Historia
Más pena que gloria
Las seis coincidencias entre el final de De la Rúa y el de Mauricio Macri
A pesar de las profundas diferencias que separan ambos mandatos, es imposible negar seis curiosas similitudes entre dos gobiernos que tuvieron que lidiar con el peso de ser paréntesis entre gestiones peronistas.
En su libro “Doce noches”, el periodista Ceferino Reato reconstruyó los últimos días de la gestión del presidente Fernando De la Rúa, quien renunció a su cargo el 20 de diciembre de 2001, a sólo dos años y diez días de su asunción, obligando a una asamblea legislativa a determinar su reemplazo. En los trece caóticos días que siguieron a su renuncia, lo sucedieron Ramón Puerta, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde.
-Lo escuché presidente. No se le ocurra hacer lo que estoy temiendo. No me diga que está por renunciar. –Le dijo el peronista Puerta, por entonces titular del Senado, en un llamado telefónico. De la Rúa acababa de lanzar un pesimista comunicado por televisión y aún se encontraba en su despacho de la Casa Rosada. El legislador le hablaba desde su departamento de Libertador y Salguero, desde donde saldría minutos después a tomarse el avión Cessna Citation Excel que le prestaba su amigo Francisco de Narváez para ir a una reunión en San Luis.
Luego de algunos minutos de silencios y titubeos, el presidente colgó el teléfono. Tan sólo minutos atrás, le había ofrecido al peronismo un gobierno de coalición, ofreciendo hasta el propio sillón de Rivadavia. Ahora, sólo le quedaba esperar la respuesta.
Cuando Ramón Puerta se trepó al avión privado, notó que el cielo se había oscurecido. Pensó que la tormenta se vendría con más fuerza de lo pronosticado. Cuando el avión levantó vuelo, sin embargo, pudo ver todo con claridad: Era el humo de los neumáticos que, a lo largo y ancho del Conurbano se encendían en forma de protesta. Eran las cinco menos veinte de la tarde del jueves 20 de diciembre de 2001. A De la Rúa le quedaban menos de 3 horas en el cargo.
Comparar el final de la presidencia de De la Rúa y el posible final de la gestión de Mauricio Macri impone, en primer lugar, un acto de honestidad: mencionar las diferencias.
Si bien ambos gobiernos capitanearon una crisis humanitaria, económica y política con pocos precedentes, fue la irrupción del “Corralito” lo que desencadenó el final del gobierno de la Alianza. La medida, tomada por el ministro Domingo Felipe Cavallo el 3 de diciembre de 2001, restringió la libre disposición de dinero en efectivo en plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro, y vino a ser la cara más fea del feroz ajuste iniciado por Ricardo López Murphy en su breve mandato de dos semanas al frente del ministerio de Economía nacional. En la actualidad, los argentinos han probado la inexistencia de limitaciones retirando algo más de 700 millones de dólares de sus cuentas bancarias en las últimas horas, sin que hasta ahora se haya registrado un problema. Nadie quiere rememorar un “Corralito”.
Al gobierno de De la Rúa le quedaban aun dos años más de mandato, un plazo que resultó insoportable para el pueblo que sufría las consecuencias de un gobierno a la deriva. Mauricio Macri completará sin dudas los cuatro años estipulados para su gobierno. Alberto Fernández va ganando 3 a 0 y quedan cinco minutos para el final. ¿Cuál sería la utilidad en suspender el partido?
Finalmente, hay que tener en mente que el tipo de cambio es completamente distinto. Mientras en el 2001 el modelo económico tenía un tipo de cambio fijo y convertible, con depósitos en dólares de 10 mil millones y un bajo encaje bancario, hoy el Banco Central interviene para establecer techos tan caprichosos como permeables a un dólar que, francamente, hace lo que quiere, los depósitos son 3 veces más abultados y los bancos mantienen –hasta el momento –un nivel de encajes respetable.
El resto, parecieran ser todas coincidencias. Para sostener la convertibilidad, la estructura financiera argentina necesitaba ingerir enormes cantidades de dólares. Para ello, la última etapa de la gestión de Menem propuso privatizar prácticamente todo a lo que pudo echar mano, desde el espacio aéreo a los fondos jubilatorios y la aerolínea de bandera. Pero cuando ya no quedó nada por privatizar, el gobierno de De la Rúa tuvo que recurrir a la deuda externa y a la refinanciación –una y otra vez –con intereses cada vez más altos.
Según el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala, el gobierno de Mauricio Macri hizo de la deuda pública una bandera. Sólo en los primeros tres años de mandato, Cambiemos emitió más deuda que en toda la década que duró la convertibilidad, y casi el doble que en los últimos diez años de kirchnerismo -71 mil millones de dólares en 2016, 63 mil en 2017 y 38 mil en 2018-. El total para el 2019 asciende a los escalofriantes 253.741 millones de dólares. He ahí la primera coincidencia clave entre el final del 2001 y el del 2019: El uso y abuso de la deuda.
Ante la crisis insostenible, el gobierno de De la Rúa realizó dos operaciones masivas de endeudamiento y refinanciación (“Blindaje” y “Megacanje”), apadrinadas por el Fondo Monetario Internacional. Durante el gobierno de Mauricio Macri, la ausencia de la “lluvia de inversiones” obligó al gobierno a recurrir al prestamista en última instancia, que le prestó al país algo más de 57 mil millones de dólares en lo que el propio diario Clarín tituló, llamativamente, “Blindaje”. Segunda coincidencia: La presencia determinante del FMI.
Hacia finales de noviembre del 2001, los grandes inversionistas comenzaron a retirar los depósitos, provocando una fuga de capitales que provocó el colapso del sistema bancario y el cierre de numerosas firmas. Según datos oficiales, durante los tres años de gobierno de Macri el nivel de “formación de activos externos del sector privado no financiero”, conocido como “fuga de capitales”, ascendió a 59.328 millones de dólares, más que todo el monto del acuerdo con el FMI. He ahí la tercera coincidencia: La fuga de capitales.
La reciente renuncia del ministro Nicolás Dujovne a la cartera de Economía nacional atrae viejos fantasmas. En las filas de Cambiemos esperan que Hernán Lacunza, su reemplazo, sepa llevar el barco “en piloto automático” hasta diciembre, sin necesidad de renunciar. De hacerlo, rememoraría a las dimisiones de José Luis Machinea y Ricardo López Murphy. Cuarta coincidencia: La renuncia del ministro de Economía.
En diciembre del 2001, el presidente Fernando de la Rúa señaló en un mensaje televisivo estar “convencido que sólo la unidad nacional puede levantar al país”, y prometió realizar “los cambios necesarios” para sumar al peronismo al gobierno. La respuesta de Ramón Puerta fue categórica: “no queremos involucrarnos en la crisis. Lo apoyamos en lo que necesite, pero tenemos que preservarnos como oposición porque si no, dejamos a la Argentina sin alternativa”. En agosto del 2019, días después de una derrota categórica, Mauricio Macri llamó a Alberto Fernández rogando una reunión. La respuesta del peronista fue igualmente categórica: “No tiene sentido. No nos vamos a poner de acuerdo y yo no quiero ser partícipe de sus decisiones. ¿Qué opción le queda al país si todos hacemos lo mismo? El presidente es él, que se dedique a gobernar”. Quinta coincidencia: El pedido desesperado de auxilio al peronismo y la negativa de éste.
Finalmente, la caída de De la Rúa vino inmediatamente después de la derrota en las elecciones legislativas del 14 de octubre, cuando el peronismo le provocó una paliza categórica y lo dejó sin Congreso, sin representatividad, sin la provincia de Santa Fe y hasta le quitó la Ciudad de Buenos Aires. El final de Mauricio Macri se aceleró luego del resultado de las PASO, en las que recibió una contundente derrota que lo deja no sólo al borde del fin de su mandato, sino de la extinción completa de su partido. Sexta coincidencia: Una derrota electoral contundente.
Sorprendidos por la derrota, incapaces de elaborar una alternativa ganadora, tanto uno como otro se caracterizaron por enarbolar involuntariamente una bandera que, según quien la mire, será una bendición o una maldición de la política argentina: desde la vuelta de la democracia, el denominador común de liderazgo ha sido el peronismo. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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