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5 de agosto de 2020 | Nacionales

Fracasó la táctica

Perder ante la economía y el virus, la doble derrota que teme el gobierno de Alberto Fernández

La estrategia nacional consistió en soltarle la mano a la producción y el empleo para evitar una ola de contagios que, luego de una cuarentena que apretó cuando no había transmisión y soltó en medio del pico, se dio de todos modos.

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La estrategia oficial del gobierno de Alberto Fernández ante la irrupción de la pandemia por coronavirus, ilustrada en la frase repetida hasta el hartazgo “la economía se puede recuperar, una vida perdida no”, fue la de soltarle la mano a la economía en virtud de evitar un aumento descontrolado en los contagios y, por ende, en la cantidad de muertos.

En consecuencia, el presidente decretó una cuarentena que superó los 120 días, en los que comercios, pequeñas y medianas empresas, trabajadores monotributistas, autónomos y empleados pagaron los platos rotos.

Las consecuencias económicas fueron, y continúan siendo, dramáticas. Los miles de comercios que cerraron sus puertas definitivamente y las pymes que no pudieron enfrentar sus costos fijos y variables se tradujeron en una drástica caída de la producción y un aumento descontrolado del desempleo.

Alberto Fernández y Axel Kicillof, durante las ya habituales conferencias de prensa o comunicados desde la quinta de Olivos, amenazaron con duran sanciones a quienes despidan trabajadores. No tuvieron en cuenta, curiosamente, que la mayor parte de la masa trabajadora del país es informal, y que por ende no hay manera de registrar si éstos mantienen o pierden el empleo.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Argentina será el tercer país de la región más golpeado por la cuarentena después de Venezuela y Perú. De hecho, anticipó una “década perdida”. El país caerá un 10,5 por ciento sobre el final del 2020, superando al 9,1 de promedio para toda América Latina. Ni siquiera en Brasil, donde la cuarentena se aplicó sólo en parte y en forma tardía, cayó tanto la producción.

Lejos de tratarse de una estrategia brillante, como lo buscó instalar el gobierno, el presidente Fernández cerró la actividad del país en momentos en los que la enfermedad apenas tocaba las orillas argentinas esperando al ya archifamoso “pico”, y no le quedó otra que flexibilizar la cuarentena paradójicamente cuando éste, finalmente, llegó.

Cuando aún restan varias semanas de frío, Argentina acumula más de 205 mil muertos, superando a Francia, y unas 3.800 víctimas fatales. La cifra es alarmante, incluso tomándola en promedios y no en cifras totales. Comparándola con el país vecino de Uruguay, en donde la cuarentena fue flexible desde el comienzo, se retomaron rápidamente las clases y nunca se interrumpieron servicios como transportes o gimnasios, el desempeño de la Argentina durante la pandemia fue decepcionante.

El gobierno se acerca así al destino más temido: la doble derrota. A la anticipada debacle en materia económica se le sumaría, además, un fracaso estrepitoso en lo sanitario. No se supo gestionar la economía, tampoco la pandemia.

Una estrategia regada de idas y vueltas, decisiones tomadas con criterio sanitario mezcladas con otras de tinte político, barajadas al calor del comportamiento de una sociedad agotada y desesperada por volver a la actividad, dudosas comparaciones con países vecinos que muchas veces debieron ser enmendadas por estar plagadas de errores y un ejercicio de improvisación que, al final de cuentas, no pudo evitar contagios ni muertes. (www.REALPOLITIK.com.ar)


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