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Un joven de 19 años fue asesinado a patadas por un grupo de rugbiers. Todos están detenidos, aunque el boliche donde comenzó el conflicto, la Policía que no intervino a tiempo y un municipio sin estrategia de seguridad miran para el costado para no cargar con responsabilidades
La temporada está teniendo notables niveles de turismo local para la costa argentina dado el impuesto al dólar y todas las localidades balnearias alcanzan niveles de ocupación superiores a los de los últimos años. Quizás anticipándose a eso, Villa Gesell (uno de los destinos más visitados de la Argentina) instaló entonces como slogan oficial “Es querer volver”. Una frase que podrán usar todos los visitantes de este verano, salvo Fernando Báez Sosa, quien en la madrugada del sábado fue asesinado a golpes y patadas por un grupo de rugbiers frente al boliche Le Brique.
Hasta el momento hay once detenidos, quienes permanecerán alojados en una de las comisarías de Villa Gesell al menos hasta que deban declarar ante la única fiscalía de la ciudad. La unidad tendrá a cargo no sólo la investigación previa al juicio, sino también el desafío de contribuir con la justicia y así limpiar la negra sombra que perdura desde el año pasado, cuando dos mujeres fueron violadas en distintas ocasiones pero en la zona de Pueblo Límite, el otro boliche de la ciudad.
El tema despertó una notable indignación en la opinión pública y también en redes sociales, donde los términos “Villa Gesell”, “rugbiers” y “asesinos” aún siguen siendo tendencia. Y no es para menos: se observa con pavor esta creciente ola de ataques y perjurios en manadas de muchachos dedicados a ese deporte que se jacta de tener valores (aunque a esta altura no queda bien en claro de cuáles se traten, en verdad).
Pero más allá de la bronca social por esta creciente acumulación de violencia en grupo (vinculada con cuestiones de clase y elites que el rugby estimula, habida cuenta de lo que confiesan incluso muchos de los que lo practican), hay un tema de fondo que de momento los medios no relevan: las responsabilidades que le incumben a otros actores en estos hechos, y especialmente en el sucedido en Villa Gesell, donde quedaron en evidencia las fallas de las estrategias de seguridad que toda ciudad turística debiera tener.
La brutalidad del ataque de los rugbiers, la masiva indignación y el unánime pedido de justicia coparon la parada en la agenda, pero por debajo subyacen discursos en los que claramente el boliche donde comenzó el conflicto, la Policía Bonaerense y la municipalidad de Villa Gesell (a través de sus efectivos locales y de la denominada secretaría de Seguridad) se desentienden de lo sucedido como forma de evitar posibles responsabilidades.
Se sabe que tanto la víctima como los asesinos fueron expulsados de Le Brique y de hecho el boliche dejó circular una breve filmación en la que algunos de los agresores son sacados a la fuerza por la seguridad privada, entre ellos Matías Benicelli y Máximo Thomsen, a quien varios medios especializados en rugby venían indicado como “futura promesa” tras incorporarse al selecto Club Atlético San Isidro (CASI). De todos modos el video dura muy poco y aporta más dudas que certezas, ya que se los ve salir por un espacio que parece más bien una cocina interna e incluso uno de ellos (presumiblemente Ayrton Viollaz) utiliza con total comodidad una bacha para beber agua y lavarse la cara.
A esa confusión se le suman otras añadidas por la timorata reacción del boliche. A la tarde del sábado (cuando la noticia ya se había expandido por medios de todo el país) el abogado de Le Brique Sebastián Álvarez avisó a la prensa que la disco iba a emitir un comunicado “en las próximas horas” para contar “los motivos por los que estos dos grupos jóvenes fueron retirados del interior del local”. Álvarez es un personaje de la política geselina que fue jefe del ANSES local y mantuvo posiciones oscilantes con el actual intendente geselino Gustavo Barrera, de quien fue compañero cuando ambos fueron concejales, luego se distanció duramente y por último volvió a acercarse en tiempos de construcción del Frente de Todos y unidad del peronismo geselino.
Pero el comunicado anunciado por el letrado de Le Brique recién fue publicado a la medianoche del sábado sin explicar nada de lo prometido y en formato de storie de Instagram (con lo cual su duración es de 24 horas antes de expirar): “Lamentamos profundamente el hecho trágico sucedido”, "acompañamos con nuestro más sentido pésame a los familiares de Fernando Báez Sosa” y “seguiremos estando a disposición de la justicia” decía un escrito lacónico, sin detalles ni tampoco sensibilidad. Horas antes habían compartido una publicación con el boliche lleno y la leyenda: “Le Brique de fiesta”.
El boliche, a su vez, repite que aplicó un “protocolo de seguridad” para expulsar a lo que en apariencia se trataban de dos grupos de amigos, aunque hasta el momento sigue sin explicar el motivo: ¿Se pelearon entre ambos? ¿Uno agredió al otro? Como sea, la seguridad privada los expulsó a ambos a la calle como quien tira la basura en la vereda: simplemente deshaciéndose del problema. Recordemos que la pelea no se produjo en una heladería o en una tienda de ropa, sino en un lugar donde se expende alcohol sin control, suena música a gran volumen y los jóvenes están amontonados entre sí (tal como se pudo ver en un video filmado por uno de los detenidos). De algún modo el boliche propende a estas conductas privadas por la euforia y la ansiedad, pero no parece interesada en hacerse cargo de las consecuencias.
No fueron pocos los que cuestionaron al boliche por no llamar a la policía para evitar que la pelea continuara en la vereda, donde además no había en ese momento efectivos presentes pese a tratarse de una ubicación céntrica y sensible (Le Brique queda sobre la avenida principal, la 3). Este detalle pone además en evidencia la deficitaria estrategia de seguridad del municipio de Villa Gesell, quien durante enero se jactó de operativos en la playa para combatir la venta ambulante de inmigrantes senegaleses pero ahora no puede explicar la falta total de planificación en sitios de posible conflictividad como son los boliches (que en la ciudad son apenas dos).
Una versión indicó que mientras Fernando Báez Sosa era golpeado con total impunidad hasta la muerte justo enfrente del boliche, los únicos efectivos policiales de la zona estaban atendiendo otra gresca a media cuadra de distancia. Esto no deja de resultar curioso: el intendente Gustavo Barrera (quien transcurre su sexto verano como mandatario local) le reclamó varias veces a la ex gobernadora María Eugenia Vidal por enviarle -en el marco del Operativo Sol- menos efectivos de los que le había solicitado; sin embargo, en este verano dispone de los que pide y aún así es incapaz de distribuirlos de manera eficaz.
Lejos de asumir una autocrítica, Barrera prefirió ponerse en rol docente y le dijo a la agencia Télam que “es necesario el acompañamiento de las familias, que controlen también a los jóvenes que llegan”. Además agregó que “la presencia policial es constante en las calles céntricas y playas”, una frase sin dudas desafortunada, ya que en un video subido a su Instagram por uno de los agresores, la manada aparece al atardecer en la playa bebiendo alcohol y tirando fuegos artificiales (a pesar de que su venta y detonación está prohibida) y finalmente en una calle céntrica participando de la golpiza que acabó con la vida de Báez Sosa. A pesar de haber cometido este crimen a la vista de decenas de personas y de alojarse a apenas 200 metros del hecho, los acusados fueron detenidos recién horas más tarde.
Este episodio fue el más lamentable de los que hasta ahora padeció el verano geselino, pero ni por asomo el primero: aún sigue internado en terapia intensiva un joven oriundo de Tierra del Fuego que apareció el viernes a la mañana apuñalado en 302 y playa, curiosamente a 400 metros de Le Brique y a 200 de donde residían los diez rugbiers detenidos por el asesinato de Báez Sosa. A esos se les suman numerosos desmanes ocasionados por el desborde que vive Villa Gesell, una ciudad que evidentemente no se preparó más que con sloganes para recibir esta cantidad récord de turistas y que -a diferencia de otras costeras- viene siendo agenda más por sus malas noticias que por sus buenas.
La fiscalía número 6 de Villa Gesell deberá llevar adelante la investigación y la acusación de cara al juicio. La carátula pasó de “homicidio en riña” a “homicidio agravado” , lo cual predispone penas mayores en el caso de que la propia Justicia pueda comprobar lo que ya de por sí está a la vista en numerosos videos.
Los padres de Fernando Báez Sosa tuvieron que viajar de urgencia a Gesell cuando un comisario les notificó que su hijo había sido víctima de un ataque. Son dos ciudadanos paraguayos que vinieron a Argentina buscando un futuro, encontraron trabajo y tuvieron un hijo al que ayudaron a que se pudiera tomar un fin de semana de vacaciones después de trabajar y estudiar todo el año. Hoy lo están velando mientras los distintos resortes locales miran para un costado y tratan de pasar desapercibido. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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