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15 de agosto de 2019 | Nacionales

Valle de lágrimas

Macri perdió el respaldo de su mesa chica y crece el temor por el final de su gobierno

La revista Forbes, referencia ineludible del discurso macrista, le dio el golpe de knockout al afirmar que "así como Argentina no se convirtió en Escandinavia durante el gobierno de Macri, no tiene por qué convertirse en Venezuela con Cristina".

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por:
Alberto Lettieri

El presidente Mauricio Macri mira a su alrededor y no encuentra nada. Nadie lo respalda, nadie lo sostiene. Dentro de su propio gabinete y en la mesa chica de Cambiemos le aconsejan prudencia. Los mercados le soltaron la mano. El FMI también. La revista Forbes le enrostró su lamentable discurso del día lunes, en la conferencia de prensa que dio en compañía de Miguel Pichetto, en la que ninguneó las PASO, acusó al pueblo argentino de no saber votar y echó la culpa del desmadre económico al “kirchnerismo”, insistiendo en que un gobierno de Fernández Fernández convertiría a la Argentina en Venezuela. “Como Argentina no se convirtió en Escandinavia en estos cuatro años del gobierno de Macri, es probable que con el nuevo gobierno eventual tampoco se convierta en Venezuela”, disparó Forbes. Un verdadero golpe de knockout.

En la cena que mantuvo con la mesa chica de Cambiemos el lunes por la noche, recibió muchas críticas y ningún elogio. Le recomendaron que adoptara un discurso similar al de María Eugenia Vidal, que reconociera errores, que pidiera perdón al pueblo por sus descalificaciones. Horacio Rodríguez Larreta -y todo el Pro- temen perder, incluso, la Ciudad de Buenos Aires. Sin una base territorial y una caja que lo sostenga, el partido que nació municipal estaría condenado a la desaparición.

A Macri no lo convencieron. Los más cercanos aseguran que sigue pensando que el pueblo se equivocó, que es ignorante, que no consigue entender la magnitud del cambio que él propone. Le respondieron que el pueblo aspira a comer cotidianamente, a tener salud, educación, perspectivas de futuro. Para todos. No sólo para el grupo que rodea al presidente, que no cesó de enriquecerse y que, gracias a su capitalización dolarizada y sus off shore, ve cómo se incrementan cotidianamente sus acreencias como correlato de la miseria de los argentinos.

Macri mantuvo silencio. Los que lo conocen saben que no lo convencieron. Tal como lo expresó con brutalidad el Financial Times, “perdió contacto con la realidad”. Vive en su mundo. La comparación con Fernando De la Rúa en sus meses finales resulta inevitable.

De todos modos, este miércoles por la mañana salió a pedir perdón. A disculparse por sus dichos del lunes. Los adjudicó a la sorpresa, al cansancio. Dos licencias que no puede tomarse ningún presidente.

También hizo una serie de anuncios económicos. Una aspirina para el cáncer. No dio respuesta a ninguna cuestión importante. Los beneficios económicos sólo llegarían a muy pocos y ya están rezagados frente a la magnitud de la pérdida del 30 por ciento que significó la última devaluación. Nada para los jubilados. Nada para los trabajadores informales. Nada para la mayoría de los trabajadores. Nada para los deudores hipotecarios. Nada.

Mientras que el presidente ensayaba una disculpa que nadie creía, los mercados demostraban, una vez más, que le habían bajado el pulgar. El dólar se fue a 63 pesos, y el riesgo país ascendió a 1925 puntos básicos, el segundo más alto a nivel mundial. El primero es Venezuela, con 2000 puntos. Ya está a tiro. Macri lo hizo.

Si bien Macri insiste en alertar sobre el apocalipsis que entrañaría un retorno del “kircherismo” a la presidencia, los mercados, la mesa chica y hasta los más íntimos tienen en claro que el verdadero riesgo no radica en un gobierno de Alberto Fernández, sino en la gestión del propio Macri que concluirá el 10 de diciembre. Desbordado por la realidad, incapaz de conectar con la realidad social y económica, el daño que le causa a cada paso resulta cada vez más letal, para la Argentina y para su propio espacio político.

Luego de dar a publicidad sus anuncios, el presidente se contactó con Alberto Fernández. El candidato más votado lo atendió con cordialidad y educación republicana. Pero le aclaró que el jefe de Eetado, hasta el 10 de diciembre, no es él. Ni siquiera ganó una elección aún. Alberto le ofreció colaboración de la oposición para evitar el incendio, pero, si Macri sigue echando más leña al fuego, poco será lo que pueda hacer.

Como si fuera poco, a las 20.30, el gobierno comunicó que dejaba sin efecto el anuncio de la mañana sobre congelamiento del precio de los combustibles. Duró once horas la medida. El gobierno camina a ciegas y sólo nos augura un valle de lágrimas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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