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30 de julio de 2019 | Opinión

La realidad supera la ficción

Dineros narcos mexicanos en Argentina

Nuestro país, desde siempre, constituye un gran paraíso para el lavado de dinero del narcotráfico, la trata de personas, la venta de armas y demás delitos internacionales.

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por:
Jorge O. Rodríguez

Nuestras normas legales parecen un verdadero chiste de mal gusto. En junio 2011 fue sancionada la ley 26.683 de lavado de activos, por demás rudimentaria. Luego en enero de 2018 se la mejoró muy levemente, con la ley 19.574.

Con el actual gobierno, quien quiera puede ingresar por vía bancaria los millones de dólares o euros que se le ocurran, y volverlos a sacar en cualquier momento, a diferencia de lo que ocurre con las restricciones de cualquier país serio del mundo. Como ya comentamos en la nota del 19 de junio titulada “México narco: Cómo abastecer a 100 millones de adictos de USA”, los principales bancos norteamericanos han lavado y lo siguen haciendo, los dineros del Chapo Guzmán y de todos los cárteles mexicanos. JP Morgan, Bank of America, Wells Fargo, Wachovia, Citi Group, Goldman Sachs, Morgan Stanley, la filial del HSBC, entre otros, viven violando las normas norteamericanas, con la Reserva Federal y el resto de las autoridades haciéndose los tontos.  

El capo mexicano Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”, supuestamente perseguido por la DEA y las autoridades mexicanas, se refugió en nuestro país en los años 1996 y 1997, acompañado de su mujer y 5 de sus 28 hijos. En realidad, huyó de México al caer detenido el “zar antidrogas” que lo protegía, el general José de Jesús Gutiérrez Rebollo. El jefe del cártel de Juárez supo tener una flota de más de cien aviones y se la pasó durante años abasteciendo con la cocaína de Pablo Escobar y sus sucesores colombianos a los millones de adictos de USA.

Los graciosos de la DEA plantearon en su momento que las ganancias de Amado eran de entre 200 y 300 millones de dólares semanales (distintas fuentes mexicanas, plantean una cifra cercana a los 1.000 millones). La cuestión es que el bueno de Amado, con otra identidad, se la pasó en esos años realizando inversiones no solo en nuestro país sino también en Uruguay, Brasil y México. Se paseó no solo por Buenos Aires sino también por Bahía Blanca y Mar del Plata. Su fortuna es estimada en cerca de 50.000 millones de dólares, algo menos de la de Pablo Escobar y la del Chapo Guzmán.

Los envíos de dinero a Buenos Aires se habían realizado a través de la financiera Mercado Abierto -desde cuentas del City Bank-, reveló en 2018 el diario Clarín. El propietario de la misma era Aldo Ducler, entre otras cosas, financista de la campaña presidencial de Eduardo Duhalde y “Palito” Ortega.  La célula local de Carrillo, según un informe de Interpol, “estuvo integrada por Ducler, Nicolás Di Tulio, María Alonso, Domingo Di Tulio, Rosendo Miguel Llorente y Ángel Salvia”. Los Di Tullio gestaron las compras de muchísimos inmuebles y campos, por cientos de millones de dólares.

A Amado Carrillo Fuentes se lo da por fallecido luego de una intervención de cirugía plástica, el 3 de julio de 1997 en el hospital Santa Mónica de la ciudad de México (supuestamente por una sobredosis de dormicum, un fuerte inductor al sueño). Durante varias semanas fueron asesinados los cuatro médicos intervinientes y, en total, no menos de veinte personas. Como nos cuenta Manolito, un amigo de ciudad Juárez: “Me vale madres, guey. Amado compró un muerto, le pusieron su ADN, lo quemaron y negoció con los gringos con algunos dineros para esfumarse en el aire. Por ahí anda riéndose de todos, mientras el cártel de Juárez los sigue inundando de drogas a los yanquis, total cuando se aburren se meten a tiros con el Jalisco y los Z”.

Otro tendal de muertos siguió luego por nuestro país: Ángel Salvia, el empresario marplatense, fue asesinado por un policía supuestamente al sorprenderlo con su esposa en mayo 2007. Nicolás Di Tullio falleció en un accidente de ruta en setiembre 2012, en forma similar a lo ocurrido años antes, a su amigo el sindicalista - empresario menemista Diego Ibáñez. Ducler murió el 1 de junio de 2017 de un infarto, justo cuando estaba por cerrar un trato como arrepentido en fondos del gobierno de Santa Cruz.

El sainete argentino continúa con testimonios de agentes de la DEA, dando origen a la causa 14032/99, a cargo del juez federal Rodolfo Canicoba Corral, apartado tras descubrirse extraños manejos con campos judicializados. Estaba previsto que en 2016 Ducler asistiera a un juicio oral por lavado de dinero, como uno más de los doscientos testigos. Pero los siete acusados firmaron un juicio abreviado con el fiscal Diego Velasco, con penas ridículas de tres años y medio de prisión en suspenso. En febrero de 2018 el gobierno nacional anunció en forma rimbombante que sometería a remate, “bienes por un valor de 1,5 millones de dólares propiedad de Amado Carrillo Fuentes”. O sea, lo que se gastan en una cena Amado y los suyos. En varios de estos juicios, realizados luego de 17 años y con varios fallecidos de por medio, actuó una graciosa comisión mixta, integrada por dos funcionarios de la Corte Suprema y otros dos de la inoperante SEDRONAR.


El Nemesio del Jalisco, jefe de Enriquito Santos Carrió.

Cuestión que de los más 1.000 millones de dólares, traídos al cono sur por “El Señor de los Cielos”, ni noticias. Eduardo González Quirarte, su lugarteniente, entre 1997 y 1999 armó una estructura de blanqueo con el apoyo de otros miembros del cártel, como Jorge Iñiguez Martínez, Jaime Martínez Ayón, Carlos Colín Padilla y los hermanos Francisco y José Mora Guerrero.

González Quirarte compró en Mar del Plata, por 5 millones de dólares, la estancia Rincón Grande; luego invirtió otra fortuna en gastos de decoración, tractores, maquinaria agrícola y camiones; remodeló y convirtió el antiguo hotel Tourbillón en un centro de lujo y comenzó el proyecto para construir departamentos. Creó varias sociedades anónimas que le permitieron comprar campos, estancias y empresas con sus falsas identidades y testaferros. Se trajo incluso un león embalsamado, al igual que había hecho Amado. Si la dirección nacional de Migraciones cumpliera con sus obligaciones, tal vez surgiría a la luz cuántos de los siete hermanos de Amado y cuántos de sus hijos anduvieron o todavía habitan nuestro país con identidades apócrifas (entre otros sus hermanos Vicente, alias Viceroy o Alberto, conocido como Bety la Fea). Todo coherente con Migraciones, que todavía no se dio cuenta que existen más de cuarenta ciudadanos peruanos domiciliados en nuestras villas, que registran más de veinte salidas a Lima, Perú, durante unos cinco años.

Como bien nos cuenta el periodista Walter Goobar: “Durante la década de los 90, hubo muchos jefes narcos de renombre en México que mandaban a sus hijos a vivir a la Argentina, aprovechando la liviandad con la que se controlaba el lavado de dinero. Muchos de ellos estudiaban en aquel tiempo en la Universidad de Belgrano, por ejemplo”.

El sinaolense Amado, como siempre, marcó el camino, en este caso con sus inversiones en Argentina. Por algo sus parientes también sinaolenses que dirigían el cártel de Guadalajara, siempre lo quisieron y respetaron (sus primos Rafael Caro Quinteros, el “Agricultor”, y Miguel Angel Félix Gallardo, el “Padrino”, y su tío Ernesto Fonseca Carrillo, “Don Neto”). Pero también lo respetó mucho Joaquín Chapo Guzmán Loera, el “dueño” del cártel de Sinaloa (hasta que le asesinó a uno de sus hermanos). No es casualidad que están abiertas distintas investigaciones periodísticas mexicanas sobre posibles inversiones del Chapo y sus socios en nuestro país. Aunque todavía en desarrollo, plantean posibles transferencias bancarias desde USA a la Argentina vía el JP Morgan y el Deutsche Bank, casualmente aportantes de ministros y altos funcionarios del gobierno nacional.

Existió otra serie de crímenes debidamente no esclarecidos por los inefables jueces y fiscales argentinos (o condenando a perejiles). En febrero 2001, en Cariló, murieron el financista Mariano Lozanovscky Perel y su esposa: la habitación estaba cerrada por dentro y el contador con su mano menos hábil, según la versión oficial, le disparó a su esposa y luego se suicidó. El 24 de julio de 2008 en el Unicenter de Martínez, fueron asesinados los ciudadanos colombianos Jorge Alexander Quintero Gartner y Héctor Edilson Duque Ceballos, por el cual fueron condenados dos barras bravas de Boca Juniors. El 7 de agosto siguiente se produjo el triple crimen de General Rodríguez, de los empresarios Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina, con miles de kilos de efedrina de por medio (este precursor es muy utilizado en México, para elaborar metanfetamina y otras drogas sintéticas). Miguel Angel Graffigna, en junio de 2013, apareció asesinado dentro de su vehículo, con la cápsula del disparo, aparentemente de la pistola Tanfoglio calibre 40, con la que “se suicidó” el empresario Alfredo Pesquera (hubo escuchas en las que era mencionado el luchador “Acero” Cali, gran amigo y guardaespaldas del ex secretario Guillermo Moreno, el gran aprendiz de cowboy). El financista Mariano Benedit, por otra parte, fue asesinado en la costanera sur en diciembre 2014: el ex secretario Sergio Berni fue a pisar la escena del crimen, como siempre y mágicamente, a las 36 horas volvió al lugar y encontró la cápsula 9 milímetros del disparo que asesinó a Benedit. Todos estos crímenes jamás resueltos tienen además un denominador común, conforme el relato de Manolito de ciudad Juárez: “Orale carnal, no mames manito, me huelen a pozole” (un delicioso guiso mexicano, que lleva horas de cocción).


A la izquierda, El Chapo. A la derecha, Amado.

Ya en el año 2015, la periodista mexicana Anabel Hernández advertía: “La Argentina es un blanco para el de Sinaloa y los otros carteles de la droga. El cártel del Golfo y el de los Zetas van a querer su parte del pastel. Eso ocurrió en Centroamérica”. En una entrevista hace unas semanas, Anabel mostró un mapa del cártel de Sinaloa, con sus operaciones en todos los continentes, incluida Argentina. No obstante, los últimos años, tal como sostuvimos, se percibe el crecimiento del cártel Jalisco Nueva Generación -apadrinado por la DEA-, de Enriquito Santos Carrió (mientras veden humo ofreciendo una gran recompensa por su líder Nemesio Ruben Oseguera Fernández, el “Mencho”).

Tal vez en el próximo gobierno, mínimamente comiencen a investigarse algunas transferencias bancarias de parte de testaferros del Jalisco desde New York y Miami hacia Argentina, y en especial en qué cuentas fueron acreditadas. Por supuesto que a ninguna cuenta de la benemérita diputada Elisa Carrió, “la fiscal moral de la república”.  Pero lamentablemente todo puede pasar en nuestro país, con solo recordar a la inmensa María Elena Walsh: “Me dijeron que en el Reino del Revés, nadie baila con los pies, que un ladrón es vigilante y otro es juez, y que dos y dos son tres”. 


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