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4 de octubre de 2019 | Cultura

Nueva edición

La feria del Libro Heavy que se convirtió en un clásico

Este sábado se desarrollará en el espacio porteño El Quetzal una nueva edición de este evento que desde 2014 intelectualiza una expresión de la cultura argentina hasta entonces subestimada.

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Juan Provéndola

El 19 de octubre de 2013 hacía un calor de órdago en la ciudad de Buenos Aires, pero dentro del centro cultural La Imaginería de Boedo todavía mucho más: por primera vez se realizaba la feria del Libro Heavy reuniendo en ese pequeño lugar a decenas de fanáticos, artistas e investigadores de aquello que -a esta altura- nadie duda en caracterizar no solo como un estilo musical, sino más bien como una cultura profunda y popular.

Media docena de años después el evento alcanzó entidad e identidad no sólo con su repetición (y su supervivencia, luego de ser desplazado de aquel lugar inicial y recibir el cobijo del agradable espacio El Quetzal de Palermo), sino también con una expansión que se irradió por el conurbano bonaerense, el resto de la provincia y finalmente puntos varios del país. Una nueva edición de la misma se realizará con entrada libre y gratuita durante todo este sábado en el centro cultural El Quetzal (Guatemala 4516, Palermo).

“Es medio raro decir esto en tiempos macristas, donde la palabra en cuestión parece degradada, pero es alegría lo que sentimos haciendo esta movida que terminó consolidándose como un lugar de expresión y representación de mucha gente”, afirma con orgullo y verdad Gito Minore. El poeta y agitador cultural coorganiza con su compañera María Inés Martínez este evento que comenzó siendo una reunión en un rincón de un complejo de canchas de fútbol debajo de la autopista porteña 25 de Mayo y terminó llegando incluso a la feria del Libro de la Rural, donde tiene presencia desde el año 2016 bajo el nombre de Cultura Metálica.

“A pesar de toda la tristeza e incertidumbre, este evento congrega a un montón de gente que viene a pasarla bien desde distintos lugares del país”, reconoce Gito, quien siente que en eso influye la siembra que fueron haciendo poco a poco por toda la geografía argentina: “Estuvimos en Mar del Plata, Tandil, Ayacucho, Rosario, Cipoletti y Neuquén, mientras que este año pudimos pisar el sur del conurbano gracias a las invitaciones que recibimos de Lomas de Zamora y Burzaco, donde por primera vez pudimos ocupar grandes teatros. Ahora quisiéramos rumbear para zona oeste”.

Esta nueva edición (la séptima en suelo porteño) reunirá 16 charlas de quince minutos cada una sobre libros y temas varios, shows acústicos, danzas y performances musicales. Además, habrá seis exposiciones de fotos, pintura, dibujos e ilustración y una treintena de stands que van desde editoriales independientes hasta productos artísticos, artesanía o memorabilia.

La acción comienza a las 16.30 y se extenderá hasta las 22.00. Será el segundo encuentro en El Quetzal desde el atronador debut del año pasado: “En 2018 tuvimos nuestra prueba de fuego, que en verdad fue de agua, porque diluvió como nunca. Por suerte hoy tenemos otro pronóstico para aprovechar un lugar que es hermoso”, dice Gito.

RP.- La feria del Libro Heavy tiene varias atracciones, pero el eje son las charlas. ¿Cuáles son los debates que se fueron instalando como los más medulares?

Creo que el principal es la instalación de la cultura metálica, eso es lo central de todas estas ferias. Académicos, investigadores, artistas, artesanos y periodistas coinciden en forjar un pensamiento sobre y desde el heavy metal argentino, aunque sin dejar de lado las otras tradiciones. Porque si bien todos somos conscientes de que se trata del fruto de tradiciones extranjeras, no podemos negar que está atravesado por un pensamiento nacional que va más allá de la música heavy, sino que es toda una cultura.

RP.- ¿Cómo opera dentro de todos estos análisis la figura de Ricardo Iorio como ese patriarca que ahora parece ponerse en cuestionamiento?

Creo que dentro del pensamiento de la cultura heavy jugó, juega y jugará un rol trasversal. En la primera feria recuerdo que se habló de la irrupción de Iorio en la academia y las reticencias que habían sobre él. Pero con el tiempo su presencia fue perdiendo el predominio, lo cual abrió lugar a otros debates también importantes para entender esto. Por ejemplo, el rol de la mujer dentro de esta cultura, incluso con perspectiva de género, que también aporta otra mirada al respecto de un tema en constante elaboración. Y después el surgimiento de las nuevas generaciones. Porque no estamos haciendo un biografismo de algo que pasó y se cerró, sino que se trata de una cultura viva. En ese sentido, preferimos decir que el heavy metal no es un objeto de estudio -al estilo académico- sino, en verdad, un sujeto de estudio: se trata de algo que es vida pura.

RP.- ¿Podemos decir entonces que el heavy metal argentino se convirtió en parte del acervo folclórico de nuestro país?

No sé si de nuestro folclore, pero sí de nuestras costumbres. El metalero argentino forma parte de nuestros paisajes, es claramente identificable. Tiene características propias y diferenciales. Y su música pasa a integrar el inventario de nuestras tradiciones. Pero, ojo: hablamos de una tradición viva. Porque no es que nos cerramos en los “grandes éxitos”, sino que problematizamos y reflexionamos sobre un debate que siempre está abierto al cuestionamiento. A que en cualquier momento alguien caiga y nos diga “todo lo que estás diciendo… Es un error”. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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