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8 de diciembre de 2019 | Nacionales

Reestructuración de la deuda

En qué consiste el plan de reestructuración de la deuda que maneja Alberto Fernández

En la breve conferencia de prensa que brindó Alberto Fernández luego de presentar a su gabinete, la requisitoria periodística se centró en el tema de la deuda y la estrategia que implementará el próximo gobierno para afrontarla. 

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por:
Alberto Lettieri

El presidente electo declinó hacer precisiones al respecto y se limitó a anticipar que se estaba negociando al respecto, “silenciosamente y desde hace tiempo”. 

Lo que parecía una respuesta disuasoria encontró inmediatamente su confirmación en la publicación casi simultánea que realizó en su cuenta de Twitter el director de Comunicaciones del FMI, Gerry Rice: “The IMF would like to congratulate Martin Guzmán, Matias Kulfas and Miguel Pesce on their respective appointments as #Argentina’s minister of Economy, minister of Productive Development and president of the Central Bank respectively. We look forward to working with them” (“El FMI desea felicitar a Martin Guzmán, Matias Kulfas y Miguel Pesce por sus respectivos nombramientos como ministros de la #Argentina de Economía, Desarrollo Productivo y presidente del Banco Central respectivamente. Esperamos trabajar con ellos”). Lo que puede interpretarse como una aprobación de FMI de las autoridades económicas designadas. 

Poco después, se produjeron algunas “filtraciones” sobre el primer borrador del proyecto de renegociación de la deuda con privados, que fue concluido esta semana por los equipos técnicos del nuevo presidente en colaboración con los fondos de inversión Blackrock y Pimco, dos de los tres grandes operadores en la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri. El tercero fue el fondo Templeton.

La propuesta elevada por Blackrock y Pimco, con el visto bueno de los equipos técnicos, fue elaborada con la asistencia de la Banca JP Morgan, y propone postergar los pagos de capital durante cinco años, sin quitas ni reducción de tasas de interés. Los intereses deberían seguir pagándose religiosamente para evitar el default, pero, para posibilitarlo, se prestarían entre 5.000 y 10.000 millones de dólares durante ese período, para poder afrontar los compromisos. 

El borrador se inspira en los postulados de Martín Guzmán, el nuevo ministro de Economía, discípulo de Joseph Stiglitz, quien no sería del todo ajeno al proceso de renegociación de la deuda tomada de manera irresponsable por el gobierno de Mauricio Macri.  Esta solución aceleraría los tiempos de la negociación, y evitaría los roces que impondría una propuesta que pretenda incluir una quita de capital, mucho más friccionada y riesgosa, y que, como ya lo hemos experimentado, expondría al país a los ataques de fondos buitres. Este condicionamiento está considerado en la propuesta que, oportunamente, le presentó Guzmán a Alberto Fernández, y que ponía como fecha tope para la renegociación del mes de marzo de 2020, pero, a diferencia del informe del próximo ministro de Economía, considera un plazo de gracia de cinco años en lugar de los dos originales que preveía dicho documento.   

Ya que Cambiemos se retira del gobierno dejando un Banco Central exhausto, no se disponen de los 3.500 millones de dólares que deberán erogarse en 2020 a los acreedores externos, sumados a los 4.500 emitidos bajo normativa argentina. Por esta razón, los préstamos adicionales de entre 5.000 y 10.000 millones de dólares durante el período de gracia de cinco años resultarían indispensables para posibilitar la reestructuración de la economía arrasada legada por Mauricio Macri y “el mejor equipo de los últimos cincuenta años”.   

La inédita toma de préstamos realizada por la gestión de Cambiemos, sumado a su incumplimiento -“reperfilamiento”- de los compromisos adquiridos, dejó a la Argentina fuera del acceso a los mercados financieros internacionales. Por esta razón, la oferta de préstamos adicionales direccionados exclusivamente a evitar el default resulta una propuesta sumamente atractiva. Además, ya que Blackrock y Pimco concentran alrededor del 65 por ciento de los bonos externos, Guzmán sólo tendría que convencer a un 5 por ciento de acreedores para llegar al 70 por ciento requerido para que el resto de los acreedores deban allanarse a los compromisos que se cierren. 

En un primer análisis, la única objeción que podría presentar Guzmán es que este esquema de reestructuración implica un crecimiento del capital adeudado. Sin embargo, cuesta encontrar una opción no traumática para tratar de encaminar el descalabro financiero que produjo la gestión Macri

El FMI tuvo acceso al borrador en el marco de la “negociación silenciosa” que reconoció Alberto Fernández, y habría dado su aprobación, a condición de ser el primero en cobrar los 44.500 millones de dólares que le giró a Mauricio Macri entre 2018 y 2019 para financiar la campaña electoral que, finalmente, terminaría en derrota en primera vuelta. Sólo solicitó la presentación de un plan macroeconómico “sustentable” por parte del nuevo gobierno. 

Tal como decía el general Perón, “los melones se acomodan en el carro durante la marcha”. Alberto Fernández parece tenerlo muy en claro, por lo que no esperó a asumir para tener muy avanzada la propuesta de reestructuración de la deuda soberana. La comparación con la gestión que caduca el próximo martes por la mañana resulta inevitable. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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