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21 de octubre de 2019 | Nacionales

Elecciones 2019

Con denuncias cruzadas de corrupción, pasó el segundo debate presidencial

Se ha dicho hasta el cansancio que el formato acordado para los debates presidenciales es poco atractivo, no permite la interacción esperada entre los candidatos y que la pluralidad de postulantes impide la confrontación directa entre los dos únicos presidenciables. 

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por:
Alberto Lettieri

Usando una metáfora deportiva, más que un match de box se asemeja a una competencia de natación, donde cada uno transita su andarivel en paralelo con el resto. Sin embargo, la dinámica que adoptó el encuentro realizado en la facultad de Derecho de la UBA desmintió parcialmente estas verdades consagradas, ya que llegó a alcanzar momentos de tensión muy interesantes. 

Quedaba en principio la duda respecto de la estrategia que adoptarían los candidatos. ¿Mantendrían la utilizada la semana anterior en Santa Fé u optarían por una redefinición? En tal sentido, el único que se mantuvo aferrado al anterior libreto fue José Luis Espert, a quien los medios consagraron como el de desempeño más brillante acorde a la teoría. A Gómez Centurión se lo vio más reconciliado con los tiempos disponibles y más afilado en sus propuestas y en sus críticas a los dos candidatos principales, aunque siempre más duro con Alberto Fernández. Lavagna estuvo algo mejor que el domingo precedente, con propuestas sólidas pero lento y con algunas lagunas en sus exposiciones. Nicolás del Caño mejoró sustancialmente, más punzante y crítico –sobre todo con Mauricio Macri-, expresando muchas de las impugnaciones que era dable esperar en el candidato del Frente de Todos. 

Como era de esperar, fue Mauricio Macri quien arrancó esta vez con los tapones de punta, aprovechando un orden favorable de la agenda temática y de los turnos de exposición. Más suelto y seguro en su actitud y en su discurso, el actual presidente lanzó sus estocadas de fondo en el primeros dos segmentos del debate, acusando al kirchnerismo por su “corrupción” y al candidato del Frente de Todos por no haberla denunciado tras su renuncia a la jefatura de Gabinete. 

Alberto Fernández, por su parte, tal vez receptivo a las críticas recibidas, mantuvo un tono menos confrontativo y, si bien justificó el uso de su dedo índice, no lo utilizó demasiado a lo largo de sus exposiciones. Pero, ante los ataques ad hominem que reiteraba Mauricio Macri, le puso los puntos subrayando que él tampoco había hablado de la corrupción que envuelve a su grupo empresarial –que el mismo Macri había reconocido culpando a su padre, poco después de su muerte-, ni de cómo estaba reñida con la ética las políticas aplicadas para beneficiar “a sus amigos”, citando los casos del blanqueo de capitales en el exterior y el Correo Argentino. 

La primera parte del debate se cerró con un clima enrarecido, que llegó al borde del enfrentamiento tras del escenario, cuando Macri le reprochó a Fernández, de mal modo, que no podía agarráselas “con alguien que no se podía defender” -como su progenitor-, a lo que Fernández le respondió que era un "inmoral" y "mentiroso". Por suerte, el intercambio no pasó a mayores, aunque recargó la adrenalina para la segunda parte del evento. 

Tras la pausa, la temática vinculada con la economía resultaba, prima face, la más adecuada para el lucimiento de Alberto Fernández. Pero el candidato del Frente de Todos prefirió mantener la sobriedad y el equilibrio, presentándose como un jefe de estado superador de la grieta, mientras que Macri le escapaba un tanto a la temática reiterando sus acusaciones de corrupción, y hasta aprovechó también él para atacar a Santiago Maldonado, alguien que tampoco podía defenderse. 

En lo único en que estuvieron de acuerdo ambos candidatos fue en “no tener nada que ver” uno con el otro ni en su calidad humana, ni en sus aliados, ni en los programas que pretenden implementar. De este modo, si bien Alberto Fernández esgrimió algunas estadísticas contundentes sobre desempleo, hambre, desnutrición, destrucción de la actividad económica –en particular de las pymes-, apelando a datos oficiales, que Mauricio Macri pretendió refutar apelando a datos bastante imprecisos, culpando –como siempre- a la herencia recibida, el evidente malhumor que los distanciaba fue aprovechado por el resto de los participantes para incrementar sus críticas sobre los resultados económicos del gobierno actual y de los precedentes. 

En el cierre, Macri eligió autocelebrar su gestión, al afirmar: “Espero haberme ganado el cielo de por vida” al combatir la corrupción atribuida a la década K, mientras que Alberto Fernández optó por apostar a la unidad y la esperanza: “Vamos a ponernos de pie. Que en la grieta se queden ellos. Vamos a abrazarnos todos, porque la Argentina puede crecer y nos merecemos el país que todos soñamos”. Uno apostando a profundizar la grieta; el otro, a dejarla atrás, en consonancia con el eje argumental de cada candidato. 

La principal polémica se generó en las redes en las que se denunció que el presidente habría utilizado un micrófono desde el que se le transmitían conceptos y recomendaciones, acompañado de fotos que convalidarían la especie, en contra de lo dispuesto por la reglamentación vigente. 

¿Quién ganó en este debate? Si de desempeños personales se trata, y en concordancia con el teorema de Baglini, los más alejados a la posibilidad de llegar al poder se mostraron más sueltos e incisivos. Espert mantuvo su rendimiento precedente, y Del Caño y Gómez Centurión superaron su desempeño del domingo anterior. Lavagna mejoró un tanto, pero con las limitaciones que ya evidenció en Santa Fé: los debates no son lo suyo. 

En cuanto a los candidatos principales, se vio a un Macri más sólido y agresivo, y a un Alberto Fernández más pausado y moderado. Tal como sucede en estos casos, los medios pro oficialistas otorgaron la victoria al presidente en funciones, y los opositores al candidato del Frente de Todos. En ambos equipos se evaluó con satisfacción el desempeño, ajustado a los objetivos fijados.

Una encuesta en tiempo real realizada por Raúl Aragón y asociados presenta el siguiente resultado.  

   

La polémica seguirá a lo largo de la semana. Hasta que el domingo vuelvan a enfrentarse, no ya en un debate, sino en los comicios que decidirán quién conducirá el destino de los argentinos durante los próximos cuatro años. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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