y muchas partes más. Pero sobre todo, el zapatismo demostró que aunque sea muy difícil, otro México es posible, muy diferente a este narco estado. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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