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25 de julio de 2020 | Literatura

El caudillo fraile

Yo, Aldao (capítulo XXI)

El 22 de junio de 1829 amaneció nublado en Córdoba. Algunos de los caminos que conducían a la ciudad estaban impracticables por el caudal de lluvias de los días anteriores, y en los corrales de las tropas de Quiroga reinaba una actividad frenética ante la inminencia de la llegada de las fuerzas del general Paz.

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por:
Juan Basterra

En los mangrullos de los fortines saqueados a los cordobeses, los ojeadores riojanos hablaban de dos cuerpos de hombres, animales y pertrechos situados en los arrabales, a poca distancia de los mataderos. Debajo del toldo principal de cuero de yeguarizo, y en un descanso en la progresión de sus tropas, Paz expresaba a sus lugartenientes: “Ninguna merced con los invasores. Vengaremos la muerte de los infelices de la guarnición de Serrezuela. Sus deudos y nuestro honor no piden menos que eso”.

Las acciones a las que se refería Paz eran la humillación y el fusilamiento de un oficial, dos vecinos y un juez de paz a manos de los hombres de Quiroga. Paz ignoraba todavía la muerte del coronel Agustín Díaz Colodrero, herido en la defensa de la capital cordobesa apenas dos días antes. El chasque que había anoticiado a Paz de la muerte de los desdichados de Serrezuela sería también el portador de las próximas desventuras del riojano.

- Digan a los efectivos de todas las líneas –había dicho Paz- que quiero la cabeza de ese hombre y de todos sus oficiales. Les enseñaremos muy bien el valor de nuestra ofensa; de nuestra ofensa y de la insignificancia de la bravura de ellos.

En la penumbra del cuarto principal de una casa requisada que hacía las veces de cuartel general de las tropas –guarnecida de siemprevivas de variados colores, manteles de Granada en las mesas desvencijadas, roperos de roble en los que depositar los atavíos y la altura fantasmagórica de un candelabro a velas con el que atenuar la penumbra-, Paz se había dicho la noche anterior al combate: “Este es el término. Ellos o nosotros. Pueden resistir con la caballería acrecida por nuestros corrales, pero la nuestra es superior en bagajes, leguas y conocimiento. De aquellas ofensas recogerán los frutos. Su suerte y la nuestra está echada: a ellos la derrota y el presidio; a nosotros, el futuro y la gloria”. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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Juan Basterra, Yo Aldao

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