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4 de marzo de 2020 | Nacionales

Interna oficialista

La pelea por el control de la energía amenaza con profundizar la grieta entre albertismo y cristinismo

En su discurso de apertura de sesiones, el presidente Alberto Fernández hizo especial hincapié en la importancia que le asigna a los hidrocarburos para la generación de divisas en nuestro país. La conclusión que sigue es que se volcarán crecientes recursos en la explotación de Vaca Muerta. 

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Sin embargo, los especialistas mayoritariamente descreen que el yacimiento pueda generar otra cosa más que pérdidas, ya que los altísimos costos de explotación que exige y los acuerdos internacionales que apuntan a la promoción de fuentes de energías alternativas apuntando a la defensa del medio ambiente convertirían a la empresa en un elefante blanco: caro, demandante e inútil, cuyos costos terminarían hundiendo al tesoro nacional y los bolsillos de los argentinos. 

Sin embargo, las inversiones que demandaría la explotación de Vaca Muerta convierten a esta iniciativa en muy atractiva para quienes consigan tener el control de la caja respectiva. Sus posibilidades de recaudación han permitido conformar tres grupos de interés que fracturan la escasa armonía que existe dentro del ministerio de la Producción. 

El principal jugador es el ministro Matías Kulfas, quien cuenta con el beneplácito del presidente Alberto Fernández, e intenta a toda costa obtener el control absoluto de su ministerio. Por esa razón no cesa de intentar conseguir la renuncia del secretario de Energía, Sergio Lanziani, para reemplazarlo por un hombre propio. Sus operaciones incluyen también el intento de desplazamiento de Guillermo Nielsen, su rival en la puja por la titularidad de la cartera, quien fue recompensado con la presidencia de YPF. Hasta ahora el éxito no le ha acompañado.

Matías Kulfas concentra las críticas -solapadas hasta el momento- de amplios segmentos del Frente de Todos, que le recriminan actuar como articulador de un conjunto de intereses privados, algunos de ellos muy próximos a Juntos por el Cambio. En particular tiene la oposición de la propia vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien ha decidido sostener contra viento y marea a Lanziani en su cargo, al menos hasta el presente. 

Guillermo Nielsen es un hombre muy próximo a Roberto Lavagna y tiene excelentes relaciones con un sector del empresariado energético que hizo fabulosos negocios durante la gestión de Mauricio Macri. Estos respaldos le han provisto de un sólido blindaje, que incluso lo animó a “puentear” a Kulfas y a Lanziani, para tratar de negociar acuerdos energéticos que exceden a su área con algunos gobernadores, como, por ejemplo, Oscar Herrera Aguad, de Misiones, ubicado bajo el ala del hombre fuerte de la provincia, Carlos Rovira

Según ha trascendido, Nielsen habría negociado con Herrera Aguad operar para que el rovirismo pueda colocar en Yaciretá a un hombre propio. La puja no es sencilla, porque tanto Kulfas como Lanziani pretenderían designar a la cúpula de la administración de la represa. Conclusión: la decisión se extiende indefinidamente.

Este lunes YPF anunció una suba de entre 13 y 15 centavos por litro para sus naftas, habilitando al resto de las petroleras a realizar un ajuste similar. La excusa ha sido el aumento del impuesto al dióxido de carbono, que se incrementó 10 centavos por litro, pero el aumento aplicado es superior en un 50 por ciento. 

Solapadamente, tanto Kulfas como Nielsen parecen competir por el favor de los empresarios petroleros promoviendo la suba de precios. En el mes de enero Nielsen deslizó que habría un incremento del 5 por ciento, pero la recepción muy negativa del anuncio obligó al presidente a desmentirlo. Lo mismo pasó en el mes de febrero, aunque aquí quien comunicó la medida fue Kulfas.

La guerra de intereses que atraviesa al sector energético profundiza las líneas de división entre los funcionarios del área. Por ahora, el más débil es Lanziani, pero en compensación cuenta con un respaldo más explícito de Cristina Fernández de Kirchner

Sin embargo, a consecuencia de esta disputa, las políticas públicas del área se encuentran virtualmente paralizadas. Se ha dejado trascender que la parálisis es consecuencia directa del compás de espera que afecta a buena parte de la administración pública motivado por la renegociación de la deuda con los acreedores privados, lo cual sería cierto, pero sólo en parte. La otra media verdad es que las decisiones que se tomen sobre los funcionarios del área pueden afectar al corazón de la alianza gobernante. Y, por ahora, nadie quiere mover un dedo al respecto. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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