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31 de enero de 2020 | Provincia

La grieta

Entre algodones: La alianza electoral de Juntos por el Cambio empieza a desmoronarse

La UCR busca reperfilar su lugar en la alianza de Juntos por el Cambio y en los municipios se observan las internas de un armado que cruje sin disimularlo y replica lo que sucede a nivel nacional y provincial.

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Desde el interior de la provincia bonaerense, los aires que van llegando, luego de un caluroso enero, diseñan un escenario político que parece no bajar la temperatura. La alianza que se supo pensar allá por 2015 y que concebía un futuro prominente, se encuentra en su momento más álgido y es en los municipios bonaerenses donde germina la semilla de una posible división interna.

Como se sabe, durante todo el gobierno de Mauricio Macri hubo tires y aflojes entre la UCR y los Pro puros que eran incondicionales al ahora ex presidente. Sin embargo, en la derrota, esa tensa armonía pasó a profundizarse aún más cuando ciertas decisiones de intendentes radicales dificultosamente fueron acompañadas y en algunos casos desoídas por los concejales de la alianza.

En Tandil, Miguel Lunghi se cruzó con la concejala oficialista Juana Echazarreta, por ejemplo, cuando la edil propuso un congelamiento de los haberes que percibían en el ejecutivo local junto con las dietas de todo el Concejo Deliberante en el marco de la crisis económica. A su vez, el jefe del bloque Mario Civallieri habló de disidencias por no haberse consultado en privado si esa medida era acorde a lo entendido por toda la bancada de Juntos por el Cambio.

Por otro lado, en Bahía Blanca sucedió un escándalo de mayor vuelo cuando la suba del boleto de colectivos terminó en un atropello institucional por parte del oficialismo. El presidente del HCD, Fernando Compagnoni, decidió reemplazar a la concejala disidente de la UCR, Gabriela Schieda, por la oficialista Anabela Castillo, visto que la edil perteneciente al monobloque Arturo Illia había participado de la labor parlamentaria, pero no se encontraba en el recinto.

Esta cuestión que amplió la grieta interna en la propia UCR hizo que varios referentes que difieren del gobierno de Héctor Gay empiecen a tomar distancia de estos manejos que poco caracterizan al partido centenario, que tiene entre sus premisas el republicanismo y respecto de las instituciones.

El intendente del municipio de Chacabuco, Víctor Aiola, se adelantó en el tiempo y no esquivó el bulto al decir que el próximo candidato a gobernador y presidente para el 2023 debía ser un correligionario, para que pueda ser apoyado por todo el partido. De este modo, reconoció de alguna manera la división interna y compensando sus dichos a favor de la ley Impositiva de Axel Kicillof, que le trajo ciertos resquemores en lo que respecta a su armado a nivel local.

Para colmo, hasta el propio Daniel Salvador fue criticado tras las declaraciones de Macri desentendiéndose de su responsabilidad por la toma de deuda externa. Fue Federico Storani, el segundo del comité nacional de la UCR, quien tuvo palabras poco felices para con el ex vicegobernador, a quien tildó de sumiso a pesar de haber ostentado un lugar de poder en el armado gubernamental. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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