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9 de noviembre de 2019 | Nacionales

La estrategia del ex candidato a vice

Pichetto apuesta a crear un partido latinoamericanista de centroderecha

Mientras que en Buenos Aires se reúne el Grupo Puebla, en medio del entusiasmo casi adolescente de los participantes, y el presidente electo argentino afirma exultante: “Lula cumplí, gané en Argentina y vamos a poner de pie a América Latina con todos ustedes”, Miguel Pichetto se dedica a crear un partido latinoamericanista de centro-derecha.

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Para el experto senador nacional a punto de concluir su mandato, la convocatoria de la socialdemocracia en Buenos Aires resulta absurda, una inconcebible demostración de voluntarismo. 

Chile está incendiado y a punto del auto-golpe, y sólo avizora una salida por derecha, tal vez una nueva dictadura o república vigilada por los uniformados. 

En Bolivia, el golpe de estado está muy avanzado. 

En Ecuador, el horizonte no es muy diferente. 

En Uruguay, el Frente Amplio está a punto de ser desalojado del poder en el ballotage. 

Pichetto está convencido de que llega la hora de las derechas a Latinoamérica, y que si Alberto Fernández quiere mantenerse en el poder deberá romper con Cristina Fernández, y fundar una especie de neomenemismo. Acercándose a Donald Trump y tomando distancia de sus socios del Grupo Puebla. 

Miguel Pichetto está convencido de que los gobernadores solo acompañarán al presidente electo mientras se les asegure la provisión de fondos, y está anoticiado de que ya hay ciertos recelos por la escasa participación de cuadros al interior de su gabinete. Por eso mantiene el silencio sobre ellos, y descarga sus criticas sobre Alberto Fernandez, para debilitarlo. 

En definitiva, la llegada de Miguel Pichetto a Cambiemos fue una solución aportada por el “laboratorio duranbarbista”. Pero, una vez instalado, giró drásticamente hacia la derecha, y se convirtió en el hombre de consulta de Mauricio Macri. No le interesó ampliar el espectro de votantes de Cambiemos, sino mantener el capital propio, ya que, al resultar imposible ganar la elección con los datos económicos que generó la gestión Cambiemos, era indispensable fortalecer la grieta. Al fin y al cabo, está convencido de que el Frente de Todos sólo puede mantenerse siendo oposición. La gestión lo hará añicos, según razona.

En la nueva etapa que se inicia el 10 de diciembre, aspira a presidir la auditoría, pero, sobre todo, a convertirse en el ideólogo del Pro. Recomienda el acercamiento con Jair Bolsonaro, con Trump, con los grupos conspiradores de centro-derecha en Chile, Bolivia, Venezuela y Ecuador. 

Cree que este es su momento. Que no hay que apresurarse. La estrategia es sencilla: limar a Alberto Fernández y dejar que las grietas internas del Frente de Todos hagan el resto. 

Mientras tanto, apuntará a la construcción de ese “Partido Latinoamericanista”, o como se llame. Cree que el futuro está hacia la derecha. Y actúa en consecuencia. (www.REALPOLITIK.com.ar) 


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