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14 de septiembre de 2019 | Municipales

En los estudios de REALPOLITIK.TEL

Mariano Bruera: “La medicina me ayudó muchísimo dentro del penal, para ayudar a otros”

El dirigente peronista, Mariano Bruera, hermano del ex intendente de La Plata, Pablo Bruera, visitó los estudios de REALPOLITIK TELEVISIÓN (www.realpolitik.tel) tras lograr la excarcelación y contó detalles de sus días en prisión.

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por:
Rosario Castagnet

El dirigente peronista, Mariano Bruera, hermano del ex intendente de La Plata, Pablo Bruera, visitó los estudios de REALPOLITIK TELEVISIÓN (www.realpolitik.tel) tras lograr la excarcelación y contó detalles de sus días en prisión. “Cuando me enteré que a mi hija más chica le agarró una parálisis facial por lo que yo había pasado, del estrés, cada uno lo maneja como puede... No le pude explicar a mis hijos cómo manejarlo, fue todo muy rápido y violento”, sinceró.

A continuación, lo más destacado de la entrevista.

RP.- ¿Se considera a sí mismo como preso político? 

Uno está vulnerado de todas sus facultades. Yo estuve dos años, dos meses y cuatro días detenido, no tengo juicio, siempre estuve a derecho, nunca en mi vida había estado detenido ni había tenido una causa. Hubo varios fallos de jueces de primera instancia que realmente son para, por lo menos, volver a observarlos. Hubo gente que dio esos fallos que el día que me detuvieron brindó con champagne. Una cuestión netamente personal.

El preso político es aquel al que le vulneran sus derechos. Vos sos inocente, yo también hasta que se demuestre lo contrario. No demostraron lo contrario, no tengo fecha de juicio. Lo que más duele es que no sólo te golpean a vos, porque uno está preparado para demostrar su inocencia, pero tiene que ser en libertad. 

RP.- Lo tomaron a usted para tener controlado a su hermano, ex candidato a intendente...

Ninguno de nosotros fuimos candidatos. No sé si tampoco tenemos ganas de serlo. Una cosa es no tener ganas, otra que es que no te dejen porque te estigmatizan de una manera violenta. Cuando vos no das certidumbre en tu forma de gobernar, no podés controlar el valor económico, es una devaluación atrás de otra, crece la desocupación, el desempleo es moneda corriente. Cuando no tenés nada para mostrar en la gestión, tenés que vivir de la mentira. 

RP.- ¿Cómo fue cuando le dijeron que iba a ir preso?

Es muy difícil ponerle el cuerpo, te parte la vida. Te deja un vacío tan grande que no hay nada que te pueda resultar atractivo. Cuando me enteré que a mi hija más chica le agarró una parálisis facial por lo que yo había pasado, del estrés, cada uno lo maneja como puede... No le pude explicar a mis hijos cómo manejarlo, fue todo muy rápido y violento. No pensé que iba a pasar, no tuve tiempo de charlarlo. Eso lo hizo todo mi señora. Es muy difícil levantar a los hijos, sostenerlos, entender ella qué es lo que estaba pasando. 

La tristeza está, ni siquiera te podés caer porque tenés que convivir con gente que no piensa como vos y que no te podés regalar. Tenés que convivir con otro mundo con el que no estaba preparado. 

Fue tremendo, los que toman decisiones políticas tienen que entender que todo lo que le hagan a uno se puede bancar, pero tus hijos van a la escuela, juegan al fútbol, al hockey, hay una mirada que no es real. ¿Sabés cómo me mira la gente en la calle? 

Yo no voy a hablar mal de ninguno, ni del intendente, ni de la gobernadora, ni de un presidente... ni de un senador. ¿Qué se lo que hicieron? Se lo que hicieron perfectamente. No voy a dar nombres particulares. No es mi estilo. 

RP.- ¿Cuál fue su función durante el gobierno de su hermano? 

Yo estaba en el tema territorial, los barrios, había muchos temas en los que me manejé muy bien, los estudié, me formé, temas como el reciclado, el 0800 con el que en 72 horas limpiábamos lo que nos pedían. Son cosas que funcionaron bien. Dentro de la gestión, tenía una tarea de estar en la calle, el territorio, los barrios. Uno tiene que tener mucho control porque sino las cosas no se hacen. 

A lo mejor todo me llevó por delante. Uno estaba muy confiado, en nuestra gestión el único jefe era Pablo y decía cómo se hacían las cosas, exigía mucha responsabilidad, muchas horas de trabajo, pero eso te daba una muy buena relación en los barrios con todas las personas, un trato continuo cara a cara. 

RP.- ¿Qué pensó cuando estuvo encerrado? ¿Cómo fue el momento?

¿Sabés cuántas veces me pregunté por qué a mí? ¿Por qué le hago esto a mis hijos? Mil veces me lo pregunté. Lo que más me dolió es que no es que me había equivocado en algo, que puede pasar. Todo este proceso me hizo sentir que hay muchas situaciones de vida que no tienen respuesta. 

Raele me mandó a Magdalena, a la unidad de máxima seguridad. Fue tremendo ese golpe, yo creí que me iba en libertad esa semana y me mandaron ahí. Todo suena medio llamativo. Nunca había estado detenido, siempre estuve a derecho, nunca prófugo y me mandaron a máxima seguridad. 

Estaba con cincuenta personas, con gente con causas por violación, que tienen penas de treinta años por secuestros, asesinatos. Lo que más le agradezco a la vida, lo que más me ayudó, fue mi profesión. La medicina me ayudó muchísimo dentro del penal, para ayudar a otros, la salud en la prisión está completamente quebrada, no hay derechos humanos, lo viví en carne propia. Tenés apendicitis y te morís ahí adentro. 

Diagnostiqué a un chico que tuvo una lesión en la piel, tras muchas charlas le expliqué que podría llegar a ser maligna. Le costaba entender lo que decía, con el correr de los días vi que no me daba bolilla. Lo primero que hacés cuando te pasa algo es ir al médico, él no podia, pero podía decir háganme una derivación. Se la terminaron haciendo cuarenta días después. Yo sé que patología tenía, era maligna. En esas condiciones están. 

RP.- ¿Tu profesión te sirvió para canalizar lo que te estaba pasando?

Me dio alguna ventaja para pasarlo. Alguna esposa de un guardiacárcel vino para que la atienda, ayudé a guardiacárceles, los atendí, ahí sí me traían los estudios de laboratorio. Yo daba una opinión. La gente muy agradecida, estuve en el penal y nunca me peleé con una persona, nunca me insultaron. Todo el mundo se da cuenta que hay una cuestión política detrás y siempre sentí mucho cariño y afecto. 

El día que me fui fue una cosa muy fuerte. No porque salía, porque eso ya lo sabía, sino por el momento en que saludé a todos, celda por celda, eran los 50 tipos cantando la marcha peronista, llorando, gritando “no te olvides de nosotros”, “vamos a volver”. Fue algo muy fuerte. Fue un 17 de octubre el día que quedé en libertad. 

RP.- ¿Se arrepiente de algo? 

Son preguntas de las que a veces no hay respuesta. Mi tío es obispo de Lomas de Zamora, es una de las personas que más cerca tuve en todo este proceso, uno de los que más me ayudó. Me fue llevando el camino, me dijo una frase en el penal: "Mariano esto no es una cosa de Dios, en una cuestión de los hombres, no lo hagas cargo de algo que no es de él". 

Quiero replantearme cómo va a seguir mi vida, desde otra óptica. Siempre lo primero es la familia, pero ahora ante la duda prefiero no perderme un partido de handball de mi hijo. Prefiero dejar una reunión de política o meterle una hora menos al consultorio. 

Cuando las cuestiones son de los hombres todos cometemos errores, yo, los que me juzgan, los que opinan en televisión con un interés económico, sin saber quién soy, que me preparé para hacer esto, que me rompí el alma sin parar de trabajar y hacerme cargo de las situaciones. ¿Arrepentirme? Alguna palabra de más o cuestiones puntuales en cuanto a la gestión. Si de algo me arrepiento es de no haber estado más horas con mi madre. 

RP.- ¿En algún momento Pablo Bruera, su hermano y ex intendente de la ciudad, le pidió perdón por lo que le estaba pasando? 

Él era intendente, pero uno deja de serlo en un momento del día. Cuando entraba a la casa era mi hermano, nos poníamos a ver partidos a las puteadas, retaba a mi hijo porque tiraba la pata de pollo en la mesa y no la dejaba en el plato. Somos una familia muy unida. Las más fuerte de nosotros cuatro es mi hermana, la más fuerte en cuanto a la unidad, la concepción de la familia. Es un amor de persona. 

No sé si hace falta pedir perdón, me tocó a mí. Capaz dije alguna cosa fuera de lugar sin mala intención y se agarraron de eso para inventar algo. Yo hablaba de política y los que no están en política no saben cómo es su ritmo, cómo se habla, cómo es la terminología, como tampoco saben lo que pasa adentro de un quirófano. Hay palabras sacadas de contexto, feo. Ahora, ¿por eso meter en cana a una persona, arruinarle la vida, estigmatizarla en todos los medios de la Argentina? 

Yo creo que el tipo que de corazón hubiese preferido ser él y no yo es Gabriel. Es mi hermano con todas las letras. Hay una cuestión que tiene que ver con la edad y lo que compartimos. Pablo es siete años más grande que yo, con Gabi me llevo un año, hicimos todo juntos. Viví más de la mitad de mi vida. Gabriel debe ser el tipo que confía más en mí que todo el mundo. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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