Nacionales
Coronavirus
Los tiempos que vendrán
Hace algún tiempo reflexionábamos sobre tantas cosas como si fuesen importantes y hoy son banales, irrelevantes y hasta frívolas...
Greta Thumberg en nada conmoverá al coronavirus y el riesgo país es un dato que hoy a nadie le importa. Todo lo sólido se desvanece en el aire proclamaba Marshall Berman hace solo algunas décadas y ahora sus palabras cobran un sentido práctico, palpable, alejado de debates intelectuales. Es la sensación que todos vivimos, magistralmente descrita en esas palabras.
Lo que no es más sólido es nuestra manera de vivir hasta la pandemia. A nadie escaparán las imágenes de las ciudades vacías y los animales salvajes vagando libremente en ellas. A nadie escapará la sensación de ingresar en el mundo de la fantasía o pesadilla con las cuarentenas obligatorias, o la sensación de vulnerabilidad ante lo inevitable.
La naturaleza está barajando y dando de nuevo. Como sociedad no vamos al principio a percibir cambios estructurales en la política. Lo cierto es que la democracia se va a ver fortalecida en el aspecto que gobiernos con o sin cuestionamientos serán relegitimados o no, conforme la posición y la actitud adoptada frente a esta pandemia. Pero no va a ser la misma democracia que conocimos.
Las próximas democracias tendrán un componente nuevo, saben que ningún derecho es absoluto ante una amenaza global. Y saben que ya no son islas, la globalización se siente en el cuerpo esta vez.
Tampoco el rol del estado será el mismo. Quienes creían a rajatabla en el mercado por sobre el estado, se horrorizan cuando una aerolínea les quiere cobrar su regreso o la ley de la oferta y la demanda vale para los alimentos y el alcohol en gel.
Estas realidades van a impactar directamente en las ideologías y en la concepción de la política.
El concepto de república, con su clásica división de poderes, también se encuentra entre los conceptos que se relativizan. En Argentina es el poder ejecutivo el único que está plenamente en funcionamiento durante la emergencia. Podemos -aunque suene sacrílego- funcionar sin poder legislativo y judicial. No es lo que queremos ni lo que nuestra constitución nacional manda, pero es como ha estado funcionando el estado en los últimos diez días. Será parte de nuestro esfuerzo el fortalecimiento institucional, aún desde nuestras casas.
Serán los medios tecnológicos protagonistas indiscutibles de las nuevas maneras de socializar, de trabajar. Hay abogados que evacuamos consultas por WhatsApp y redes sociales, psicólogos que hacen sesiones virtuales por videollamada, audiencias por Skype. No van a ser indispensables las reuniones físicas y presenciales, y va a acelerar la desaparición del papel en los expedientes judiciales y administrativos.
Los desafíos son en este sentido, la reconstrucción de nuestra sociedad, de nuestro país y de nuestra economía en un marco de catástrofe global que llego para quedarse y repetirse.
Estará en nosotros y en los más jóvenes alcanzar un óptimo de equilibrio que permita visualizarnos en una mejor situación, con nuevos liderazgos y abandonando el concepto de que la crisis justifica cualquier desvío de la norma. Es la primera vez en las últimas décadas que nada justifica las conductas antijuridicas.
Quizá, con el tiempo aprendamos de esta experiencia.
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