Es hora de la responsabilidad individual

Aún así este parece no ser el único problema. Nuestro país es uno de los tantos que lucha contra la propagación de este virus y desde hace algunos días han sido propuestas a la población una serie de medidas que buscan evitar la profundización de este problema, que, en caso de no ser así, traiga consecuencias irreversibles y catastróficas para nuestra sociedad. Todos como ciudadanos debemos ser conscientes de que este es un momento de profunda responsabilidad individual, que se traduce en compromiso colectivo. La lucha contra este virus no depende pura y exclusivamente de las acciones del Estado, ni solamente de buenas intenciones, sino que requiere de la tarea seria de todos y de cada uno, sin importar la edad, grupo de pertenencia, clase social o afinidad política.

Sin embargo, durante los primeros días de estas dos semanas en las que el gobierno nacional, de la ciudad de Buenos Aires y de las distintas provincias nos han pedido que evitáramos cualquier tipo de participación de eventos masivos, al punto de solicitarnos que incluso si pudiésemos trabajásemos desde nuestras casas, han dejado también en evidencia la falta a la ética comunitaria de muchos y muchas que prefirieron salir de vacaciones, concurrir a espacios de esparcimiento y/o de entretenimiento, que aún permanecieran abiertos sin comprender tal vez del todo la gravedad del asunto. Nadie duda que estar encerrado en nuestros hogares tal vez no sea el mejor plan para nadie, mucho menos para aquellas familias con niños pequeños o para jóvenes que quieren salir el fin de semana, pero tampoco debe pasar por alto que el 28 de febrero Italia se encontraba en las mismas condiciones en las que nos encontramos nosotros y hoy es uno de los países más afectados y con mayor cantidad de personas en situación de cuarentena, hospitalizadas y fallecidas de todo el mundo.

La responsabilidad es individual, todos somos responsables de cuidarnos a nosotros y, de esta forma, cuidar a los demás, en especial a nuestros adultos mayores y aquellas personas con enfermedades crónicas. Todos somos responsables de evitar que esta pandemia no deje un legado negro en la historia de nuestro país.

Es necesario que asumamos el desafío que nos plantea el momento histórico y asumamos nuestra rol activo respecto del mismo, sin atajos, sin buscar responsables externos, y sabiendo que en situaciones críticas más que nunca nuestro país depende de nosotros.

Debemos hacer de la máxima kantiana del imperativo categórico una virtud: “obra de tal modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica en la Tierra”.

(*) Emilio Rodríguez Azcurra es licenciado en filosofía.

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