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26 de febrero de 2020 | Provincia

Cuando de gestionar se trata

La incongruencia de Kicillof: Vestir de izquierda y gobernar con la derecha

A dos meses de gestión, el gobierno de Axel Kicillof se diferencia del de María Eugenia Vidal y empieza a dejar tela para cortar con cierto devenir de medidas que se distingue hasta en la propia vestimenta.

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El choque de estilos entre lo que fue la administración del gobierno de María Eugenia Vidal y la impronta de “laburante” del gabinete de Axel Kicillof muestra lo pendular de la historia gubernamental bonaerense. La vestimenta marca una tendencia que no sólo es ideología, sino también puesta en escena.

Por ese motivo, el relato comenzó en un Clio gris y con una especie de David que luchaba contra ese Goliat a quienes los medios de comunicación masivos miraban con adoración y cubrían de preguntas vacías como centros soñados a un área chica.

María Eugenia pateaba penales desde los jet sets televisivos con una capacidad innegable para mostrarse impoluta y santificada. Desde el otro lado, un par de pájaros soñadores iban a hacer la épica con chaucha y palito, con una austeridad que daba pena y un poco de risa. Sin embargo, la realidad superó a la ficción y el 12 de agosto aquel trovador de plazas del interior se transformó en gobernador.

Lo que nunca iba a pensar aquel economista es que lo fácil había sido el camino y lo difícil sería no correrse del mismo durante su gestión. Su debut fue bastante estrepitoso, con una ley Impositiva que costó sudor, lágrimas y alguna marcha atrás entre el querer y el poder. El bloque de Cambiemos se abroqueló y frenó lo que muchos presentaban como tarifazo, pero que no era ni más ni menos que un coherente reajuste presupuestario tras una denodada inflación, que le dolía como cualquier otro aumento al ciudadano de a pie.

Seguido a este round, en donde claramente Kicillof perdí por knock out, continuó la segunda escena con un mano a mano con los bonistas y una reestructuración que eche por tierra cualquier posibilidad de default. Sin embargo, el fondo Fidelity, mayoritario tenedor, dijo no a cualquier tipo de reperfilamiento y, conferencia de prensa mediante, se decidió pagar el bono BP21 que ascendía a unos 250 millones de dólares.

Seguido a esto se dio otro error no forzado, que determinó serias críticas escudadas en un sindicalismo docente permisivo ante su identificación con este gobierno nacional y popular. Así, se aplazó el pago de un porcentaje de la cláusula gatillo 2019 hasta el próximo mes y la provincia debe aún a los docentes. Esta cuestión dio de comer a muchos opositores que pusieron en tela de juicio la predisposición de la gestión K para con la educación.

Otro entrevero fue la pelea protagonizada por un Sergio Berni estridente en su vociferación tuitera contra la ministra Sabina Frederic, que terminó con charlas entre Axel y Alberto Fernández para poner paños fríos a la situación. La discusión entre la mano dura y el garantismo académico que representa la funcionaria nacional hacía eclosión en una suerte de pelea de hermanos de padres distintos.

Siguiendo el camino hacia la última semana, nos encontramos con una paritaria un tanto dificultosa con los estatales que decidieron decirle que no a una nueva pérdida de poder adquisitivo. La estrategia del gobierno fue dividir y reinar entre los que más ganaban y los menos favorecidos en un principio. Sin embargo, en una segunda etapa se aumentaron montos -de manera insuficiente- y no hubo restricción para ninguno de los empleados, siendo esta nueva oferta rechazada, lo que determinó el fin del diálogo y un aumento por decreto.

Pero esto no fue todo en estos casi dos meses y medios de gestión kicillofista, porque en la interna y rosca por los cargos hay duras acusaciones, ya que, como siempre ocurre, el peronismo se agiganta en el poder y no hay lugar para todos. Sin embargo, muchas quejas giran en torno a la versión que sostiene la existencia de un pacto con la anterior mandataria para que ciertos puestos que hacen a terceras y cuartas líneas del gobierno, en algunos casos segundas, fueran a parar a manos vidalistas.

Sin dudas es prematura dar una mirada negativa a un gobierno que recientemente comenzó, pero la realidad muestra que, más allá del cambio de outfit y de intenciones claramente distintas, las condiciones estructurales de la provincia no están dadas para realizar pasos en falso, menos en un verano tan corto.

Todo esto lleva a preguntarse si el liderazgo de Kicillof ante ciertos ministros que se muestran autónomos, intendentes que se quejan por su protagonismo en la estructura decisoria y un armado de intelectuales académicos que busca generar una corriente propia del kicillofismo, podrá ser aglutinado en un mismo saco. Desde este aspecto, es indispensable que la muñeca de quien mueve los hilos políticos de esta gestión deba estar más aceitada que nunca para llegar a un buen puerto. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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