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13 de febrero de 2020 | Provincia

Elegir las batallas

Las horas más difíciles: El gobernador Kicillof, entre una deuda impagable y el desplante del PJ

Vencimientos por 220 mil millones de pesos sólo durante el presente año, el distanciamiento del grupo de los intendentes peronistas por no ceder a sus pedidos y una dubitativa postura de La Cámpora son sólo algunos de los problemas que deberá resolver en tiempo récord.

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por:
Santiago Albizzatti

A lo largo del 2020, la provincia de Buenos Aires deberá cumplir con una deuda que se eleva a los 220 mil millones de pesos, distribuida en varios vencimientos. Este número, 220 mil millones, es el que desvela al gobernador Axel Kicillof. Como economista, docente e investigador, tiene la certeza de que la capacidad de pago tiene un límite, y que éste ha sido sobrepasado. Como ex ministro de Economía conoce, además, la bochornosa historia del país y de la provincia que lidera en relación a la deuda externa, y espera sin dudas no repetirla.

Esos 220 mil millones representan el 14 por ciento del total del presupuesto bonaerense. Teniendo en cuenta que el 60 por ciento se destina al pago de salarios y el 20 a transferencias a municipios, el gobernador Kicillof tiene un dilema entre manos: Paga la deuda o lleva a cabo obras. Las dos cosas, simplemente, no se puede. En efecto, durante una reciente entrevista con Jorge Fontevecchia, el propio Kicillof admitió que “la deuda actual es simplemente impagable. No podemos utilizar lo que queda del presupuesto para pagarla, porque nos deja sin un peso para crecer”.

A lo largo de la historia, los descalabros financieros fueron compensados con una cuota mayor o menor de apoyo político. En el caso del joven gobernador, esto último pareciera no abundar. Filtrado con malicia, salió a la luz el contenido del grupo de WhatsApp que Kicillof creó para tener un diálogo más dinámico con los 70 intendentes peronistas de la provincia. El 27 de enero, el mismo día en que puso en marcha el plan de infraestructura escolar, escribió entusiasmado: “Gracias compañeros, empezamos a reparar el daño”. Sólo respondió Gustavo Walker, intendente de Pila, una localidad vecina a Chascomús con apenas 3 mil habitantes. El resto lo ignoró olímpicamente.

Aquel día había comenzado mal para Kicillof. A pesar de que preparó con esmero la presentación de su plan “Escuelas a la obra”, entre los peronistas sólo se presentaron Gustavo Menéndez, Mariel Fernández y Alberto Descalzo. Sólo tres de 70, un vacío descomunal.

La relación, que no está completamente quebrada, ciertamente se condicionó cuando Axel Kicillof se negó a ceder a ciertos pedidos. Al poco tiempo de asumir, el grupo de intendentes pidió quedarse con el ministerio de Seguridad bonaerense, pero el gobernador rechazó la idea y eligió a Sergio Berni, asegurando que fue por pedido explícito de Cristina Fernández. Los encontronazos de los últimos días entre el ministro y el gobierno nacional dejaron dudas sobre la veracidad del pedido de la vicepresidente.

Con la agrupación ultrakirchnerista La Cámpora también habría otro frente de conflicto abierto. Desde la organización, le recuerdan una y otra vez que nunca quiso aceptar ser parte de ella y que le ofreció la cartera de Desarrollo de la Comunidad a Fernanda Raverta sin dialogarlo previamente con la cúpula.

Unos y otros, finalmente, le critican la falta de recorrido político de la mayoría de sus ministros. Académicos y técnicos de alto vuelo, parecieran sin embargo algo faltos de experiencia política y liderazgo. “Se los va a comer la realidad”, vaticinaron.

La discusión entre “tontos y panqueques” que se desató en el seno del kirchnerismo ayudó poco y nada a la tranquilidad del gobernador. El presidente pidió “que no sean tontos” a los que opinan que hay presos políticos en Argentina, y Julio De Vido respondió de inmediato: “No puede haber tanto panquequismo. Estos panqueques nos quieren venir a explicar qué es un preso político”. Kicillof, quien inicialmente se alineó al ex ministro de Planificación, decidió en las últimas horas escoger mejor sus batallas y se reunió ante las cámaras con Alberto Fernández.

Capaces técnicos, brillantes académicos, tanto al gobernador Kicillof como a sus ministros puede que les quede una última lección política que aprender: La de resignar algunas estrategias y rendirse al peso de la estructura peronista. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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