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A lo largo de la historia argentina, presidentes y gobernadores de la provincia de Buenos Aires han mantenido un vínculo tirante que ha hecho mella en el bolsillo de los bonaerenses. La relación entre Mauricio Macri y María Eugenia Vidal terminó no siendo una excepción.
Mauricio Macri y María Eugenia Vidal repiten una historia ya escrita. La tradición política de nuestro país ha dado sobradas pruebas de lo difícil que se hace establecer una buena relación entre el presidente y quien ejerce la máxima responsabilidad del ejecutivo bonaerense. En este sentido, la actual situación que atraviesan Macri y Vidal no escapa a la norma, pensando en los tironeos que ya desde principio de año tuvieron en su debut con el pedido de desdoblamiento, y ahora se reedita tras las fallidas PASO que dejaron a ambos candidatos tan devaluados como el peso.
Haciendo un racconto de diferentes etapas de la vida política post crisis del 2001, podemos observar que cuando la estabilidad del país empezó a aflorar en el 2002-2003 los primeros chisporroteos entre presidente y gobernador tuvieron como protagonista al fallecido Néstor Kirchner y a quien hoy muchos intendentes históricos (tanto del radicalismo como del peronismo) reconocen como el más importante líder que tuvo la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá.
El abogado de Río Gallegos y el ingeniero agrónomo del barrio de Recoleta comenzaron con una relación cordial en el principio de cada uno de sus mandatos allá por 2003, pero cuando Kirchner pasó la etapa de debilidad política (recordemos que asumió con el 22 por ciento de los sufragios) todo cambió. Solá tenía una muy buena imagen que podía catapultarlo como sucesor y esto quebró el vínculo a finales de 2005 y principio de 2006.
Fue tal la ruptura que cuando Néstor Kirchner organizaba sus actos en los municipios del conurbano, llegó a hacerlo sin la presencia del gobernador bonaerense que en voz baja hacía escuchar su enojo. Inclusive, Julio Pereyra fue apodado como el gobernador del conurbano por ser quien oficiaba como máxima figura provincial en los actos donde Kirchner asistía. Todo esto, y la línea directa que abrió en ese entonces el presidente con los intendentes, hicieron que las rispideces vayan creciendo y determinando el alejamiento de Solá del peronismo de esa época.
Avanzando algunos años, nos encontramos con la experiencia de Cristina Fernández de Kirchner y Daniel Scioli, quienes a pesar de sus diferencias tuvieron en sus primeros mandatos un cordial respeto. Sin embargo, el incidente por las candidaturas testimoniales del 2009 fue el primer encontronazo que dejó dañado el gabinete de Scioli, a quien se le fugó un Santiago Montoya que estaba encabezando una importante reestructuración en lo que refiere a la recaudación provincial.
No se debe olvidar tampoco el enfrentamiento que en 2010 se dio luego que el ya ex vicepresidente de Néstor Kirchner dijese ante el caso Píparo que tenía las manos atadas. En esa ocasión recibió la respuesta de su ex compañero de fórmula quien además remarcaba las diferencias con el ejecutivo nacional por el coqueteo del gobernador con el círculo rojo. Recordemos que anteriormente a esta ida y vuelta, Scioli tuvo que ceder ante el pedido de alejamiento de su propio hermano, José, quien era secretario General de la gobernación y le solicitó la renuncia por orden del gobierno nacional.
Todo esto llevó a que en un segundo mandato, Daniel Scioli se vea muy afectado en lo económico por parte de un gobierno nacional que pegaba latigazos ajustando la billetera. Los aportes del tesoro nacional (ATN) no llegaban y tampoco se enviaban fondos de otra forma para palear los paros docentes y hacer propuestas superadoras que permitan salir de una situación caótica. Asimismo, después de un tiempo, figuras del ejecutivo nacional aceptaron que a Scioli se lo castigó más de la cuenta e inclusive no se lo acompañó de la mejor manera en su candidatura hacia la presidencia, por parte del en ese entonces oficialismo kirchnerista.
Finalmente, llegamos al gobierno actual, donde María Eugenia Vidal -con una cara notablemente enfurecida en cada momento que le toca posar en fotos con Mauricio Macri- ha tenido una paciencia inigualable aguantando los desastres que el presidente de su propio color político le ha hecho vivir.
El desdoblamiento, el "plan V", la quita reciente de su ministro de Economía -a quien la gobernadora le ha aconsejado no ceder ante las presiones políticas- que trajo aparejado un freno en las posibles medidas a tomar por parte del estado provincial, son algunos de los rounds del último momento. Sin embargo, desde hace tiempo que Vidal no muestra un sonrisa a la hora de estar cerca de un Macri que está en plena retirada y aisló por al menos dos años a la gobernadora de los cargos públicos a los que se accede por el voto popular.
Lo que viene en el futuro parece prometer un nuevo capítulo de esta historia de desaciertos, desencuentros, egos dañados y tironeos por subsistir y escalar en la arena política de un coliseo romano que define la suerte del pueblo bonaerense y argentino. Por un lado, el principal protagonista será un Alberto Fernández, resistido por La Cámpora, y un Axel Kicillof que es cercano a la agrupación juvenil K e íntimo de Máximo Kirchner, pero que no parece ser parte del dialoguismo del centro que brega la nueva y previsible figura presidencial. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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