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11 de febrero de 2020 | Opinión

El debate eterno

La lotería del salario docente

¿Quién quiere ser docente para hacerse rico? Nadie. Solo aspiramos a vivir dignamente de la profesión, que hará posible un mundo más equitativo. Sin embargo, a la luz de la historia, parece que desde hace más de tres décadas es difícil para los gobiernos pensar, analizar y decidir cuánto debería ganar un docente.  

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por:
Daniela Leiva Seisdedos

Salario bajo, respeto social bajo, resultado: físicamente agotador.

La distancia entre el lenguaje economicista y el lenguaje pedagógico se viene acortando peligrosamente. Se acortó desde 1990, cuando la educación pasó a ser un gasto. Los docentes dejamos a un lado consideraciones sobre el materialismo pero hay que admitir que todos tenemos preocupación por el porvenir y deseamos para nosotros mismos las mejores condiciones laborales y económicas posibles, tal y como la tienen, por ejemplo, nuestros jueces y políticos.

¿Qué docentes cada mes no entra al banco y tiene una sensación de desconcierto? Nunca sabemos cuánto cobramos, lo que sí sabemos es que desde siempre no nos pagan lo que nos merecemos. Todo el mundo piensa y opina lo que deberíamos ganar. Ahora… ¿esto pasa en todas las profesiones?. 

Muchas veces veo una incongruencia -sin ser una economista- entre los elevados gastos y los bajos salarios. A simple vista no es democrático, pero esto es siempre así. Lo que es democrático es el manoseo de nuestro salario y nuestra profesión, que hoy llega hasta la violencia. La opinión de que la docencia es subestimada y mal pagada es global.

Año tras año, durante estos meses se observa que la baja remuneración de los docentes sigue siendo el gran motor olvidado del debate. No hay duda del importante lugar que ocupa la educación en el desarrollo de un país, todos lo saben, hasta nuestros funcionarios políticos. La profesión docente es en extremo demandante y difícil, como pocas profesiones lo son. Esto no es una victimización de nuestra profesión, en todas las profesiones hay bueno y malos.

En momentos cuando nuevamente es noticia un incipiente conflicto salarial con nosotros, los docentes, del sector público y privado, es relevante recordar el derecho al salario justo y… ¿digno? Pero el salario mínimo se encuentra especialmente tutelado en nuestra constitucional nacional, artículo 14 bis. No olvidemos que algunos padres también somos docentes.

El problema del salario docente no es que se paga mal; es que muchos gobiernos pagan a nuestro trabajo como fácil. 

El concepto de salario en términos de la economía debe llevar implícito un rostro humano, no numérico, no debe tomarse como variable de ajuste. Si se toman estos parámetros tendremos que asociar este concepto con el refrán: “Pueblo bruto, pueblo dominado”. La noción de trabajo digno, justo y decente se presenta como democrática e igualitaria en todas las leyes que existen, tanto en los organismos internacionales como en la Organización Internacional de Trabajo (OIT), nuestras leyes, etcétera. Pero… ¿realmente es así?.

La docencia no es un negocio, no es una mercancía. Ser docente no es una actividad más, no lo es. ¿O es el trabajo de los docentes menos importante para la sociedad que el de políticos, médicos, ministro de Educación?

 

(*) Daniela Leiva Seisdedos es profesora de Historia y personalidad destacada de la Educación del Honorable Concejo Deliberante de La Plata.


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Axel Kicillof, Agustina Vila

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