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10 de agosto de 2019 | Historia

La otra historia

Bernardino Rivadavia, un fanático del emprendedurismo

En 1824, al concluir la gestión de Martín Rodriguez, Bernardino Rivadavia abandonó provisoriamente la gestión pública para trasladarse a Inglaterra, decidido a facilitar nuevas iniciativas en el camino delineado por el acuerdo con la Baring. 

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por:
Alberto Lettieri

En sólo tres años de desempeño como ministro de Gobierno, Rivadavia había sentado las bases del estado de Buenos Aires sobre una clave aristocrática que excluyó a las clases subalternas del derecho a sufragar. Asimismo consolidó las bases de la dependencia económica del Río de la Plata a través de la contratación del préstamo con la Baring Brothers, que constituyó el primer caso de flagrante corrupción en el manejo de las finanzas públicas, al tiempo que hipotecó toda la tierra pública provincial como garantía de pago de ese compromiso. Finalmente, la sanción de la ley de Enfiteusis permitió la distribución de la posesión de las tierras hipotecadas entre comerciantes y estancieros, creando las condiciones para la consolidación de los latifundios que poblaron el territorio pampeano.

De este modo, para 1824 ya no quedaban rastros de la anarquía que había experimentado la provincia en 1820, tras la derrota militar infringida por la alianza entre los caudillos Francisco Ramírez y Estanislao López -gobernadores de Entre Ríos y Santa Fe, respectivamente- en la batalla de Cepeda.

Sin embargo, para el liberalismo porteño la construcción de un estado provincial no era un fin en sí mismo, sino la precondición para abordar la conquista del país. La experiencia reciente enseñaba que esa conquista no podría fundarse exclusivamente en el poder de las armas, terreno en el que el estado de Buenos Aires había demostrado una marcada debilidad, sino en la combinación entre una penetración económica e ideológica que permitiera derribar las resistencias morales y políticas a la hegemonía porteña, como paso previo a la intervención armada efectiva. 

Para llevar adelante esta estrategia, el liberalismo apeló a profundizar el lazo colonial con Gran Bretaña, para obtener recursos materiales y simbólicos –por ejemplo, poder presentar su rapaz vocación de imperar en el territorio nacional como un servicio a la causa de la “civilización”-, a cambio de enajenar buena parte del patrimonio y los recursos de la nación en beneficio de los intereses ingleses. En esa empresa, Rivadavia tenía reservado un papel estelar, y aunque no consiguió obtener un éxito duradero, alcanzó a definir las bases a partir de las cuales Bartolomé Mitre emprendería la conquista de la Nación a partir de 1861.

REPRESENTACIÓN PÚBLICA, NEGOCIOS PRIVADOS

Al concluir la gestión de Martín Rodriguez como gobernador porteño, en 1824, Rivadavia recibió el ofrecimiento del nuevo gobernante provincial, Juan Gregorio Las Heras, de continuar en su cargo. Sin embargo, la relación entre ambos no era armónica, por lo que Rivadavia rechazó el ofrecimiento, para continuar con su larvada estrategia de profundizar las bases de la dependencia rioplatense, al tiempo que realizaba jugosos negocios personales. Poco después, Rivadavia marchó hacia Londres, con una autorización de la Sala de Representantes bonaerense para gestionar emprendimientos relacionados con la explotación minera, que sería aplicada a la acuñación de moneda para el mercado argentino. Sus gestiones rápidamente desembocaron en la creación de la Río de la Plata Mining Association, sociedad compuesta por el propio Rivadavia junto con la banca Hullet Brothers, con un capital de un millón de libras esterlinas. La recolección de esta suma dio origen a una fiebre especulativa en el mercado londinense, con consecuencias inmediatas, ya que era imposible por entonces llevar adelante la iniciativa, debido a que las minas en cuestión estaban ubicadas en territorio riojano, fuera de la órbita de influencia de Rivadavia y de la dirigencia porteña. 

Para colmo, la sociedad creada por Rivadavia debía competir con la Famatina Mining Company -nombre con el que se instaló en el mercado inglés la Sociedad del Banco de Rescate y Casa de la Moneda de La Rioja-, que contaba como socios principales al caudillo local Facundo Quiroga, a sus socios porteños Braulio Costa y Tomás Manuel de Anchorena y a la propia Baring Brothers.

Si bien ambos proyectos resultaron inviables, significaron el origen de una grave enemistad entre Rivadavia y Quiroga, que no tardó en traducirse en clave política.
Otro fantástico proyecto impulsado por Rivadavia en el mercado inglés fue la construcción de un canal navegable entre Mendoza y Buenos Aires, sobre todo si se tiene en cuenta que el caudal hídrico desmentía toda posibilidad de realización de la obra. 

Sin dudas, el “más grande hombre civil de la tierra de los argentinos” –según la caracterización de Bartolomé Mitre- era un excelente gestor de turbias oportunidades de enriquecimiento súbito, lo cual incrementó su prestigio entre una elite ávida de incrementar su capital sin importarle a qué costo. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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