
Provincia
Este domingo salió a sentar posición Mauricio Macri, con un documento publicado en La Nación con el título “Para defender el presente y ganar el futuro”. Su texto es agresivo, contradictorio y bastante débil. Sólo parece expresar la necesidad de no resignar protagonismo dentro del espacio de Juntos por el Cambio. Pero tal vez sea tarde.
En los últimos dos meses, los sectores radicalizados de Juntos por el Cambio y los medios que le prestan blindaje mediático intentaron hacer estallar la política de diálogo establecida entre el gobierno nacional y Horacio Rodríguez Larreta. El resultado obtenido fue bastante decepcionante para sus intereses, ya que si bien consiguieron hacer estallar la armonía entre la nación y la CABA, no pudieron apropiarse de los beneficios. La ruptura de la armonía obligó a Rodríguez Larreta a diferenciarse, a salir a romper lanzas con Alberto Fernández, y lo fue posicionando como referente indiscutido de la oposición. Para los más radicalizados, encabezados por Mauricio Macri o Patricia Bullrich, sólo quedó la decepción de haber instalado un discurso de discordia sin haber podido capitalizarlo.
Las consecuencias de un discurso opositor que asocia las políticas de cuidado y prevención, y la limitación de ciertas actividades y prácticas sociales con un ataque a las libertades públicas se miden en un incremento constante de contagios y decesos, y su extensión por el conjunto de la geografía nacional. La “libertad de expresión es una institución democrática peligrosa para un gobierno personalista. Se utilizan las restricciones sanitarias para impedir la libre circulación de las personas”, afirma Macri en su comunicación. Como si los números de la pandemia, a escala mundial, no debieran ser tenidos en cuenta.
El ex presidente se autoasigna el ”compromiso de siempre y la responsabilidad que me cabe”. Con sólo echar un vistazo sobre la situación catastrófica que provocó durante su gestión, o su decisión de poner pies en polvorosa desentendiéndose de la pandemia, para vacacionar en protegidos reductos europeos, la afirmación se deshace por sí misma.
Pero aún mucho peor le va cuando denuncia “el ataque sistemático y permanente a nuestra constitución. Para poder gobernar sin límites, violentan la ley fundamental de la Nación”. Justamente él, que intentó designar jueces de la Corte Suprema por decreto, esquivó las disposiciones constitucionales y esquivó al Congreso Nacional al momento de endeudarse de manera inédita con el FMI o mantuvo prácticamente sin actividad al palacio legislativo durante el último año y medio de gestión o distribuyó a voluntad los fondos de coparticipación y los ATR a las provincias.
¿Cuál será la extorsión que denuncia sobre los gobernadores de Juntos por el Cambio, que salieron constantemente a diferenciarse de la posición anti-cuarentena que levantaba el macrismo duro? ¿Por qué denuncia como una intención encubierta del Frente de Todos la celebración de un nuevo contrato social, que fue uno de los ejes centrales de la campaña de la coalición que hoy gobierna?
La necesidad de salir a la cancha en el momento en que la disputa sobre el punto de coparticipación que Alberto Fernández decidió reasignar a la provincia de Buenos Aires tuvo, como principal consecuencia dentro del espacio opositor, la consolidación de Horacio Rodríguez Larreta como el presidenciable indiscutido de Juntos por el Cambio, ha dejado a Macri en situación comprometida. Su silencio se entendería como una especie de aceptación de su retiro político. Pero haber salido al ruedo también tiene sus inconvenientes. Por ejemplo, que no cita en ningún momento al jefe de Gobierno porteño para brindarle su respaldo explícito, lo cual podría leerse como la confirmación del cambio de mando en el liderazgo de JxC.
Así, su toma de posición parece más bien una autojustificación por haber hecho lo mismo que ahora critica en la coalición oficialista, pero en su caso como pretendido defensor de la constitución, y ahora como transgresión sistemática.
Mauricio Macri rompió el silencio. Lo hizo justo después de haber violado la ley, al no respetar la cuarentena obligatoria luego de su regreso europeo, y haber mantenido reuniones políticas con aliados que podrían ser víctimas de contagio.
Su comunicación, lejos de fortalecerlo y consolidarlo, lo expone aún más ante todos los argentinos, y parece corroborar que “el dolor de ya no ser” lo afecta en demasía. A punto tal de llevarlo a ensayar constantes acciones que son capitalizadas por quienes pretenden desplazarlo definitivamente dentro de su propio espacio. (www.REALPOLITIK.com.ar)
ETIQUETAS DE ESTA NOTA
¿Qué te parece esta nota?
MÁS NOTICIAS