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3 de agosto de 2019 | Historia

La Baring Brothers en problemas

La Revolución del Parque, entre la UCR, la especulación financiera y el primer default argentino

El 26 de Julio de 1890 estalló la Revolución del Parque, un enfrentamiento entre civiles respaldados por la escuadra y las fuerzas regulares del estado nacional, a las órdenes del presidente Miguel Juárez Celman. Los combates se realizaron primordialmente en las calles de Buenos Aires.

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por:
Alberto Lettieri

El 26 de Julio de 1890 estalló la Revolución del Parque, un enfrentamiento entre civiles respaldados por la escuadra y las fuerzas regulares del estado nacional, a las órdenes del presidente Miguel Juárez Celman. Los combates se realizaron primordialmente en las calles de Buenos Aires y, ante la desigualdad de fuerzas, los revolucionarios debieron rendirse el 29 de julio. Sin embargo, tal como certifican las palabras del entonces legislador Manuel Pizarro, “La revolución ha sido sofocada, pero el gobierno está muerto”. Y así fue finalmente. El presidente cordobés, cuñado de Julio A. Roca –quien terminó quitándoles su apoyo-, debió renunciar el 6 de agosto, asumiendo la presidencia su vice, Carlos Pellegrini

La Revolución del Parque se produjo en un clima de profunda crisis económica y social, propiciada por una gestión que se entregó de pies y manos a las exigencias de los mercados y, sobre todo, del capital extranjero. Juárez Celman asumió en un escenario económico de prosperidad y constante incremento de la producción y de las exportaciones, y propició la continuidad de la especulación comercial y bursátil de su predecesor, en pleno auge, complementándola con una activa política de privatizaciones, que incluyó la construcción de decenas de ramales de ferrocarril y la privatización de la empresa pública más rentable hasta ese momento -el Ferrocarril del Oeste-, justificándose esa venta en su superávit operativo y financiero.

El incremento del gasto público y la privatización de las empresas públicas más rentables generaron problemas de financiamiento para el tesoro nacional y una creciente inestabilidad financiera. Para los privados, en tanto, la situación era excepcional: entre 1886 y 1890 la economía nacional creció un 44 por ciento, y durante la década de 1880 el 40 por ciento de todas las inversiones británicas en el exterior se realizaron en la Argentina. Puertos –La Plata, Rosario, Bahía Blanca y el inicio de la construcción de Puerto Madero- y Ferrocarriles –incremento en 3.800 kilómetros, llegándose a los 10 mi - fueron las áreas que registraron mayores inversiones.

En el área rural, el auge era indisimulable. Se extendieron el alambrado y llegaron al país los primeros molinos de viento, y se incorporaron a la producción los territorios indígenas apropiados durante la Expedición al Desierto en 1879. Las exportaciones se diversificaron, incluyendo lana, carne congelada y cereales.

La voracidad por el enriquecimiento que evidenciaban empresarios y mercados indujo al Gobierno a impulsar la Ley de Bancos Garantidos, que permitía emitir moneda propia a bancos provinciales y privados habilitados. El descontrol oficial favoreció una escalada especulativa y una fiesta de emisión de moneda sin respaldo e incremento del costo de los servicios financieros. Los bancos se endeudaron de manera irresponsable, así como también el estado nacional y los estados provinciales. El flujo constante de ingresos en divisas, procedentes primordialmente de Gran Bretaña, provocaron la generación de una burbuja especulativa. En la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, fundada en 1885, 4 mil operadores propiciaban una bicicleta financiera que incluía toda clase de papeles públicos y privados, en su mayoría sin respaldo.​

La crisis financiera inevitable se inició a fines de 1888, con la quiebra del Banco Consultor del Plata, e inmediatamente varias instituciones financieras debieron afrontar crisis de pagos. Casi todos los bancos extranjeros se declararon en quiebra, y la Baring Brothers, principal propiciadora de la burbuja financiera que estallaba, suspendió sus líneas crediticias. Inmediatamente la siguió el resto de la banca internacional y varios bancos prestamistas quebraron.

El ministro Varela utilizó reservas públicas para tratar de contener las exigencias del mercado, pero, lejos de conseguir su objetivo, sólo consiguió acelerar el nivel de especulación y el proceso inflacionario. El oro profundizó su alza y los salarios, devaluados, incrementaron la presión y el conflicto social, a punto tal que se multiplicaron las huelgas y la represión sobre los trabajadores.

La situación se volvió insostenible, y los ahorristas, desconfiados, masivamente exigieron el canje de sus acreencias por divisas, que eran a esta altura muy escasas como para satisfacer esa demanda. La cadena de créditos y de pagos se rompió, y la Baring Brothers exigió el pago en término de los vencimientos de las deudas contraídas. El estado argentino no puedo hacer frente, declarándose en cesación de pagos. Así se produjo el primer default en la historia de nuestro país. 

Si bien la UCR presenta a la Revolución del Parque como un movimiento de “profunda raigambre democrática”, antecedente de la creación de esa fuerza política, en la práctica su organización y puesta en marcha reconoce un marcado protagonismo de mitristas, liberales y católicos contra un gobierno que había liquidado las reservas, la credibilidad financiera y hasta puesto en duda la soberanía nacional. En verdad, el desmanejo económico de Juárez Celman había propiciado la creación de la Unión Cívica, un amplio espacio opositor cuya Junta Revolucionaria, presidida por Leandro N. Além.

La Revolución del Parque fue derrotada el 29 de julio de 1890, pero Juárez Celman no consiguió sostenerse, privado de todo apoyo, y renunció pocos días después, el 6 de agosto. Su sucesor fue el hasta entonces vicepresidente Carlos Pelllegrini. A partir de ese momento, la deuda externa apareció en el escenario político argentino como una cuestión fundamental. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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