Viernes 26.04.2024 | Whatsapp: (221) 5710138
22 de marzo de 2020 | Opinión

Pandemia versus gobierno de científicos

El COVID-19 como salida de la retórica del victimismo

Mientras desde una ficticia oposición, tibia, torpe y apenas definida en las sombras, se exige al gobierno mantener los precios de los barbijos controlados (?), el ejecutivo nacional no cesa de boicotear las pocas medidas que con cierto halo de sensatez, fueron anunciadas.

facebook sharing buttonCompartir
twitter sharing button Twittear
whatsapp sharing buttonCompartir
telegram sharing buttonCompartir
print sharing buttonImpresión
gmail sharing buttonCorreo electrónico

por:
Constanza Moragues Santos

Trascendida la ambivalencia de suspender las clases pero habilitar los comedores escolares, indicar la necesidad de restringir el contacto humano al tiempo que se reducían los horarios de circulación del transporte público y cerrar las fronteras para vuelos salientes sin su equivalente restricción a los vuelos de entrada, Fernández decidió, al fin, seguir el ejemplo tomado por otros países y decretó la cuarentena obligatoria en todo el territorio nacional.  En principio, hasta el 31 de marzo.

Sin embargo, este atisbo de racionalidad y cordura, emerge estrictamente como paliativo circunscripto a la superficialidad de las formas, sin llegar a destrabar la emergencia de fondo, que, en el caso de nuestro país, precede y excede las vicisitudes propias de un imponderable de la magnitud del coronavirus; Argentina transita ésta desgracia con la misma falta de criterio y oportunismo que transita todo lo demás. Basta con observar la cifra (3200 detenidos por violar la cuarentena a tan sólo tres días de haber sido ordenada) para reconocer el grado de desprecio que existe por la norma.

Tomando en consideración la llamada ley de correspondencia, que la metafísica propone  (“como es arriba es abajo”), el número estaría en consonancia perfecta con una vicepresidente que, haciendo gala de su psicopatía en primer lugar (ella está más allá y por encima de toda ley) y de la impunidad que le otorga su pertenencia a los privilegios de casta, en segundo lugar, supo imponer un modelo de conducta basado en la soberbia; legitimando la ausencia de empatía, la tergiversación y la mentira, como modalidades ideales de intercambio. 

Éste modelo generó la perversión radical de las dimensiones de la comunicación social y política a todo nivel. Y, en su reminiscencia, la destrucción de los valores morales acaecida por lo masivo de su práctica, hace espejo desde una masa de individuos que no consigue recuperar su capacidad pensante, poniendo en riesgo la vida de propios y ajenos, en una marcha irreversible al aumento de contagios y males asociados (colapso anticipado del sistema sanitario, extensión de los plazos de cuarentena, etcétera).

De la retórica del victimismo que se desprende de allí (de la reproducción del discurso y los disvalores inherentes a un liderazgo psicopático: la defensa aloplástica, el no reconocimiento del error, la culpa es siempre del otro, el que no es conmigo es contra mí, y el establecimiento de códigos propios para dotar de sentido una vida carente de ello -dada la ausencia de conciencia moral y el establecimiento de relaciones interpersonales, siempre, cosificadas-) poco logró diferenciarse Cambiemos, como fuerza política que prometía sacarnos de Agramante,  “haciendo lo que hay que hacer”…

En este contexto, y a la luz de repetidos y evidentes fracasos en la salida de emergencias previas a la pandemia (ver leyes: 23.697, 23.966, 27.430 y 27.541, entre otras), una nueva retórica basada en el sentido común, el respeto a la vida y a la libertad, viene a confirmar la invalidez ética y pragmática sobre la que se cierne la ficción heredada del supuesto de un “estado presente”; económicamente solvente (eficiente, solidario) y socialmente necesario. 


¿Qué te parece esta nota?

COMENTÁ / VER COMENTARIOS

¡Escuchá Radio Realpolitik FM en vivo!