Torpedear la gobernabilidad en la Argentina, la apuesta de sectores de la oposición

Muy por el contrario, la oposición al gobierno de Mauricio Macri fue el garante de su gobernabilidad e, incluso, en muchos momentos críticos de su gestión, se convirtió en el basamento de la estabilidad institucional frente a los arrebatos esquizofrénicos y la voluntad de protagonismo personal que caracterizó a muchos de los referentes de la coalición política derrotada en las urnas en 2019.

Pero la memoria parece fallarles a muchos actores que ambicionan disputar el liderazgo de Juntos por el Cambio. Sobre todo, a aquellos que no tienen responsabilidad de gestión, que apuntan a poner en jaque constantemente al gobierno de Alberto Fernández, como si no fueran responsables directos de la catástrofe que provocaron cuando les tocó ser gobierno. 

De este modo, mientras que los gobernadores de la actual oposición, y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, han optado por un acercamiento político indispensable para tratar de reflotar la nave de un estado que -tanto en su versión nacional como en las provinciales- ha sido impactado debajo de su línea de flotación, otros actores de Juntos por el Cambio sólo piensan en llevar agua para su molino, pretendiendo ignorar que, si el naufragio llegara a concretarse, ellos no quedarían a cobijo, ni mucho menos, de sus consecuencias. 

Este miércoles, una vez aprobada la ley de la Deuda, la Cámara de Diputados debía tratar el proyecto de suspensión del pacto fiscal. Los gobernadores de la Juntos por el Cambio habían acordado previamente con el gobierno nacional su apoyo a la medida -reclamada precisamente por los jefes de estado provinciales, ya que los exime del compromiso tomado de bajar la carga impositiva-, pero ese apoyo estuvo lejos de concretarse en el recinto, ya que tanto la Coalición Cívica, como el sector del radicalismo liderado por Mario Negri y el responsable del endeudamiento inédito de la provincia de Mendoza, Alfredo Cornejo, y varios legisladores del Pro, decidieron marcharse para complicar el quórum, o bien quedarse para sostener su negativa a la aprobación del proyecto. 

En los pasillos del Congreso circulaba la especie de que varios de los que se habían retirado lo habían hecho por temor al descrédito mediático que podrían infligirles los “lilitos”. Si esa es la estatura moral de los representantes de la oposición en nuestra república, no puede dejar de preocuparnos. 

Finalmente, con el apoyo de los gobernadores, del jefe de Gobierno porteño, y de los legisladores que reconocen el liderazgo de Emilio Monzó, el proyecto se terminó aprobando por 157 votos positivos, 54 en contra y 7 abstenciones. Si bien el margen fue, finalmente, amplio, al tratarse de una ley sobre materia impositiva era necesario obtener al menos 129 votos positivos. 

Del lado del Frente de Todos se contabilizaron dos legisladores rebeldes: Juan Carlos Alderete, coordinador de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y la salteña Verónica Caliva, del Partido Comunista Revolucionario (PCR).

La negociación a último momento entre el presidente de la Cámara, Sergio Massa, y Horacio Rodríguez Larreta, resultó clave para garantizar la asistencia de 99 diputados de Juntos por el Cambio. 

Sin embargo, no deja de generar preocupación la violenta interna que experimenta la coalición opositora, que, carente de un liderazgo sólido, se encuentra amenazada por una serie de aventureros dispuestos a quemar las naves con posiciones radicalizadas, para dejar en evidencia y ganar terreno sobre sus aliados. El problema es que en esa nave transitan 44 millones de argentinos, cuyo destino depende, justamente, de la templanza y acierto de sus representantes. (www.REALPOLITIK.com.ar)

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