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19 de enero de 2020 | Historia

Una hazaña increíble

Hace 203 años, San Martín iniciaba el cruce de los Andes, la más fabulosa gesta de la historia americana

El 17 de enero de 1817 se iniciaba la más fabulosa gesta latinoamericana, en el marco de la lucha por la independencia. El general José de San Martín, con su salud gravemente afectaba, daba inicio al cruce de Los Andes. 

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Desde la intendencia de Cuyo, San Martín había conseguido reunir, en tiempos de enorme precariedad económica y en una sociedad arrasada por la guerra, un fabuloso ejército, compuesto por 3800 soldados regulares, 1200 milicianos que oficiaban como tropa de auxilio para traslado de  víveres y municiones, 120 barreteros, 22 cañones, 2 obuses de 6 pulgadas, 7 cañones de batalla de 4 pulgadas, 9 cañones de montaña, 2 cañones de hierro y 2 cañones de 10 onzas, otras armas y municiones (2000 tiros de cañón, 1129 sables y 5000 fusiles de bayoneta), y animales de carga y de combate (1600 caballos de pelea y 10000 mulas).

También resultó indispensable llevar el alimento para esa gigantesca gesta. La alimentación se basaba en el denominado “valdiviano”, elaborado a base de carne seca (charqui), machacado, grasa, rodajas de cebolla cruda y agua hirviendo. Se transportaron más de 4 toneladas de charqui, galletas de maíz, 113 cargas de vino, aguardiente para contrarrestar las bajísimas temperaturas nocturnas, ajo y cebolla para combatir el soroche o apunamiento, 600 reses para alimentación, quesos y ron.

La amplitud térmica era 40 grados:  30 durante el día y 10 bajo cero en las noches. Debieron llevarse ponchos elaborados en San Luis para cubrir a hombres y animales durante la travesía, que se desarrolló a una altitud promedio de 3000 metros. 

La estrategia del cruce incluyó la división de las tropas en 2 columnas principales y 4 destacamentos, que atravesaron por diversos pasos con una amplitud del frente de operaciones de 800 kilómetros, a una velocidad promedio de 28 kilómetros diarios. 

En vista de la magnitud de la gesta emprendida (muchísimo más exigente que la del histórico general cartaginés Anibal Barca), San Martín tenía en claro que el principal adversario era la geografía y el duro clima. "Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino atravesar estos inmensos montes”, confesaba.

Su estado de salud era muy frágil, lo que le exigió hacer varios tramos en camilla. Aún a costas de arriesgar su propia vida en el trayecto, nuestro libertador no dudó por un instante de concretar la empresa. 

“Estoy bien convencido del honor y patriotismo que adorna a todo oficial del ejército de los Andes; y como compañero, me tomo la libertad de recordarles que de la íntima unión de nuestros sentimientos pende la libertad de la América del Sur”. 

“A todos es conocido el estado deplorable de mi salud, pero siempre estaré dispuesto a ayudar con mis cortas luces y mi persona en cualquier situación en que me halle, a mi patria y a mis compañeros”. 

¿Cuál era la importancia de realizar el cruce? Desde mucho tiempo atrás se tenía en claro que, para liquidar el poder español en América, era indispensable desalojarlo de su gran capital y centro de operaciones: Lima. Pero el ataque no podía realizarse por vía terrestre, a través del Norte Argentino y su continuidad con la actual Bolivia, ya que las condiciones geográficas lo impedían. Era indispensable atacar sobre la retaguardia marítima, el puerto del Callao, ubicado sobre el Pacífico. Sin embargo, una gesta de tales características parecía irrealizable, tanto por la magnitud de fuerzas que exigía el cruce de la más elevada cadena montañosa de América, las inclemencias climáticas y la estrategia de armado, preparación y coordinación que exigían. Solo un hombre de estado, un estratega excepcional y un ilimitado patriotismo podrían animarse a llevar a cabo una operación juzgada como “irracional” por la mayoría. 

Pero no para el general San Martín, que debió confrontar con las resistencias y los cuestionamientos de los unitarios porteños, y de las clases acomodadas de Cuyo. Sólo su convicción y su patriotismo pudieron llevar a cabo tan fabulosa empresa, contagiando sus valores e ideales al conjunto de sus subordinados. 

Nada de eso consiguió detener al más grande hombre público de la historia americana. Su ejemplo y su entrega es el espejo en el que debemos mirarnos para construir nuestro futuro como una gran nación americana. 

Y recordar también que aún nuestro más grande y exitoso patriota debió sufrir la persecución y hasta complots contra su vida de los unitarios porteños, encabezados por Bernardino Rivadavia, la falsificación de su trayectoria por parte de la historia oficial, empezando por Bartolomé Mitre y Vicente Fidel López

San Martín fue la encarnación del federalismo asociado a la libertad. Uno de los principales objetores de las pretensiones hegemónicas porteñas, y un cultor de la convivencia en la diversidad étnica y cultural. Impuso condiciones a poderosos y a débiles, apelando a la razón de estado. Instaló la ética del trabajo y de la justa remuneración durante su ejercicio de la intendencia de Cuyo. Comprendió que la unidad latinoamericana era la precondición para nuestra independencia, y no dudó en componer un ejército de argentinos y chilenos asociados en la causa común de la libertad de nuestros pueblos. 

A 203 años del inicio de esta gesta histórica, sólo cabe rendirle nuestro más sincero homenaje, nuestro reconocimiento eterno, y la necesidad de no pasar por alto la actualidad y persistencia de su obra. 

“Cuando la patria está en peligro todo está permitido, excepto no defenderla”, afirmaría en algún momento nuestro libertador. Hoy, más que nunca, resulta indispensable marcar a fuego en nuestras conciencias y en nuestras acciones sus enseñanzas. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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