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15 de julio de 2019 | Provincia

Bonaerenses y federales

Tiroteo entre policías en Azul: ¿Otra vez los grupos de tareas?

Este jueves 11 cerca de la hora 8.00 de la mañana, hubo un enfrentamiento a tiros entre integrantes de ambas fuerzas de seguridad, en la ciudad de Azul. Todo ocurrió en el kilómetro 301 de la ruta 3, a metros de los surtidores de nafta de la estación de servicio YPF.

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por:
Jorge O. Rodríguez

Un efectivo de la bonaerense iba en su automóvil Bora Volkswagen, en tanto tres efectivos federales se encontraban en un Focus Ford. Ambos vehículos no identificables y con sus pasajeros de civil y sin sus chalecos anti balas. Distintos medios nos cuentan una historia, según la cual un camionero se asustó al ser seguido por el Focus y, en lugar de marcar los tres números de 911, llamó al celular del conductor del Bora. También pretenden que creamos, que los dos vehículos se parecían al de un narcotraficante. Y que tanto la DDI de la bonaerense -a la que pertenece el conductor del Bora- como la delegación Azul de los federales -en la que prestan servicios los del Focus- estaban investigando a ese traficante fantasma.

En esta trama poco creíble, aparecen operadores de prensa disfrazados de periodistas, contándonos otra historieta, según la cual el juzgado federal de Azul había aprobado escuchas telefónicas del narco fantasma a pedido de los federales. Las escuchas telefónicas legales son muy diferentes a un trabajo de inteligencia criminal de campo, con seguimientos, filmaciones, hombres armados con chalecos, etcétera.

De manera que todo este ambiente tan confuso, nos recuerda a los enfrentamientos armados de los grupos de tareas de distintas fuerzas en la dictadura. La diferencia es que, en aquéllos años aciagos, los botines de guerra eran los militantes o sospechosos y sus distintos bienes patrimoniales. En estos últimos años, con diversos enfrentamientos que no habrían trascendido, pareciera que el botín de guerra fueran justamente los narcos u otros delincuentes, sus drogas y dineros, con verdaderas patotas armadas que siguen las órdenes de superiores corruptos.

La confusión generada por los distintos operadores de prensa y sus mandantes, nos plantea un nuevo enfrentamiento entre federales y bonaerenses similar al de Avellaneda, del día 29 de marzo. El día 4 de abril publicamos en REALPOLITIK una nota en la cual explicábamos que no se trató de un enfrentamiento. Y que el comisario Hernán Martín, de la Bonaerense, había recibido entre ocho y diez balazos en su espalda o nuca –en un inequívoco fusilamiento- y que solo los federales habían realizado disparos. También publicamos una foto, en la cual podía observarse a un federal herido, sonriendo alegremente a 36 horas de su supuesta herida, con su pelo largo, barba y tatuajes tumberos, acompañado por el jefe policial y la inefable ministra de Seguridad, Patricia Bullrich.

Se supone que tanto los juzgados como las fiscalías federales tienen por escrito protocolos y normas de procedimiento para actuar en lo referente a narcotráfico y otros delitos complejos. También se supone que las fuerzas nacionales y provinciales no deberían actuar, en ningún caso, sin que previamente haya una actuación de juzgados o fiscalías. Se supone. Por eso la prensa falaz nos cuenta la historieta de la intervención telefónica, del celular del narco fantasma. Y no es casualidad que, a partir de los tiros, los miembros del juzgado federal de Azul se hayan escondido, al mejor estilo de la gobernadora Vidal, cuando ocurren este tipo de hechos (como en el fusilamiento en Avellaneda del comisario Martín). Hasta puede ocurrir que puedan aparecer solicitudes truchas de juzgados o fiscalías, requiriendo la intervención previa a los tiros, para de esta forma intentar encubrir los delitos policiales que se hayan cometido. Recordemos que en Avellaneda hubo una supuesta solicitud de investigación de una fiscal, con una narco femenina fantasma, que graciosamente aparecía denunciando coimas policiales.

Para alimentar el caldo de las confusiones, la prensa nos informa que también existen testimonios que plantean que, en inmediaciones de la estación de servicio, había uno o dos patrulleros bonaerenses estacionados. Como si fuera una comedia de enredos de Neil Simon, tanto el bonaerense como el federal heridos, terminan internados en el mismo hospital de Azul: el federal recibió balazos en la rodilla derecha y en el tobillo izquierdo, mientras que el bonaerense resultó herido en el estómago y en un glúteo: el estómago está en la parte anterior del cuerpo y el glúteo en la posterior, de manera que, aunque nadie lo informe, se trataría de disparos de dos tiradores.

El lector se preguntará cómo sigue la historieta o comedia de enredos, y eventualmente de mentiras y encubrimientos: tomó intervención la fiscalía de Delitos Especiales de Azul, aparentemente caratulando la causa como “tentativa de homicidio”, reteniendo las armas de ocho policías, de manera que podrían haber existido más tiradores que los cuatro mencionados. Los funcionarios de la fiscalía dispusieron que los peritajes los lleve a cabo la Gendarmería, seguramente no enterados que tanto Prefectura como Policía Aeroportuaria, cuentan con peritos para estos casos. Parece que también ignoran que desde la invención de los gendarmes caranchos del ex secretario Sergio Berni –que se tiraban encima de automóviles, simulando que los manifestantes los habían atropellado-, el papel de los gendarmes resulta deplorable, tal como lo demuestra el falso peritaje y encubrimiento del asesinato de Santiago Maldonado. Seguramente nunca sepamos lo que realmente ocurrió, en forma similar al fusilamiento del comisario Martín en Avellaneda. Y además muy posiblemente veremos que sigan, en unos días, apareciendo nuevas mentiras en los medios.

Pero, aunque cueste dejar de lado estas cuestiones subjetivas y la contaminación no casual de los medios de difusión, trataremos de avanzar en temas más objetivos: la ciudad de Azul, ubicada en el centro sur de la provincia de Buenos Aires, tiene una ubicación estratégica en muchos sentidos, y muy especialmente en el traslado de sustancias estupefacientes. Por allí pasa la ruta 116 que comunica con Tandil y Mar del Plata con su puerto, la ruta 3 que conduce a Tres Arroyos y Bahía Blanca, la 51 que va a Necochea y el puerto de Quequén, como también la ruta 60 que pasando por Carhué, luego va a la provincia de La Pampa y se comunica con toda la Patagonia. Todas estas rutas resultan mucho menos controladas y vigiladas que las rutas 2 y 11, que van a la Costa Atlántica, y en cierto sentido parecerían ser hasta “rutas liberadas”. De manera que en un sentido o en otro, por la ciudad de Azul viajan cientos de cargamentos de cocaína, paco, cannabis, éxtasis (mdma) o ácido lisérgico (LSD), tal como comentamos, este último con incremento de los consumos de parte de estudiantes secundarios de casi todo el país.

Tal vez con las cuestiones estratégicas reseñadas de la ciudad de Azul, pueda entenderse un poco mejor el enfrentamiento y el eventual “botín de guerra”, que se encontraba de por medio. Pero en este final de época casi seguro del macrismo, con un crecimiento del narcotráfico entre el 70 y 100 por ciento en todos los distritos del país, recordamos la canción de Los Redonditos de Ricota: “Qué botines esperan ganar, si nunca un perro mira el cielo”. Y con tantos botines y tantos perros, seguramente volvamos a encontrarnos con enfrentamientos armados, entre integrantes de distintas fuerzas policiales, en medio de surtidores de nafta y de inocentes, creídos que, pase lo que pase, van a quedar impunes, porque así les hicieron creer que es el “robo para la corona”. Lo que no le contaron sus superiores, es que cada tanto algún perro mira al cielo y algunos perejiles quedan pegados en la mentira de la guerra contra las drogas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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