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15 de septiembre de 2019 | Nacionales

El dilema de la reforma agraria

Grabois versus Perón: Un intento de marcarle el terreno a Alberto Fernández

Las expresiones de Juan Grabois exigiendo una reforma agraria generaron una conmoción que atravesó todo el espinel político, económico y social.

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por:
Alberto Lettieri

En las cercanías de Alberto Fernández, sus dichos generaron disgusto, ya que el rebote desestabilizador que generó en la agenda política sólo puede entenderse como un intento de condicionar su candidatura, beneficiando como contrapartida las alicaídas acciones de Juntos por el Cambio

También molestó el momento escogido para realizar una propuesta tan disruptiva, justo cuando el candidato presidencial se encontraba de visita en la península Iberica. 

Si bien, a su retorno, Alberto Fernández trató de bajarle el tono a las declaraciones de Grabois, el daño ya estaba hecho. Los medios pro oficialistas y las primeras líneas de Juntos por el Cambio aprovecharon magníficamente el bocado que se les servía cuando menos lo esperaban, para sembrar dudas sobre el liderazgo de Alberto Fernández en el Frente de Todos. De hecho, la vocación de protagonismo que manifiesta últimamente Grabois incomoda, y mucho, a sus aliados, y no son pocos los que están convencidos de que juega un juego que no es el del conjunto. 

A tal punto llegó la repercusión de las expresiones de Grabois, que incluso el diario La Prensa, tradicional canal de expresión de los grandes propietarios agrarios de la pampa húmeda y de sus socios foráneos, le dedica su editorial de este sábado a través de la pluma de Claudio Chaves, bajo el título “La reforma agraria ya se hizo”. 

Pero lo llamativo del caso no radica en que La Prensa se ocupe de una cuestión que afecta directamente a los grandes propietarios agrícolas cuyas posiciones expresa, sino al hecho de que, para impugnar a Grabois recurra nada menos que al propio general Juan Domingo Perón, con quien mantuvo una encarnizada batalla que culminó con la expropiación del medio “apátrida” en 1951, por decisión del Congreso Nacional. Tras el derrocamiento de Perón, este medio insistió durante mucho tiempo en nombrarlo como “el tirano depuesto”, utilizando epítetos incalificables para designar a su esposa, Evita

Pero, como sabemos, el tiempo pasa y los posicionamientos políticos se van modificando. Y ahora Perón parece resultar instrumental para descalificar a Grabois, y, de paso, también a Emilio Pérsico.  

Chaves inicia su editorial afirmando: “El pensamiento de Grabois y Pérsico nada tiene que ver con el del general Perón. Alberto Fernández, en caso de llegar a la presidencia, debiera comenzar preocuparse de estos grupos, no se la van a hacer fácil. Cuando el joven Juan Grabois sostiene la necesidad de realizar en el país una reforma agraria que expropie 50 mil hectáreas y de acceso a la tierra a supuestos campesinos que no sabemos dónde están, es bueno preguntarse en qué lugar del firmamento ideológico o político se instala para exigir esa medida.¿En la izquierda, en el peronismo, en el socialismo del siglo XXI, en el conservadurismo liso y llano, en un liberalismo del siglo XVIII? No queda claro”.

Las dudas que expresa La Prensa podrían ser suscriptas por prácticamente todo el arco político argentino. No queda claro cuáles son las intenciones de Grabois. Si se trata de una declaración aislada para ganar protagonismo mediático, o un intento de marcarle la cancha o de desestibilizar la armonía artesanal alcanzada, con mucho esfuerzo, dentro del Frente de Todos

“El dirigente Emilio Pérsico, ex montonero –continúa el periódico-, ha venido a darle una mano a Grabois desde el pensamiento y la política y observa que se trata de una medida más bien liberal que conservadora, en un claro intento de hacer trastabillar al pensamiento liberal argentino o al mismo Alberto Fernández que se ha definido como un liberal progresista”. 

Para impugnar la propuesta de Grabois, llamativamente Chaves toma distancias del ideario liberal, para recurrir al propio Perón, desenterrando un reportaje que le realizó Carlos María Gutierrez en 1969, un periodista uruguayo de extracción marxista. En su transcurso, Gutiérrez “pretende que el general se pronuncie abiertamente a favor de principios y valores sesgados al marxismo”. Y si bien Perón evita en general hacer definiciones taxativas, eligió otra clave, mucho más explícita, para expresar sus ideas sobre el tema de la reforma agraria.

“La repartición de la tierra se hizo en nuestro momento. Porque nosotros hicimos la reforma agraria, entregamos en el Primer Plan Quinquenal medio millón de hectáreas. Y debía entregar en el segundo, un millón de hectáreas. Lo que sí que hay que hacerlo racionalmente. Todas las reformas, diremos de la tierra, reformas agrarias, han costado mucha sangre.  (…)  Yo no quería eso. Yo decía, vamos a dar gran poder adquisitivo al hombre de la tierra. Hubo chacareros que compraron el campo con una sola cosecha. Pusimos luego una ley de arrendamientos y aparcerías, que convenía más ser inquilino que propietario para obligar a que vendieran los terratenientes que querían la tierra como bien de venta y no de trabajo. Bueno, mediante eso se fue forzando todo y se hizo una reforma agraria. Pero se hizo dando poder adquisitivo a la gente que no tenía tierra, que la trabajaba y que quería comprarla”.

A continuación, Perón remataba: “Hay que crear los bienes en función social. Si se cumple esa finalidad no interesa después la propiedad de la tierra ni la propiedad de los bienes. Si se pone el capital al servicio de la economía y la economía al servicio del bienestar social no interesa la propiedad privada”.

La Prensa recuerda, asimismo, que tanto José Ber Gelbard como Humberto Illía, y hasta Adalbert Krieger Vasena (Ministro de la dictadura de Onganía), intentaron fijar altos impuestos sobre tierras muy ricas con bajos índices de productividad. Esta preocupación estaba presente en la definición de Perón sobre la creación de bienes en función social. Sin embargo, a la postre no se consiguieron los resultados esperados.  

Sin embargo, la conclusión del artículo es la que revela el verdadero objetivo del editorial, que no consiste en atacar a Grabois y a Pérsico, ni, mucho menos, en reivindicar a Perón, sino sembrar dudas sobre el liderazgo de Alberto Fernández. “Alberto Fernández, en caso de llegar a la presidencia, debiera comenzar preocuparse de estos grupos, no se la van a hacer fácil. Le han dado cien días para solucionar los problemas estructurales de la pobreza. ¿Y después qué?”, se pregunta. 

De este modo, por un camino diferente, La Prensa llega a la misma hipótesis que plantean, por ejemplo, Miguel Pichetto o Carlos Pagni, cuando presuponen que el 27 de octubre por la noche, Alberto Fernández se quitará la máscara que le adjudican y aparecerá su verdadero rostro, que podría ser el de Cristina o el del Macri que debió ser durante su gestión y no se animó, descontando que resultará imposible contentar a la compleja heterogeneidad ideológica que atraviesa al Frente de Todos

En el entorno del candidato presidencial consideran que esa hipótesis es, ante todo, el producto de su insuficiente conocimiento del pensamiento y las cualidades que lo caracterizan, por lo que siguen imaginando un futuro a través de la óptica de la grieta. Justamente lo inverso a lo que proyecta Alberto Fernández, que tiene muy en claro que sólo tendrá éxito en el caso de conseguir suturarla. 

Es por eso que no hay máscara ni habrá sorpresas de ese tipo con los resultados electorales puestos. Alberto Fernández es Alberto Fernández sin máscaras. Ni Macri ni Cristina. Aunque muchos –de uno y otro lado del universo político- insistan en colocárselas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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